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Somos puentes de Luz que unen la Tierra con el Cielo

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lunes, 23 de septiembre de 2019

MABON, EL ÚLTIMO SABBAT. EQUINOCCIO DE OTOÑO



Mabon, el último Sabbat.
Equinoccio de otoño

Estos días no estoy muy inspirada, por eso no he escrito nada antes, pero como en estos últimos sabbats he hecho alguna publicación para explicaros algo de la celebración celta y cosas que poder hacer, vamos a ver si consigo que la musa de la inspiración me visite y se quede un rato conmigo. Tal vez la invitaré a un té de jengibre, que mi garganta comienza a presentar los primeros síntomas del cambio estacional y también necesita renovarse sacando fuera todo lo que se le quedó atorado para poder seguir avanzando.

Para mí Mabon es uno de los sabbats celtas más especiales, es en el que se celebra la segunda cosecha y coincide con el equinoccio de otoño, momento en el que el día y la noche tienen la misma duración, aunque la luz sabe que ha sido vencida por la oscuridad y a partir de ese momento la noche irá siendo cada vez más duradera en detrimento del día, en el que las horas de sol irán disminuyendo invitándonos a la meditación, el recogimiento y el descanso. Astrológicamente el sol entra en el signo de Libra, equilibrando la duración entre el día y la noche, pero como hemos dicho, la balanza se inclinará inexorablemente hacia la parte oscura del año, que triunfará sobre la luz.

Con el tiempo he apreciado que también se produce un cambio en el color de la luz del día, ya no es tan brillante y vibrante como en verano, se hace más sutil, más opaca, quizá más apagada, dulce y acaramelada. Es como cuando regulamos la luz de la lamparita para que no nos moleste tanto y sentimos mayor intimidad y calidez. Esa luz que se va menguando en intensidad nos da la oportunidad de ir quitándonos capas, nos invita a desnudarnos y a desprendernos no solo de la ropa para ponernos frente al espejo y observarnos intensamente, sino también de todo aquello que nos sobra y nos está molestando. Todo aquello que en cierto sentido nos pesa y no nos está permitiendo avanzar al ritmo que queremos, o entorpece de algún modo nuestro caminar por esta vida.



Mabon, es además el sabbat de cierre de ciclo, con él la Rueda del Año termina, puesto que como hemos comentado en otras ocasiones, el año celta daba comienzo a principios de noviembre, en Samhain y terminaba a finales de octubre. Por tanto, el ciclo natural de la vida termina con el último giro de la rueda del año ofreciéndonos la oportunidad de hacer un repaso de nuestra vida para ser conscientes, agradecer y alegrarnos de nuestros progresos y aciertos a la vez que nos brinda la oportunidad de introducir todos los cambios que creamos convenientes y necesarios para seguir teniendo una vida de calidad en la que podamos sentirnos cómodos, alegres y entusiasmados por cada nuevo paso que damos y el inicio de cada nuevo día.

El otoño invita al descanso, al recogimiento y a esa vuelta a nosotros mismos. Nos brinda la posibilidad de renovarnos por completo, de agradecer por lo recibido y de crear nuevas metas que queramos alcanzar, sin olvidar que solo es importante alcanzar la meta si aprendemos a disfrutar del camino que esta nos ofrece.

En Mabon, los celtas celebraban la recogida de la segunda cosecha, se terminaba de recoger el cereal y el maíz para almacenarlo y las frutas de invierno, se recolectan manzanas, peras, uva, la oliva, frutos de cáscara como las castañas, las almendras, nueces y avellanas, etc. Se agradecía a la Madre Tierra y al Dios y a la Diosa porque la cosecha hubiera sido abundante, ya que solo una buena cosecha permitía la supervivencia del pueblo durante el largo y duro invierno. La festividad debe su nombre al dios galés que encarna el principio de fertilización masculino. Los Druidas la llamaban Mea’n Fo’mhair (la segunda cosecha) y honraban al Dios del Bosque representado como un hombre verde, ofreciendo libaciones de sidra y vino a los árboles. Esta festividad es también conocida como “Cosecha del Vino” y “Festival de Ávalon”. El Cornucopia o “cuerno de la abundancia” es el símbolo de Mabon por excelencia.

Algunas de las tradiciones incluían la vendimia, cosechar y pisar la uva para hacer el vino y el mosto, también la sidra con las manzanas. Se recolectaban hierbas para el botiquín casero, se hacían coronas de hiedra y avellano para el dios anciano. Se hacían muñecos y se cubrían con mazorcas de maíz que representan la fertilidad de la diosa, su protección y su generosidad y auguraban que la siguiente cosecha fuera buena. Adornos en forma de Cornucopias como símbolo de la abundancia de las cosechas. Los colores de esta festividad son los colores otoñales, los rojos, anaranjados, dorados, marrones y violetas, que permiten sintonizar con las energías de la celebración.

Se veneraba a Mabon y su madre Modron, a Thor, Hermes, Deméter, Perséfora, Hades, Baco, Cernunnus… Además de todas las figuras de la Diosa Madre, que en este momento tomará forma de Anciana, pero ya lleva en su vientre la semilla que germinará dando a luz al nuevo Dios en Yule. 

La celebración de Mabon tiene lugar entre el 21 y el 29 de septiembre.



Las hojas maduran y cambian de color ofreciéndonos uno de los espectáculos más fascinantes, coloridos y mágicos de la naturaleza. Cuando están preparadas, se desprenden de su pecíolo y se precipitan hacia el suelo en una prefecta y armónica danza, para algunas, su último viaje, otras serán arrastradas por el viento para abonar y fertilizar otros suelos, otras tierras. A los pies de los árboles, un mullido colchón de variopintos tonos amarillos, rojizos, ocres, marrones y verdes, reposa para seguir su transformación hasta convertirse en alimento, mientras tanto, pone música a los paseos y pisadas con su bendito crujir anunciando que el ciclo se acaba, que la muerte está cerca, porque solo a través de la muerte seremos capaces de volver a renacer.

Y si estamos atentos a este ciclo, y observamos el comportamiento de los árboles, fijándonos en su paciente y pacífica transformación y lo extrapolamos a nuestras vidas, nos daremos cuenta que soltar es mucho más fácil de lo que pensamos, que transformarnos no tiene el porqué doler y que a veces duele mucho más seguir sosteniendo lo insostenible que soltando, liberando y dejando ir situaciones, pensamientos, tradiciones o personas tóxicas de nuestra vida que lo único que hacen es impedirnos ser nosotros mismos, liberarnos, avanzar y ser felices. Soltar es un arte que está relacionado con el desapego. Cuando suelto algo lo libero, pero principalmente también me libero a mí misma porque aquello que sostenía deja de hacerme daño y de obstaculizar mi camino, ofreciéndome la posibilidad de un cambio, una posibilidad de transformación y sanación. Y si descubro que todavía duele es porque realmente aún no he soltado aquella situación, pensamiento, creencia o persona que me estaba produciendo el dolor. Es porque me quedo apegada a ella, quizá porque temo lo que pueda ocurrir si libero. Sin embargo, el riesgo forma parte de nuestra vida, tenemos que atrevernos a hacer cambios, de lo contrario seguiremos viviendo siempre las mismas situaciones sin posibilidad de que algo nuevo y diferente entre en nuestras vidas para ofrecernos un cambio.



¿Qué podemos hacer para celebrar Mabon o el equinoccio de otoño?

* Los sabbats son fiestas de la naturaleza, por tanto lo primero que recomendaré será dar un paseo por ella, lo ideal sería un bosque, pero si no hay posibilidad, pues un parque, un lugar con árboles o plantas. Pasear sin prisas, dándote tiempo para respirar, sentir y contemplar desde el silencio. Observa los árboles, los colores y tonos de sus hojas, observa cuando estas se desprenden y su danza al caer. Fíjate en las raíces, las raíces siempre nos cuentan la historia del principio de los tiempos. Recoge hojas, palos, piñas, plumas, etc. Pueden servirte cuando tu creatividad se active y qué mejor que crear con parte de la naturaleza. Quizá puedas hacer una rueda o corona de otoño, algunos adornos, una guirnalda de hojas o un móvil con palitos de canela, piñas, rodajas de naranja y hojas. Una muñeca de otoño o un espantapájaros o tal vez te sirvan para añadir a tu altar algunos elementos que representen a los cuatro elementos. Y por supuesto, abrázate a los árboles para agradecerles y para pedirles que te obsequien con su energía y te ayuden a recargarte.

* Durante ese mismo paseo, si es posible, toma asiento en algún lugar tranquilo que llame especialmente tu atención, haz unas cuantas respiraciones conscientes y profundas y toma conciencia de ti misma, de tu cuerpo. Conviértete en una observadora de ti misma, sin juicio, simplemente observa y siente. Así se hace el camino interior. Haz este ejercicio con frecuencia durante todo el equinoccio, aprende a verte, a escucharte y a sentirte y en base a cómo sientas y las conclusiones que vayas sacando, haz tus peticiones en los esbats para ir centrándote y sabiendo lo que quieres conseguir en la vida o más concretamente en el momento actual que estás viviendo.

* Encuentra un momento para agradecer por tus logros y para escribir una lista de deseos de otoño. Parecerá una tontería pero tiene una gran finalidad, muchas veces ya no sabes lo que quieres en la vida o de la vida y simplemente vas “pasando el tiempo”, pero sin vivir realmente. Un modo de volver a conectarte con la Fuente es conocerte a ti misma, de hecho conocerte a ti misma es la verdadera tarea o el fin verdadero de tu vida. Si has estado huyendo de ti, cuando te “obligas” a hacer esta lista de deseos, tienes que entrar en contacto contigo misma, eso te ayuda a conocerte y a volver a integrarte en ti, a alinearte con tu propósito de vida y a cumplirlo con mayor ilusión. Muchas veces este reconectar de nuevo te activa y te pone otra vez en el camino, del que probablemente te fuiste saliendo sin darte cuenta y al que agradecerás volver.



* Como actividades te propongo hacer alguna vela de miel, de soja o parafina, como más te guste, de utilizar aceites esenciales para perfumarlas de canela, naranja, mandarina, bergamota, incienso, nerolí… aquel que más te llame o sea de tu gusto, para bendecirla y utilizarla cuando lo necesites. Puedes también decorarlas con canela, anís estrellado, piel de mandarina o naranja y alguna gema, para elegirla piensa antes para qué vas a programarla, si es para la prosperidad un cuarzo citrino te iría muy bien, si es para el amor (tanto para atraerlo como para trabajar con el amor propio) un cuarzo rosa, si es para mejorar la salud algún cuarzo verde, por ejemplo la venturina, si es para enraizar el jaspe rojo sería ideal, para ayudarte a expresarte y perder el miedo a hablar en público o utilizar las palabras correctas sin que se queden atoradas en la garganta podrías poner una piedrecita de lapislázuli o de sodalita, etc. Quizá también es momento de hacer tus jabones personales, bombas de baño para este tiempo más fresco, tus bordados o iniciar proyectos para tus jerséis, ponchos, etc. Prepárate tus labores y permite que nuevas ideas de creación lleguen a ti. Yo en este momento voy a hacer por primera vez unos inciensos caseros y naturales con hierbas. Cuando tenga todos los ingredientes y sienta que ha llegado el momento los elaboraré. Cualquier manualidad será una maravillosa creación.

* También puedes hornear algún pan o algún dulce con manzana, calabaza o boniato. Una simple tarta de manzana sería exquisita. Hacer alguna comida especial más elaborada. Pero si no tienes tiempo y quieres hacer algo que sea otoñal, pela una manzana, córtala a dados, añádele unas gotitas de limón para que no se oxide al estar en contacto con el aire, añádele una cucharadita de miel, unas pasas, algún piñón y espolvorea con canela. Y si quieres hacerlo más completo, pon en un bol un yogurt natural y después añades el resto de ingredientes sobre él. Podría servirte de desayuno o merienda y tan solo necesitas un par de minutos para elaborarlo.

* Limpia tus herramientas mágicas con sahúmos naturales y agua florida si dispones de ella. Reordena tu espacio. Crea el altar de otoño con elementos de la estación que representen a los cuatro elementos y donde puedan estar tus cositas preferidas y tus imprescindibles.



* Importantísima la limpieza de tu hogar, de sus energías, de tus armarios. Puedes usar sahumerios para eliminar las malas energías que suelen gustar sobre todo de las esquinas de las estancias, purifica cada habitación y friega el suelo con un chorrito de agua florida o en su defecto con infusión de romero. Si no tienes romero, ruda o salvia, echa en el agua un chorro de vinagre para desinfectar y arrastrar las malas energías. Haz la limpieza de tu hogar desde dentro hacia fuera hasta llegar a la puerta de entrada y mientras pasas la fregona piensa que tu casa está quedando limpia y las malas energías están siendo eliminadas. Dedica un rato a ordenar tu armario, tu ropa y a retirar todo aquello que ya no utilizas. Haz lo mismo en el baño y en los armarios de la cocina, la galería y resto de espacios. Ordena los papeles, ponlos e su lugar y quítalos de encima de bancadas, mesas, estanterías de libros, etc. Quita los adornos que estén rotos o ya no te gusten. Quita todo aquello que no te haga sentir cómoda, que cree desarmonía en tu hogar. Aligera el ambiente, dale un agua a las cortinas, al sofá y a los cojines. Ordena tus espacios sagrados, dedica un tiempo a tus cuarzos y a revisar tus cosas personales por si hay algo que ya no vibre contigo. Todo lo que retires de tu hogar que esté en condiciones, puedes regalarlo o donarlo, lo que no lo esté tíralo directamente a la basura. Si recibes algo de otro casa, hazle una limpieza energética para que armonice con tu hogar y con sus energías limpias y equilibradas. Da la bienvenida a las plantas nuevas, diles que están en un nuevo hogar y que ahora serás tú quien las cuide, así les será más fácil adaptarse a las nuevas energías.

* Dedícate siempre un rato del día, para escribir tus cosas, para leer, para sentirte y estar contigo, para tomarte un té, para tus labores, para tu altar, para danzar, para reír, para soñar. No es necesario en absoluto que todo lo que hagas tenga que ser productivo, el ocio es necesario y lo importante es que aquello en lo que decidas invertir tu tiempo te haga feliz y sentir bien. Y date también unos minutos al día para no hacer “nada”, a veces lo que parece una pérdida de tiempo, es la mayor riqueza que podemos disfrutar. Porque en ese “no hacer” está justo el motor de la vida.

* Y todo aquello que se te ocurra que te haga feliz y respete la vida de todos los seres, la tuya incluida.

En definitiva y para concluir haz todo aquello que te haga sentir bien, en paz y en armonía contigo misma y no solo hoy por ser el equinoccio o durante la celebración de Mabon, que te sirva para toda la estación. Y no olvides dedicarte muchos momentos de silencio y escucha, pues en otoño se emprende ese viaje interior hacia uno mismo que es tan necesario para equilibrarnos y ayudarnos a conocernos para saber qué queremos y poder conseguirlo. Es un viaje de recogimiento, solitario y personal en el que meditar, soltar y a la vez sostener aquello que merece la alegría seguir conservando.

Hagas lo que hagas, sé feliz.

No olvidemos que en el hemisferio sur comienza la primavera y la celebración de Ostara en la Rueda del Año.

©Paqui Sánchez

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©Paqui Sánchez

martes, 10 de septiembre de 2019

RITUAL DE LA VELA DE MIEL (11 Y 22 DE CADA MES)


 Ritual de la vela de miel
11 y 22 de cada mes

Las velas de miel, son velas hechas con cera de abeja virgen, las puedes hacer tú misma o bien comprarlas ya hechas. Si es posible, yo te recomiendo hacerlas en casa, todo lo hecho por ti tiene un valor especial y es como más natural, además de llevar tu energía, algo a lo que no prestamos mucha atención, pero que es muy significativo.

Hacer una vela es muy sencillo, tienes que derretir la cera (ya sea de abeja, parafina, soja…) sin sobrecalentarla, teniendo en cuenta que cada tipo de cera tiene un punto de fusión diferente, añadir color si lo deseas y cuando haya bajado un poco la temperatura, puedes incorporar aceites esenciales para darles aroma, pétalos de flores, cuarzos, etc. Todo depende de la intencionalidad para la que estás creando esa vela... Cuando veas que la cera empieza a cambiar un poco de consistencia y textura, entonces la pasas al recipiente que vas a utilizar para hacer tu vela. Has de tener en cuenta que la cera de soja necesita un soporte, funde muy rápido y siempre hay que ponerla en algún tipo de contenedor o vaso porque de lo contrario se desplomaría. Las otras dos, no es necesario porque su dureza y punto de fusión es mayor. No he utilizado otro tipo de ceras, con lo cual no os puedo hacer ninguna recomendación sobre otras, sí deciros que hay distintos grados dentro de la parafina y según para qué las deseéis es mejor elegir unos u otros. En mi caso, desde que probé la cera de soja, decidí dejar atrás la parafina, pero dependiendo del tipo de vela que desees hacer, necesitarás ceras distintas, también la hay de coco, que es parecida a la soja, y se utiliza para hacer velas para masaje por su bajo punto de fusión.

Para hacer las velas de miel o cera de abeja (que es lo que nos ocupa en esta ocasión), necesitas cera de abeja, o planchas de las que ya venden hechas. Las planchas tiene forma de panal y son muy fáciles de utilizar, tan solo has de cortarla a la medida de la vela que quieras hacer (se hace fácilmente con un cúter), se pone la mecha en uno de los extremos y con mucha paciencia y cuidado se va enrollando despacio y apretadita en torno a la mecha. Se puede utilizar un secador para ayudarte a dar un poco de calor a la plancha si la temperatura ambiente es fría y la plancha está muy rígida. Puedes cortarla de formas diversas para obtener velas con distintas formas o acabados.

La otra manera de hacerlas es con cera de abeja en barra o en escamas. Puedes poner la cera directamente en un cazo para derretirla o hacerlo al “baño maría”. El punto de fusión de la cera de abeja es de unos 60ºC, en este caso, utilizaríamos un molde para hacerlas o en su defecto un vaso para verterla, sin olvidarnos de la mecha de algodón para prenderla cuando vayamos a utilizarla.

Hay personas que utilizan la cera directamente sacada del panal. Hacen todo el proceso de derretir y filtrar la cera y cuando la cera está limpia de impurezas, proceden como acabamos de explicar para hacer sus velitas. Estas velas son respetuosas con el medio ambiente y no producen contaminación ni toxicidad, además ayudan a eliminar los restos del material que las abejas utilizan para elaborar su miel.

El ritual de la vela de miel es muy sencillo, hay más de una versión por la red, pero yo os voy a contar en primer lugar la que me enseñó Carola, ella hace unas velitas maravillosas y las hace siguiendo todo el proceso desde el inicio, compra la cera a un apicultor, la derrite, la filtra para eliminar las impurezas y después hace las velitas, prepara los paquetitos con las dos velitas que hacen falta para el mes junto con la explicación del ritual para utilizarlas correctamente, ofreciendo además información sobre sus propiedades y beneficios. 

Este ritual se hace los días 11 y 22 de cada mes. Según la numerología estos son números maestros, eso quiere decir que son días especiales, con energías especiales y que todo lo que se haga esos días, en cierto sentido se potencia y será más exitoso pues esa energía de la que hablamos está más conectada con el Universo. Según se dice el día 11 nos ayuda a abrir nuestros caminos terrenales porque su energía ayuda a potenciar nuestra fuerza de modo que nos resulta más fácil conseguir nuestros objetivos. El día 22 representa a la luz espiritual, la energía de este día, por tanto, nos va a ayudar a alcanzar el equilibrio espiritual, el número 22 está además relacionado con la realización de grandes obras y proyectos para la humanidad.

Carola me contó que ella hace este ritual los días 11 y 22 de cada mes para aprovechar esa energía mágica, no es necesario hacer nada a las velas, pues estas velas de miel llenas de vida no necesitan ser ungidas ni consagradas, la miel ya hace ese trabajo por sí sola. Lo que sí puedes hacer es coger la vela durante unos minutos entre tus manos, sentir su energía mientras le trasmites la tuya y meditar un poquito con ella antes de encenderla. La vela hay que prenderla siempre con cerillas de madera (evitar por tanto encendedores eléctricos o mecheros) y tiene que consumirse por completo durante el día, cuando se haya consumido, los restos se pueden tirar a una corriente de agua (o en su defecto a la basura). Ella dice que no hay que pedir nada, puesto que el Universo ya sabe lo que necesitas y él te lo traerá. Yo la siento más bien como una vela de agradecimiento por todo lo que recibimos y seguimos recibiendo. Además, cuanto más estamos en la energía del agradecimiento, más bendecidos somos, al contrario que cuando estamos en la energía de la queja, cuanto más te quejas, más situaciones de queja se manifiestan en tu vida.

La vela de miel cambia la energía de tu hogar, es una vela que endulza y armoniza favoreciendo la prosperidad y aportando tranquilidad, su aroma es delicado y exquisito. Al prenderla y calentarse la cera, desprende iones negativos que ayudan eliminar los iones positivos que emiten los aparatos eléctricos que solemos tener en casa, es por ello que decimos que cambia la energía transformándola y haciendo de tu hogar un lugar más acogedor en todos los sentidos.



Buscando información para documentarme sobre el tema, he encontrado otro modo de hacer este ritual, el ritual en sí es igual, pero en este caso sí que se hace una petición para conseguir algo que se necesite, se desee o se quiera atraer a vida de uno, mejorar la salud propia o de alguien o endulzar una situación que se ha tornado difícil. Si utilizas una vela de miel de las que van enrolladas, algunas personas escriben su petición en un papelito, desenrollan una parte de la vela con cuidado, meten el papelito con la petición dentro de ella y vuelven a enrollarla dejando el papelito dentro. La vela debe prenderse por la mañana, para que dé tiempo a que se queme por completo, ya que estas velas hay que dejarlas consumir en su totalidad y dentro del mismo día. Los restos de las velas de miel no se leen. Si tu vela de miel no es de las que van enrolladas y quieres hacer la petición, puedes escribirla igualmente en un papelito y dejarla debajo de la vela mientras esta va consumiéndose, puedes guardar el papelito con la petición para quemarlo en la vela que prendas el 22, o bien quemarlo en la llama de la vela ya prendida antes de que se consuma por completo, con cuidado de no quemarte. Otro modo de hacer la petición es coger la vela entre las manos y meditar con ella unos minutos antes de encenderla. Durante ese tiempo puedes pedir a la vela aquello que necesitas que se manifieste en tu vida mientras lo vas visualizando y le darás las gracias.

Hay más rituales: con tres velas, con una vela de miel el 11 y una vela morada el 22, etc., pero yo hoy quiero presentaros esta opción para no liarnos mucho.


La miel es considerada como un símbolo del “Yo Superior”, con lo cual puede ayudarnos a conseguir nuestros objetivos y potenciar la abundancia y la prosperidad, además de mejorar también el amor, el sexo, la felicidad y las energías positivas. Se dice que su poder es tan grande que hay que tener cuidado con lo que se pide y pronunciarlo de forma clara.
 


Esta tarde he preparado mis velitas con cera de abeja que tenía en casa y un molde que he comprado hace poco y está recién estrenado. Pasado mañana prenderé la primera vela de miel en casa y aunque no hay que olvidar que nosotros tenemos que poner de nuestra parte, quedo abierta a todo el bien que el Universo me quiera enviar.

Si no encuentras velas de cera de abeja, puedes utilizar una vela blanca y ungirla con miel.

Si no puedes esperar hasta el día 11 o 22, puedes encender tu vela de miel cualquier día del mes si así lo necesitas, pero recuerda que estos dos días en concreto son mucho más propicios.

Si decides hacer este ritual, puedes contarme en comentarios qué tal te ha ido y así compartimos experiencias.

¡Qué la miel te llene de vida y dulzura!

No quiero olvidarme de agradecer a Carola por compartir conmigo este precioso ritual y su modo de prepararlo y hacerlo. Muchísimas gracias por tu generosidad y por permitirme compartirlo aquí, en este espacio sagrado para mí.

©Paqui Sánchez

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©Paqui Sánchez