Chat gratis

Gracias por estar aquí

Somos puentes de Luz que unen la Tierra con el Cielo

Somos puentes de Luz que unen la Tierra con el Cielo

viernes, 29 de mayo de 2020

CÓMO PREPARAR OLEATOS



Cómo preparar Oleatos

Se llama oleatos o infusión de hierbas, a los macerados hechos con diferentes plantas medicinales y/o aromáticas y aceites vegetales, ya sean de oliva, de almendras, de germen de trigo, de girasol, de coco…

Estos aceites macerados u oleatos adquieren las propiedades de las plantas, flores o raíces que ponemos en ellos y pueden tener diversos usos tanto cosméticos como alimentarios.

Se pueden utilizar para la elaboración de cremas caseras, jabones, utilizarlos directamente para la hidratación de la piel o para masajes, para hacer peelings o cremas corporales, desmaquillante de ojos, desodorantes, ungüentos, bálsamos labiales, etc.


¿Qué necesitamos para hacer un macerado?

* Aceite, siempre de la mejor calidad que encontremos, de primera prensada en frío y si nos lo podemos permitir, ecológicos. Depende también del uso que le vayamos a dar al macerado.

* Hierbas aromáticas y/o plantas medicinales secas o frescas.

* Envases de cristal, bien limpios, esterilizados y secos, que se puedan cerrar bien. ¡Pueden ser reciclados!

El aceite elegido dependerá un poco de nuestra intención al hacer el macerado, siempre debe ser de buena calidad. Yo en este momento hago los macerados para hacer jabones, por tanto utilizo aceite de oliva hueso. Este aceite de oliva hueso, aun no siendo el más adecuado para el consumo alimentario porque es un aceite que no aporta nada a nivel nutricional; sin embargo, es el más idóneo para la fabricación de jabones. Es una mezcla al 50% de aceites de oliva vírgenes y de orujo. Por tanto nos estaría aportando para la piel todas las propiedades del aceite de oliva virgen y del hueso de la aceituna.

Si el macerado no va a ser usado para hacer jabones, yo utilizaría aceites de oliva vírgenes extra, o aceites de almendras dulces para las maceraciones enfocadas a masajes.

Las plantas que elijamos para macerar pueden ser tanto frescas como secas (o deshidratadas). Hay diversas teorías y dos posiciones con respecto a esto.

Hay quienes prefieren utilizar las plantas secas o deshidratadas, en este caso se evitaría que el agua que contienen las plantas frescas de forma natural pudiera estropear el aceite, pero el macerado resultante no sería tan activo como si se utiliza la planta fresca.

El riesgo principal de utilizar la planta fresca es que el aceite se pueda enmohecer, si esto ocurriera, este aceite fermentado no nos serviría porque perdería sus propiedades prístinas, pero aun así se podría reciclar y utilizar para hacer jabón para lavar la ropa. Sin embargo la planta fresca aporta todos sus principios vivos al macerado y el aceite obtenido con ellas será mucho más activo que el de las plantas secas.

Para prevenir la salida de moho durante el macerado hay quienes al usar la planta fresca añaden al aceite 1 centímetro aproximadamente de alcohol de 90 º (el Vodka puede ser una opción) y cubren la maceración con varias capas de tela de arpillera para que se evapore el alcohol fácilmente. También se podría dejar la planta después de recolectarla durante par de días antes de utilizarla para que así perdiera parte del agua.Por otro lado, una vez que el preparado está listo y durante el tiempo de maceración, es importante limpiar la tapa del envase para eliminar la humedad que pueda acumularse allí. Incluso se puede poner una telita entre la tapa y el envase para que absorba esa agua que pudiera condensarse con el calor.

Para ayudar a la planta a soltar sus principios activos en el aceite, es conveniente macharlas un poquito con un mortero antes de ponerlas en el tarro de cristal.

Elaboración de un macerado en aceite

Si las plantas son frescas, se pueden trabajar un poco con el mortero para ayudar a que suelten con mayor rapidez sus principios activos al entrar en contacto con el aceite. Con plantas frescas rellenaremos el envase elegido una tercera parte y después cubriremos con el aceite elegido hasta que queden totalmente cubiertas, incluso que el aceite sobrepase un centímetro a las plantas.

Si las plantas que elegimos son secas llenaremos tres cuartas partes del envase y cubriremos igualmente con el aceite. Las plantas han de quedar totalmente cubiertas por el aceite, sin que sobresalga ninguna.

Nos ayudamos con una cuchara de madera para moverlas un poquito y cuidar siempre que queden bien sumergidas en el aceite. Tanto en el momento de envasarlas como cuando agitemos o movamos los días sucesivos los macerados. Nos daremos cuenta de que las plantas o flores tienen tendencia a “flotar”, por eso es importante intentar que queden bien sumergidas. Cerramos bien el tarro y listo.

El siguiente paso es etiquetar los envases con los macerados. Ponemos la fecha, la planta que hemos decidido macerar y en qué tipo de aceite lo hemos hecho y si las plantas son frescas también podemos añadir el lugar de donde han sido recolectadas.


Tipos de maceración

* Proceso en frío

El método tradicional de macerado, que es el que me parece más natural y el que más me gusta, es el del proceso en frío. Se trata de poner estos tarros de cristal ya preparados y bien cerrados a una exposición de “luz y sombra”. Esto quiere decir que pondremos los tarritos en un lugar donde reciban tanto la luz del sol como la de la luna y las estrellas. Como se suele decir al sol y al sereno.

El tiempo de macerado sería de unos 40 días aproximadamente. Hay varias opciones. Los tarritos con los oleatos se pueden dejar durante todo el tiempo a esa exposición de “luz y sombra”, ya que la diferencia térmica de temperatura entre el día y la noche hará que las hierbas y plantas que utilicemos para macerar el aceite se dilaten y contraigan pudiendo soltar así sus principios activos en el aceite. También hay quien deja unos días los preparados fuera y después los guarda en un lugar fresco y seco. Hay quien decide que es mejor tapar los frascos y los cubren con telas o papel para protegerlos del sol directo… Cada uno debe hacer como sienta. Para mí la mejor opción es dejarlos al sol/sereno durante los 40 días, pues siempre me ha dado los resultados más óptimos.

Durante el tiempo que los oleatos están en maceración, deben moverse a diario con una cuchara de madera, o agitando ligeramente el tarro, para ayudar a que las plantitas dejen sus principios activos en el aceite. La mejor opción, abrir el tarrito, secar las gotitas que se habrán formado por dentro de la tapadera (por la condensación del calor) con papel absorbente o un paño de algodón y mezclar cuidadosamente con una cuchara o palito de madera poniendo atención al terminar en sumergir bien las plantas para que queden bien cubiertas con el aceite.

Cuando se utilizan plantas frescas, a mitad más o menos del tiempo de maceración, estas se pueden cambiar por nuevas.

Pasado el tiempo de maceración, procederíamos a filtrar muy bien el aceite para quitar toda la parte de hierba o flor en la que hemos macerado nuestro aceite y lo reservaríamos en una botella o recipiente de cristal, a ser posible opaco. Volvemos a etiquetar nuestra botella con la fecha y el aceite en el que hemos macerado y en con qué planta se hizo el oleato. Se guarda en un lugar seco, fresco y oscuro, para su mejor conservación y evitar así que pueda enranciarse.

Para hacer los jabones, no es necesario que el filtrado sea demasiado exhaustivo, sobre todo si queremos enriquecer nuestro jabón con parte de las plantas que hemos utilizado para la maceración.

* Proceso en caliente

Otro modo de hacer macerados o aceites en infusión de hierbas más rápidamente, sobre todo cuando no se dispone de esos 40 días de espera, sería haciendo el preparado como hemos indicado y acelerar el proceso de macerado en caliente. Hay varias formas de hacerlo.

* En el lavavajillas: una vez que tenemos nuestro tarro con el aceite y las hierbas o plantas elegidas, cerramos bien el tarro y lo meteríamos en el lavavajillas, en un programa cuya temperatura alcance los 50 ó 60ºC. Después de un par de horas aproximadamente que es lo que dura el lavado, el aceite macerado estaría listo para ser utilizado.

* Al “baño maría”: Vertemos en un bol de vidrio (tipo pirex) tanto el aceite como la planta y ponemos a fuego bajo. Dejaremos calentar unos 20 minutos aproximadamente (hay quienes dicen que debe estar unas dos o tres horas). El bol no debe tocar el agua. Hay que ir removiendo de vez en cuando con una cuchara de madera. No hay que taparlo.

Es también muy importante que la temperatura nunca supere los 40 ºC para que el aceite vegetal que vayamos a usar no pierda sus propiedades.

Pasado este tiempo, filtramos bien y envasamos como en el proceso en frío.

* En el horno: Dejar durante unas 3 horas el aceite y la planta en un envase de cerámica o cristal dentro del horno a temperatura suave. Algunas fuentes recomiendan primero poner un envase encima de una estufa y luego meterlo en el horno.

* Directamente en el fuego: Echar el aceite y la planta en una cacerola, dejarlo calentar suavemente al fuego bajo durante 3 horas. Debemos estar pendientes constantemente del preparado, ya que debemos evitar que se fría la planta y se eche a perder el aceite. La temperatura debe estar en torno a los 40ºC.

* En una yogurtera: Poner la maceración dentro de una yogurtera durante varios días.

Si se utilizan estos métodos en caliente, es recomendable, si se puede, dejar el aceite y la planta en maceración un día o dos al menos antes de filtrarlo y envasarlo.

Mi recomendación es trabajar siempre que se pueda con el proceso en frío, la planta no se daña, el aceite tampoco y absorbe más y mejor los principios activos de las plantas. Es un método más natural. Sin embargo, si maceramos raíces, el método en caliente sí sería adecuado, porque la raíz es mucho más dura y resistente que el resto de la planta y no se daña con tanta facilidad. Si se maceran raíces, es conveniente molerla para facilitar el aporte de sus principios activos al aceite.

Si se quiere un aceite con mayor aroma o más enriquecido, una vez terminado el proceso de maceración, este se colaría y se volvería a poner con más plantas siguiendo el mismo proceso.

El aceite de oliva tiene un color y un olor más intenso que por ejemplo el de almendras dulces, esto hemos de tenerlo en cuenta según el uso que le vayamos a dar al aceite resultante, así podemos elegir lo que más nos conviene.

Los aceites que obtenemos de los macerados también se pueden enriquecer con las propiedades de aceites esenciales, dependiendo una vez más del uso que les vayamos a dar.

Los aceite tras la maceración pueden durar varios meses sin enranciarse, pero para asegurar su duración, si no los vamos a gastar de forma inmediata, podríamos añadir unas gotas de aceite de germen de trigo que sirve como conservante natural o bien unas gotas de vitamina E.

Si lo que deseáis es aromatizar vuestros aceites para aderezar ensaladas, para las tostadas de pan, etc. no es necesario todo este proceso, bastaría con añadir un poco de la planta que queráis que aromatice vuestro aceite, ajo, cayena, pimienta, romero… a vuestro aceite y dejarlo dentro del aceite (agitando suavemente un par de veces o tres al día durante unos días) para que el aceite tome los aromas y propiedades de las plantas, pero no sería como un macerado que dejaríamos al sol y sereno. La planta puede dejarse dentro del tarrito hasta su consumo sin ningún problema.

* Nota de la autora: Este extracto es parte (adaptada) de un librito que preparé hace un tiempo para enseñar el proceso de creación de jabones artesanales en frío. Espero y deseo que disfrutéis preparando vuestros macerados.

©Paqui Sánchez

©Paqui Sánchez


domingo, 3 de mayo de 2020

EL CALENDARIO CELTA. CALENDARIO DE COLIGNY.


El calendario celta
Calendario de Coligny

El pueblo celta se extendió prácticamente por toda Europa, por lo que es de suponer que presumiblemente no todos los pueblos celtas siguieran el mismo calendario. Debido a que esta cultura, aunque e vías de recuperación desde los últimos 30 o 40 años, se fue perdiendo con el paso del tiempo y no se conservan calendarios por los que podamos saber con certeza cómo era su manera de medir el tiempo. Sin embargo, gracias al hallazgo de algunas piezas de bronce en Coligny y otros pocos fragmentos de otro calendario encontrado en Villards d’Heriad, se pudo reconstruir bastante fielmente el calendario celta continental usado por los galos. Aun así, quedan todavía muchas incógnitas por descubrir que se cubren con hipótesis y suposiciones.

De hecho, se dice que en un primer lugar el calendario celta fue un calendario únicamente lunar, ya que la luna era lo más importante para ellos y que por la influencia de otros calendarios solares, como el juliano, decidieron optar por un calendario luni-solar intentando conciliar los ciclos lunares con el año solar.

      El calendario de Coligny, fue encontrado en 1897 en la población que lleva su nombre, cerca de Lyon, en Francia por un agricultor llamado Alphonse Roux mientras trabajaba. A treinta centímetros por debajo de la tierra y en una bolsa cuyas fibras se habían ido desintegrando con el paso del tiempo, Roux halló 550 fragmentos de bronce. Tras su estudio se descubrió que unas 400 piezas correspondían a una escultura galorromana datada de finales del siglo I a.C. y las otras a un calendario incompleto al que le faltaban más de la mitad de las piezas. De las 149 piezas encontradas, tan solo 127 contenían inscripciones correspondiendo su datación a la misma de la escultura.


          El calendario fue reconstruido por Dissard sobre una tabla. Organizó 16 columnas de 8 bloques que representaban 62 meses en total, cada día tiene un agujero al lado, donde se ponía un alfiler para indicar la fecha, al igual que se hacía con los calendarios encontrados en Roma. Tanto las letras como los números aparecen escritos en caracteres latinos, pero el idioma del calendario es galo con más de 2.000 palabras y unas 130 líneas por columna. Estos datos nos desvelan un poco de información sobre la que trabajar ya que esos 62 meses corresponderían a un lustro y con 6 lustros tenemos un siglo celta de 30 años, que sería igual a unos 365,2 días por año.

Este hallazgo ha sido reconocido como una fuente epigráfica crucial para el estudio y conocimiento de la antigüedad celta, proporcionando información sobre la concepción del tiempo, los conocimientos astronómicos y la tradición druídica de los celtas. Sin embargo, hay otras hipótesis que sostienen que se trataría de un calendario de uso público, similares a los que usaban los griegos y los romanos.


La división del tiempo para los celtas

La filosofía de vida celta se centraba en los ciclos de la naturaleza. Para ellos todo comenzaba en la oscuridad, en la profundidad de la madre tierra se enterraban las semillas que reposarían allí durante meses hasta que esas semillas eclosionaban y comenzaban su crecimiento externo abriéndose paso por la tierra hasta encontrar la luz, que las nutría y las hacía crecer. Lo mismo ocurría con la semilla que una vez depositada en el vientre de la madre crecía hasta eclosionar y dar lugar a una nueva vida. Para ellos todo se explica como un constante ciclo de crecimiento-plenitud-decadencia-reposo, tal cual les mostraba la naturaleza a la cual estaban tan ligados, ya que tanto la naturaleza como los ciclos agrícolas marcaban los ritmos de su forma de vida.

Por tanto, todo comienza desde la más profunda y solitaria oscuridad. Desde esa fase oscura es desde donde se gesta la vida, el ciclo natural de la vida se va desarrollando hasta alcanzar la plenitud en su momento más luminoso, cuando ha llegado ese momento cúlmine, se inicia ese otro ciclo de decrecimiento y se vuelve paulatinamente hacia esa fase de descanso y oscuridad. 

Así se entendía todo, así comprendían los ciclos lunares, así comprendían el ciclo solar, así comprendían los ciclos de la tierra y la naturaleza, así comprendían la concepción de la vida y la necesidad de morir para volver a renacer y renovar el ciclo.

Es por todo ello que para el pueblo celta la etapa oscura marcaba el inicio de cada ciclo. 

Vamos a ver cuáles era las unidades de tiempo para los celtas.

1.    El día
La unidad básica del calendario es el día, el día tenía 24 horas como en la actualidad, pero con la peculiaridad de que comenzaba y acababa con la puesta de sol. En este aspecto es diferente a nosotros que empezamos y terminamos el día a las 12 de la noche independientemente de en qué estación nos encontremos y las horas de sol que tengamos. Por eso para los celtas la duración del día era mucho más variable. El día comenzaba con la mitad oscura y después se iba abriendo al amanecer hacia su mitad iluminada. 

Esta es la razón por la cual los celtas comenzaban siempre sus celebraciones con la puesta de sol, porque era cuando el día terminaba para dar comienzo al nuevo día.

2.   La quincena
Los meses tenían 2 quincenas, la primera de ellas tenía 15 días y la segunda 14 o 15 dependiendo de si el mes era de 29 o 30 días.

El punto en el que comenzaba la segunda quincena era llamado Atenoux, que significa “luna renovada”.

3. Los meses
Los meses se medían por ciclos lunares, cada ciclo lunar era un mes diferente. Por tanto los meses empezaban siempre con la misma fase lunar. Se cree que comenzarían con la fase de luna nueva hacia creciente hasta alcanzar su plenitud e iniciar el ciclo de descenso hasta llegar a la nada. Pensamiento muy acorde con la filosofía celta que aplicaban a todas las cosas, pero también hay otras teorías que apuntan a que el inicio se haría con la luna llena, no hay pruebas tangibles que nos arrojen una verdadera certeza sobre ello.

Lo que sí podemos afirmar con certeza es que los ciclos de los meses lunares estaban entre 29 y 29,5 días, por tanto a unos les daban 29 días y a otros 30. Para designar los meses, los celtas tenían dos palabras, decían que eran meses Matos (afortunados) aquellos que tenían 30 días y denominaban meses Anmatos (desafortunados) a los ciclos de 29 días.

Los celtas tenían 12 meses fijos y 2 meses extras que no se daban todos los años. 

El año celta empezaba con su mitad oscura, poco después del equinoccio de otoño, en la festividad de Samhain. Por tanto, el primer mes del año era el mes de Samonios 40 días después del equinoccio de otoño, a los que sucedían: Dumannosios, Rivros, Anagantios, Ogronios, Cutios, Gianmonios, Simivisonnios, Equos, Elembivios, Edrinios y Cantlos.

Meses extras

1.        Mid.., de este mes no se conserva todo el nombre, solo se sabe que comenzaba por Mid... y se colocaba antes de Samonios, como último mes del año.

2.      Ciallos Bis Sonnocingos, se colocaba antes de Giamonnos.

          ¿Cómo explicamos la existencia de estos dos meses extra que no se dan todos los años?

          Conciliar el calendario lunar con el calendario solar para conseguir un calendario luni-solar no es tarea fácil dado que el ciclo lunar y el solar no tienen la misma duración. Por tanto estos dos meses extras aparecen para compensar ese desfase que se crea al intentar aunar estos dos calendarios y ajustar sus festividades al calendario.

          Tracemos ahora unos cuantos números para poder verlo gráficamente.

Año solar: 365 días más un cuarto.
Mes lunar: 29,5 días de media x 12= 354 días
Desfase entre ambos = 11días

1º Año = desfase de 11 días. No hacían nada.
2º Año = desfase de 22 días. No hacían nada.
3º Año = desfase de 33 días. Añadían un mes más.

     Cada dos años y medio aproximadamente y comenzando por “Mid…” incluían uno de estos meses extra, se cree que de forma alternada y así quedaba un descuadre de solo 3 días. Así todas las fiestas quedaban más o menos cuadradas en el lugar que les correspondía. 

Por tanto este es el motivo por el que algunos años tenían 12 meses y otros 13. Añadiendo estos dos meses extra, el ciclo lunar y el solar quedaba bastante compensado, aunque nunca al 100%, el ciclo se cuadraba completamente cada 30 años como ya anticipamos al principio del artículo. Es por ello que se dice que cada 30 años los celtas completaban un siglo celta.



Así nos quedaría el calendario

* Mid… (empezando por él, sería el mes extra que se repetiría cada 5 años)
1.     Samonios, significa tinieblas. Tiene lugar entre finales de octubre, principios de noviembre.
2.    Dumannosios, significa brumoso u oscuro. Noviembre/diciembre. Camino del invierno.
3.     Rivros, significa escarcha. Diciembre/enero.
4.    Anagantios, tiempo de estar en casa. Enero/febrero.
5.    Ogronios, mes frio o frescor. Febrero/marzo.
6.     Cutios, significa lluvia y viento, para nosotros coincide con el principio de la primavera. Marzo/abril.
* Ciallos Bis Sonnocingos (mes extra que se repetiría cada 5 años)
7.    Gianmonios, significa fin del invierno. Acababa la parte oscura del año para dar inicio a la parte clara. Se celebraba la mágica fiesta de Beltane. Abril/mayo.
8.    Simivisonnios, significa mes brillante. Mayo/junio. Marcaba la mitad de la primavera.
9.    Equos, significa caballo y simbolizaba que ya se podía salir por los campos. Junio/julio.
10.  Elembivios, significa venado o ciervo, celebraba el verano con la fiesta de Lugnasadh. Julio/agosto.
11.   Edrinios, significa fuego o tiempo caluroso. Agosto/septiembre.
12.  Cantlos, tiempo de cantar, se recogían las cosechas y la gente cantaba en el campo mientras trabajaba. Septiembre/octubre.

4. El año
Siguiendo esta misma filosofía, el año también se dividía en dos mitades, la mitad oscura y por ende el inicio del año celta tenía lugar justo en el punto medio entre el equinoccio de otoño y el solsticio de invierno, exactamente en la luna llena intermedia más próxima a ese punto medio. Su duración era de 6 meses y comprendía aproximadamente desde Samhain (entre finales de octubre y principios de noviembre) hasta Beltane (entre finales de abril y principios de mayo), que era cuando daba comienzo la etapa clara o de luz del año (los siguientes 6 meses). 

Las festividades solares celtas o sabbats eran festividades que principalmente honraban los sagrados ciclos de la naturaleza ligado a la siembra y la cosecha indicando así el paso de las estaciones, a la Madre Tierra y al culto de sus Dioses y Diosas. Llegados a este punto debemos aclarar que el término “sabbat” no era utilizado por los pueblos celtas para definir sus fiestas, es un término acuñado de forma más reciente para referirse a esas 8  festividades más importantes o más conocidas.

Las festividades solares se dividían en sabbats mayores y menores. Los sabbats mayores coincidían con los puntos medios entre los equinoccios y los solsticios (Samhain, Imbolc, Beltane y Lughnasahd o Lammas). Era el momento en el que la naturaleza de cada estación está al máximo de energía. * Al estar contemplado en el calendario de Coligny, este apartado está más desarrollando en el punto siguiente.

Los sabbats menores coincidían con nuestras estaciones actuales:

* Equinoccio, momento en el que el día y la noche tienen la misma duración (otoño y la primavera).

* Solsticio, momento en el que el día y la noche tiene duración diferente. En verano se da el día más largo y la noche más corta, (es decir hay más horas de sol) y en invierno por el contrario, el día más corto y la noche más larga (hay menos horas de sol).

Estas serían las fiestas correspondientes con los sabbats menores:

Solsticio de invierno – Yule (Navidad celebrada por los cristianos cuyo origen es celta).

Equinoccio de primavera – Ostara (Pascua cristiana cuyo origen es celta).

Solsticio de verano – Litha (Festividad de la Noche de San Juan, cuyo origen es celta).

Equinoccio de otoño – Mabon. La Diosa llora a su consorte caído y cambia su aspecto de madre a anciana.

En cuanto a las festividades lunares conocidas como esbats, estaban relacionadas con la veneración y adoración de la Diosa. Se celebraban las lunas nuevas (novilunios) y las lunas llenas (plenilunios) como nacimiento y culminación para honrar a la Diosa y la sagrada energía femenina. Cada ciclo lunar, luna nueva, luna creciente, luna llena y luna menguante era idóneo, junto con la posición de los planetas, el día de la semana y el momento del día para la recolección y uso de las plantas de modo que esa recolección se produjera en el momento de máxima energía de la planta, ya fuera para utilizarla para sanación como para la preparación de pociones, hechizos, rituales o bolsitas de protección, etc.
Aprovecho este momento para explicar que Luna negra no es sinónimo de Luna nueva. La Luna negra o Luna oscura es la ausencia de luna en el cielo, es el momento en el que la luna se encuentra de espaldas al sol y no puede ser vista desde ningún ángulo en la Tierra, tiene lugar justo después de la luna menguante. La luna nueva es el inicio de la luz, por tanto es la fase en la que aparece el primer arco luminoso de luz tras la Luna negra.




Fiestas contempladas en el calendario de Coligny.

Las fiestas celtas contempladas en el calendario de Coligny. Conocidas como los sabbats mayores y como ya hemos explicado para calcular el momento exacto de su celebración tenemos que hacerlo coincidir con la luna llena más próxima al punto intermedio entre los equinoccios y los solsticios y viceversa.

* Samhain: el día de luna llena del mes de Samonio. Hoy en día se celebra entre el 31 de octubre y el 1 de noviembre. Los cristianos adoptaron esta fiesta como El día de todos los Santos.

* Imbolc: no se sabe la fecha con exactitud porque falta esta información del calendario de Coligny. Se honraba a la diosa Brigid. Hoy en día su celebración se hace coincidir con la Calendaría, entre el 1 y el 2 de febrero en el mes de Anagantios. Momento en el que además se aprovecha para hacer y bendecir todas las velas que vamos a usar durante el año.

* Beltane: se celebraba la luna llena del mes de Giamonios. Hoy en día lo celebramos entre el 30 de abril y el 1 de mayo. Los cristianos con la cruz de mayo y los paganos con el “Maypole” o palo de mayo.

* Lughnasadh: se celebraba en la luna llena del mes de Elembivios. Hoy en día el 1 de agosto y se conmemoraba la recogida de la primera cosecha.

 
Sabbats hemisferio Sur
Sabbats mayores y menores para ambos hemisferios.


Hemisferio Norte
Fecha de celebración
Hemisferio Sur
Fecha de celebración
Samhain
31 oct./1 nov.
Beltane
31 oct./1 nov.
Yule
Solsticio de invierno (20/23 diciembre)
Litha
Solsticio de verano (20/23 diciembre)
Imbolc
1 al 2 febrero
Lughnasadh
1 al 2 febrero
Ostara
Equinoccio primavera (20/23 marzo)
Mabon
Equinoccio de otoño (20/23 marzo)
Beltane
30 abril/1 mayo
Shamain
30 abril/1 mayo
Litha
Solsticio de verano (20/23 junio)
Yule
Solsticio de invierno (20/23 junio)
Lughnasadh
1 y 2 agosto
Imbolc
 1 al 2 de agosto
Mabon
Equinoccio de otoño (20/23 septiembre)
Ostara
Equinoccio primavera (20/23 septiembre)


Simbólicamente, el Dios nace en Yule el 21 de diciembre. Será un niño durante Imbolc celebrado el 1 de febrero, se convertirá en adolescente en Ostara para el 21 de marzo y finalmente será adulto en Beltane el 1 de mayo. Litha, durante el solsticio de verano se encontrará en el punto máximo de su poder, y durante Lughnasadh o Lammas protegerá las cosechas y los animales en los campos mientras se hace consciente de su mortalidad y el comienzo de su decadencia. En Mabon, durante el equinoccio de otoño se empezará a preparar para su muerte, que tendrá lugar en Samhain, el 31 octubre.

Y su Diosa, desde el sagrado femenino lo acompaña, dándolo a luz en Yule. Será niña durante Imbolc y se transformará en doncella en Ostara durante la primavera, en su luna creciente. En Beltane se unirá al Dios y quedará embarazada para alcanzar su plenitud durante el verano, en su luna llena, momento en el que alcanzará el arquetipo de madre. En Mabon llorará a su consorte caído a la vez que se alegrará por estar gestando su semilla, entrará en su luna menguante, en su otoño de chamana y hechicera para alcanzar Yule convertida en anciana, en el invierno de su luna nueva, caminando hacia su interior y su renacer.

Como vemos todo son etapas ligadas a los ciclos sagrados y naturales de la Madre Tierra y la naturaleza.

En el blog tenéis enlaces a todos los sabbats, los podéis consultar si queréis ampliar la información y vuestros conocimientos clicando directamente sobre el nombre del sabbat en el penúltimo párrafo de este artículo. 

©Paqui Sánchez

 ©Paqui Sánchez