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Somos puentes de Luz que unen la Tierra con el Cielo

Somos puentes de Luz que unen la Tierra con el Cielo

jueves, 21 de diciembre de 2023

SOLSTICIO DE INVIERNO

 


Solsticio de Invierno

Unos días antes de la entrada del solsticio empieza a sentirse ese cambio tan característico en la intensidad de la luz.  Cada estación se define y cambia por la intensidad de la luz. En invierno la luz es más apagada, menos luminosa, más tenue, incluso más melosa, tal vez menos viva. Seguramente esta disminución de la luz y su intensidad, rinden culto a esta nueva estación que está gestándose. La oscuridad simboliza el letargo, el reposo, el recogimiento, la hibernación e incluso la propia muerte y fin del ciclo que volverá a dar inicio a la vida.

Esta luz tenue que envuelve nuestros fríos días, nos regala una estampa singular. Esos extremadamente helados dedos invernales van dejando estelas blancas e impolutas vistiendo de blanco inmaculado los parajes, los bosques, los campos y las ciudades. Es el retorno de la oscuridad, es la vuelta al vientre materno que nos brinda la oportunidad de reencontrarnos con nosotros mismos, con esa semilla que somos y, durante este período de recogimiento y descanso, recibimos el regalo del invierno, tiempo, tiempo para elegir qué semilla queremos hacer eclosionar en primavera para empezar a alimentarla y darle calor y sostén para hacerla crecer feliz y llena de esplendor.


Para los pueblos antiguos el invierno era una época del año extremadamente dura y aún hoy día sigue siéndolo en algunas partes del mundo. El Sol se alejaba de la Tierra para dejarla envuelta en sombras y el calor daba paso al frío invernal. La oscuridad traía consigo la merma paulatina de alimentos, pues los campos quedaban desprovistos de cultivos, agotados y yermos y el invierno era largo, frío y con noches interminablemente largas y numerosas. Y así, se iban agotando los víveres que se habían guardado con tanto esmero durante el verano y el otoño. 

Para paliar la falta de sol, se prendían troncos para mantenerse calientes y recordar que pese la dificultad que entrañarían los días venideros, la luz volvería a ganar la batalla a la oscuridad y el Sol retornaría renovado y cargado de fuerza para despertar de nuevo a la Tierra y llenarla de vida y energía. El elemento fuego además de dar luz y calor, también alejaba a los espíritus malignos y mantenía la unión de la familia a su alrededor, momentos que se aprovechaban para contar historias y relatar leyendas.



No recuerdo exactamente en qué momento de mi vida empecé a sentirme parte de los ciclos de la naturaleza, quizá cuando pasaba todo mi tiempo libre en los bosques de Irlanda, tal vez desde que nací o puede que incluso antes de llegar aquí. Lo que sí sé es que desde que me siento parte de la naturaleza y de sus ciclos, desde que vivo cada estación y le permito ser en mí, me siento más conectada con todo cuanto me rodea, me siento parte del todo y percibo al todo habitando en mí, latiendo en mi interior. Soy capaz de sentir y apreciar cada pequeño cambio en la naturaleza y siento que la gratitud rebosa en mi pecho y se expande sin límite.

La vida se gesta en invierno, cuando todo duerme y el único sonido plausible es el ulular del viento que se cuela entre las ramas desnudas de los árboles, a veces roto por el graznido de algún cuervo que nos recuerda que no estamos realmente muertos, sino en reposo, en silencio, reconstruyéndonos. Un reposo que pone fin y a su vez es el inicio de un nuevo ciclo de la naturaleza.


Los árboles y arbustos de hoja perenne se convirtieron en una esperanza de vida entre aquellas culturas antiguas que se quedaban maravilladas ante el verdor de las hojas y los frutos rojos de los mismos. Los convirtieron en símbolos de esperanza, protección y vida. Como una semillita de luz que titilaba en lo más íntimo y sagrado de los corazones, esa tímida llamita prendida que mantenía la ilusión y la confianza de que el Sol volvería para calentar la Tierra y con él la luz brillaría de nuevo más fuerte e intensa que nunca.

Los árboles, despojados por completo de sus hojas, sin miedo ni vergüenza a revelarse sin ropa nos siguen sorprendiendo con su maestría. Como si fueran esqueletos van dibujando siluetas en el horizonte y con sus dedos extendidos, acarician el cielo mecidos por los gélidos vientos del invierno. En sus ramas desnudas se van posando los pajarillos que resisten las mañanas heladas y las noches frías del invierno. 

Nos muestran que no están asustados por lo que dejaron ir, soltaron sus hojas con alegría porque recordaba que estas volverían a brotar cuando la estación fría llegara a su fin, la nieve se convirtiera en agua cantarina y los gélidos vientos de norte dejaran de soplar para tornarse en cálidas brisas marinas.



Las briznas de hierba que cubren el manto de la Madre Tierra amanecen cubiertas de perladas gotas escarchadas. En latitudes más altas de climas fríos, las temperaturas caen drásticamente y todo está cubierto con una gruesa capa de nieve blanca. Cuanta más nieve haya, mejor será el despertar de la primavera, mejores cosechas se augurarán, mayor esplendor llenará a la Tierra.

Sí, el invierno ya está aquí. Nos viene avisando desde hace días. Nos cubrimos con ropas de abrigo y calentamos nuestras manos alrededor de una buena taza de café o té o hiervas medicinales que nos darán calor y reconfortarán el cuerpo destemplado.


Caminemos despacio, en silencio, a ese encuentro con la esencia de todo cuanto sigue latiendo en el corazón de la Madre Tierra. Aprovechemos las pocas horas de sol que el invierno nos regala para recoger la luz necesaria que precisaremos cuando nos sentemos al lado de nuestras sombras para comprenderlas e iluminarlas. Arduo trabajo, como duro se muestra el invierno.

Es tiempo de reencontrarnos con la calidez que anida en nuestro interior, con la luz que somos. Para poder ver la luz, necesitamos rodearnos de oscuridad. Sincerándonos con nosotros mismos y sabiendo que eso que no nos gusta de nosotros forma parte de lo que somos y que en nuestro poder está decidir transformarlo en algo mejor. Solo quien llega a conocerse a si mismo alcanza el Nirvana y se libera de todo aquello que le impide volar.


Es momento de recordar que las semillas, alojadas en la oscuridad del vientre de la Madre Tierra, comienzan su lento proceso de germinación, que las llevará de la oscuridad más absoluta y necesaria para desarrollarse adecuadamente, a su espectacular eclosión con la llegada de la primavera. Cuando aumenta la luz del Sol y su cercanía a la Tierra, el hielo se convierte de nuevo en agua y la vida emerge una vez más llena de tiernos brotes verdes.

Haz como la Madre Naturaleza, no te resistas a los cambios, acepta tu transformación. Descansa, interioriza, dedícate tiempo de calidad para descubrirte, para estar contigo, para abrazarte y acunar tus sombras. 

Permite que cada invierno geste una nueva versión de ti, más auténtica, más pura, más luminosa y brillante.

Disfruta de tu invierno, recuerda cerrar los ciclos abiertos para que no te quedes viviendo en un invierno eterno y, cuando llegue la primavera, puedas florecer de nuevo y brillar con toda tu luz y esplendor.

Sé inmensamente feliz.

©Paqui Sánchez


©Paqui Sánchez

miércoles, 13 de diciembre de 2023

LA MAGIA DEL ACEBO

 


La magia del Acebo

          El acebo (Ilex aquifolium) es un arbusto o pequeño árbol de la familia de las aquifoliáceas, de crecimiento lento y que puede llegar a alcanzar unos 10 metros del altura. Es dioico, eso quiere decir que existen ejemplares hembra y ejemplares macho, ambos son necesarios para su proliferación. Actualmente es una especie protegida en varias partes del mundo, entre ellas España, ya que está en extinción debido a su excesivo uso como “adorno de navidad”. Al utilizar tantas ramas con bayas rojas para decoración (ejemplares hembra), se ha descompensado el equilibrio de la especie, que se siente amenazada y mermada su supervivencia.

Su tronco presenta una corteza lisa, de un color verdoso en sus primeros dos o tres años de vida que va alcanzado un tono grisáceo conforme se hace adulto. Es muy longevo, puede durar más de 100 años. Sus hojas son perennes, persistentes, duras, coriáceas, pecioladas y de color verde oscuro por el haz y verde más pálido en el envés. Presenta dos tipos de hojas, las de los acebos jóvenes y las de la parte inferior de los acebos adultos son espinadas, las de la parte superior de los acebos adultos carecen de espinas y son ovaladas. Esto se debe a que las hojas con espinas les sirven para defenderse, pero crearlas produce un gran desgaste a la planta, es por ello que en la parte superior las hojas son lisas. Las hojas son perennes y tienen una durabilidad de 5 años aproximadamente. Sus flores son blancas o rosadas, sus frutos esas bayas de rojo profundo que se conocen como drupas (porque contiene huesos en su interior), maduran en octubre/noviembre y pueden mantenerse durante todo el invierno en el árbol, hasta incluso la llegada de la primavera, convirtiéndose en prácticamente el único alimento para aves e incluso osos durante el frío y duro invierno.

Crece como sotobosque entre robles, hayas, castaños, majuelos y encinas principalmente y se puede dar a más de 2.000 metros de altitud. También pueden constituir bosques solos, de hecho en Galicia (y no solo allí) hay varios bosques de acebos. Su madera es tan dura que no flota en el agua, además de compacta y resistente a la podredumbre. Aunque  es difícil de trabajar, es muy apreciada por los ebanistas precisamente por sus cualidades. Es una madera blanca que tiende a amarillear, pero tintada, es muy parecida al ébano. El acebo es amante de la umbría, la humedad, las nieblas, las heladas y el frío, prefiriendo suelos silicios para su desarrollo.

Las bayas son tóxicas porque contienen gran cantidad de alcaloides. La ingesta de unas 20 bayas puede matar a un ser humano adulto, sin embargo se utiliza como planta medicinal en cantidades pequeñas y controladas. Su fruto sirve como purgante, para hacer vomitar (es mejor no utilizarlo) y la infusión de sus hojas se utiliza como diurético y laxante, así como para tratar fiebres, gota, reúma, artritis y catarros, entre otros. Es mejor tomarlo en flores de Bach o elixir floral.

Tengo un libro muy bonito que se titula Los árboles sanadores de Gabriel Vázquez Molina y Jabier Herreros Lamas y bellamente ilustrado por la talentosa Marta Sarmiento. Es un libro especial porque trata a los árboles de manera mágica y quiero compartirte un pequeño extracto sobre el acebo.


El acebo, espino sagrado

El acebo representa la luz que aparece tras el sufrimiento y la lucha. Es un símbolo de esperanza. Puede alcanzar los 10 metros de altura y nos acompaña permanentemente con esas hojas verde oscuras, similares a las del laurel, pero más coriáceas y recubiertas de espinas. Sus flores blancas y sonrosadas, aparecen solitariamente en primavera. Pero lo más representativo de este árbol es su fruto, esa lágrima roja que nos avisa de que hemos de cambiar, y lo hace de manera insistente, permaneciendo en el árbol hasta la primavera siguiente a su aparición, para no dar facilidades al olvido.

Simbolismo, carácter y energía

El rey acebo, arbusto sagrado y mágico para muchas culturas, da cobijo a las hadas y a otros seres mágicos del bosque y protege de malas energías. Es guardián de la luz y la vida. Represente la fortaleza espiritual tras el sufrimiento y la lucha; la fuerza dirigida por el amor y la compasión. Para avanzar en la vida con armonía interior, equilibrando nuestras emociones y las relaciones personales.

De carácter noble, orgulloso y atrevido. Tiene capacidad para superar todos los obstáculos de la vida y hacer brillar la luz en tiempos difíciles y oscuros. Amable, bondadoso y equilibrado, a veces algo confiado y perezoso. Representa al líder espiritual en los momentos duros.

La magia del acebo nos ayuda en la amargura y el resentimiento. Para cuando la alegría nos abandona y el corazón se endurece al amor y el sufrimiento nos ahoga. Llave sagrada del tesoro, del amor, que equilibra nuestras emociones y nuestra espiritualidad a través de la liberación del temor, la envidia y el odio.

La energía sutil del acebo desbloquea viejas pautas del pensar y el sentir diario y nos libera de sentimientos que nos envenenan el cuerpo y el alma.

Para personas con falta de cariño y amor, emocionalmente heridas. Para cuando los pensamientos son crueles y los sentimientos destructivos. Para los males del corazón, físicos y emocionales. Con esta planta conseguiremos recuperar la alegría, la juventud y la fe en la vida, aportándonos mayor flexibilidad, paz y seguridad para afrontar un cambio de actitud. Despierta en nuestro interior el poder de renacer tras la caída y el sufrimiento. Para transmutar los celos, la envidia, las ofensas, la rabia, la crítica y el odio a través del perdón, abriendo nuestro corazón al amor.

En magia natural, la utilizaremos como planta de protección física y psíquica. Para atraer la dicha, la suerte y el amor. Para armonizar lugares y disputas. Conviene tener en el jardín o el huerto un acebo para atraer sus cualidades protectoras y mágicas.

Mensaje

Soy la luz en la oscuridad. Despierto el amor en mi corazón y vivo la vida con alegría y equilibrio. Destierro todos los sentimientos de odio, rencor, envidia y maldad, que me destruyen por dentro. Soy capaz de amar y de sentirme amado.”

 



El acebo en la cultura Celta.

Los celtas lo llamaban Tinne, ya que era considerado un árbol sagrado para ellos, era el guardián de la sabiduría durante la parte oscura del año. Simbolizaba la protección, la fertilidad, la fuerza y vitalidad, la buena suerte y el renacimiento.

Tenía una connotación de esperanza, de inmortalidad y renacer, pues cuando llegaba la época oscura del año, era de los pocos árboles cuyas hojas siempre verdes no caían dejando al árbol desnudo y esto para ellos denotaba fuerza, vitalidad, resistencia e incluso la eterna inmortalidad. La esperanza de que la luz ganara la batalla a la oscuridad y la naturaleza retornaría a la vida a la vez que volvería a brillar la luz del Sol para descongelar y calentar de nuevo la Tierra. Lo perenne, tenía un trasfondo de eterno, de perdurable, de inmortal. Sus frutos rojos, gotas rojas dadoras de vida se consideraban símbolo de vida eterna.

Según la mitología celta, estas son algunas de las cualidades del acebo:

* Protección: Se creía que el acebo protegía a los hogares y a las personas de los espíritus malignos y las energías negativas, es por ello que se utilizaba en ciertas festividades celtas colgados en las puertas de las casas y en los lugares sagrados para garantizar así esa protección.

Por ello era muy común utilizarlo como amuleto de protección. Se dice que los guerreros celtas llevaban ramas de acebo en sus armaduras o escudos durante los combates para asegurar su seguridad y el éxito en la batalla.

Asimismo era usado como protector de sueños, para evitar pesadillas y visitas nocturnas no deseadas, se colocaba una rama de acebo en cada esquina de la cama.

Para buscar respuestas, se ponían unas hojitas de acebo bajo la almohada y estas llegarían durante el sueño.


* Energía positiva: Se creía que este árbol era capaz de renovar las energías y purificar el espacio que lo rodea. Por lo tanto, se le atribuía la capacidad de traer buena suerte y fortuna a aquellos que lo portaban. Ahuyentaba la enfermedad y atraía salud y bienestar.

Se decía que llevar una ramita de acebo cerca del corazón alejaría los malos sueños y atraería la felicidad y la prosperidad.

Para atraer la buena suerte, guarda unas hojas de acebo en una bolsita y llévalas siempre contigo.

Si pones una hoja de acebo en tu coche, tendrás un amuleto que te protegerán de averías y accidentes.

Para limpiar tu hogar de malas energías, pon unas hojas secas de acebo en el cubo de fregar y limpia tu casa comenzando desde la parte  interna hacia la puerta de entrada. También puedes poner algunas hojas de acebo en las esquinas para que no se acumulen las malas energías en ellas.

* Conexión con el mundo espiritual: Según la mitología celta, el acebo era considerado un puente de conexión entre el mundo de los vivos y de los muertos. Se le atribuía la capacidad de comunicarse con el más allá, los seres divinos y de guiar a las almas en su tránsito después de la muerte. Es por ello que se utilizaba en rituales y ceremonias relacionadas con la invocación de los espíritus.

* Renacimiento y ciclo de vida: El acebo también representaba el renacimiento y el ciclo de la vida. De hecho el que sus hojas perennes permanecieran verdes y brillantes durante todo el año, simbolizaba que pese a los momentos duros y oscuros que traía el invierno (o la vida en sí), la vida seguía perdurando, renovándose, reinventándose y comenzando de nuevo con cada amanecer, sin perder la esperanza, con confianza, con fe, con alegría.

 El acebo es el prototipo del crecimiento interior y la sinceridad, es el paradigma de la franqueza, la rectitud y la honradez. Es por ello que las varitas mágicas de los druidas se hacían con ramas de acebo, ya que eran empleadas en los juicios druídicos como testimonio de la verdad.

Era un árbol respetado y admirado por su elevada energía y su nobleza. Un árbol sagrado en virtud del poder que poseía.

Actualmente, se sigue relacionando al acebo con el amor divino universal. Tiene la capacidad de transformar en amor los sentimientos negativos como la ira, el enojo, el miedo, la desconfianza, la envidia, el odio y los celos. Edward Bach descubrió en sus flores la capacidad de sanar el corazón reconectándolo con el amor que emana de nuestro interior.

Al investigar sobre el acebo para crear esta publicación, me he dado cuenta que hay una gran confusión entre el acebo y el muérdago. Muchas veces se utilizan imágenes del acebo cuando están hablando del muérdago y sus propiedades.

 ¿Tú también te lías?

Si es así, vamos a esclarecer este error para que no sigas confundiéndolos.


El muérdago (Viscum álbum), es una planta perenne y semiparasitaria perteneciente a la familia de las santaláceas y crece sobre las ramas más altas de diversos árboles, principalmente especies de hoja caduca como el manzano, el peral, el álamo, pinos silvestres y excepcionalmente sobre robles. Sus hojas son lanceoladas, de color amarillo verdoso, enteras y de textura correosa, se disponen en pares opuestos, sus flores son dioicas y de color amarillo verdoso. Está formado por tallos dicotómicos que pueden llegar a medir hasta 1 metro, separados en varios ramos ahorquillados, cilíndricos y divididos por nudos. El fruto es una baya pequeña que empieza siendo verde y cuando madura se vuelve de color blanco o amarillo traslúcido. Las bayas son tóxicas y se disponen de tres en tres, necesitando 9 meses para desarrollarse. Hay una especie en Europa y la Península Ibérica llamada Viscum Cruciatum cuyas bayas son rojas. En Estados Unidos se emplea el llamado Phoradendron Serotinum de frutos rojos.

Los druidas lo consideraban sagrado, definiéndolo como un “Regalo del cielo” por carecer de raíces que lo sujetaran a la Tierra. Sus bayas se consideraban una representación de la esencia masculina divina como símbolo de la fertilidad. Se le otorgan poderes mágicos y se dice que atraía la buena suerte. Se le atribuían propiedades medicinales, tranquilizantes y antiespasmódicas, utilizándose contra la epilepsia, las convulsiones y los vértigos, entre otros.

Si te interesa que te cuente más sobre el muérdago dímelo en un comentario y preparo una publicación sobre él y cuál es el verdadero significado de que se colocara una ramita de muérdago sobre las puertas de las casa en la época oscura y de intenso frío. ¿Será cierto lo de besar debajo del muérdago? ¿De dónde viene la tradición? Ya te adelanto que de las películas americanas no, jijiji.

Por ahora quedaros con la idea de que las bayas del acebo son de color rojo y sus hojas coriáceas, espinadas y de color verde intenso por el anverso, mientras que las bayas del muérdago son blancas (aunque también pueden encontrarse baya rojas) y con hojas lanceoladas de color amarillo verdoso. Sería principalmente en sus hojas en lo que debemos fijarnos para diferenciarlos.

Gracias por la generosidad de aquellos que comparten sus imágenes que ayudan a que las publicaciones sean más bonitas.

Sé inmensamente feliz.

©Paqui Sánchez


©Paqui Sánchez


martes, 12 de diciembre de 2023

PORTAL 12 DEL 12

 


Portal 12 del 12

El Portal 12 del 12 es el último portal del año, un evento astral y espiritual que se celebra el 12 de diciembre de cada año. Los portales suelen caracterizarse por ser momentos en los que se mueve una intensa energía de alta vibración que ayuda en los procesos de transformación, evolución y crecimiento tanto personales como espirituales.

En este caso, al ser el último portal del año, simboliza el final de un ciclo y el inicio del siguiente, una especie de muerte/resurrección. Nos ofrece la posibilidad de dejar atrás lo viejo, lo que ya no nos sirve, viejas costumbres y patrones que nos bloquean y aprisionan coartando nuestra libertad. Pueden ser pensamientos, ideas, lastres de cualquier tipo, amistades con las que hemos dejado de tener afinidad, proyectos o negocios que no han funcionado o con los que ya no nos sentimos identificados…

Todo lo viejo ha de morir para dar paso al nacimiento de lo nuevo. Esta energía que entra en estas fechas del año nos incita a realizar cambios positivos para nuestras vidas, nos recuerda la necesidad de reconectar con nuestra propia esencia original y alinearnos con ella y con nuestro propósito de vida.

Es un portal propicio para la manifestación de deseos, dejando atrás viejos patrones y abriéndonos a lo nuevo, estableciendo nuevas metas que nos alineen con el flujo cósmico para que todo se dé como debe ser.

El portal 12 del 12 nos permite realizar el proceso de acabar un ciclo liberando las cargas y conflictos del pasado, para comenzar un nuevo año renovados por la luz y la sabiduría adquirida hasta el momento. Sintiéndonos capacitados para el siguiente desafío que la vida nos ponga por delante y asimilar su aprendizaje para seguir con nuestra evolución anímica.

En numerología, el número 1 representa el liderazgo, creatividad, la innovación, la pasión, la energía y el control, mientras que el número 2 evoca la paz, la cooperación y el trabajo conjunto. La combinación de ambos números da como resultado la intención centrada en el liderazgo del número 1 con la energía intuitiva centrada en la colaboración del número 2.

El número 12 representa la completitud, la armonía y la perfección. Además de la totalidad y la excelsitud, está relacionado con la estabilidad, el equilibrio, el orden, la intuición, la voluntad, la unión de cuerpo, mente y alma, el positivismo y la energía pura. Asimismo significa finalización y autoexpresión creativa e individualista.

Refleja una armonía natural y una conexión entre el ser humano y el entorno simbolizando la plenitud y la excelencia. En la antigua mitología griega, los griegos elevaban sus plegarias a los 12 dioses del Olimpo, quienes gobernaban sobre distintos aspectos de la vida y eran considerados las deidades principales. En el judaísmo se hace alusión a las 12 tribus de Israel. En el cristianismo se cita a los 12 apóstoles seguidores de Jesús o las 12 iniciaciones sagradas de la numerología Egipcia.

En la astrología, el número 12 se relaciona con los signos del zodiaco, representando así la diversidad de personalidades y características humanas. Asimismo, se asocia con el ciclo de las estaciones del año, los meses y la división del día y la noche en doce horas cada una.


¿Qué ocurre durante este portal 12 del 12?

* La Tierra, el Sol y el centro de la Galaxia se alinean. ¿Qué quiere esto decir? La Tierra simboliza la materia, el Sol la voluntad y la consciencia y el centro de la Galaxia el núcleo de todas las entidades humanas. La conexión de las tres fuerzas da como resultado la posibilidad de lograr grandes cambios para el nuevo ciclo.

* Se recibe energía cósmica de alta vibración que incita al cambio, al cierre de ciclos que dará paso a nuevos comienzos.

* Es un portal que permite limpiar el pasado en armonía y abrir nuevas puertas llenas de infinitas posibilidades.

* El portal estará abierto desde el 12 del 12 hasta el 21 del 12.

* Es un portal que brinda impulso y motivación para efectuar los cambios que necesitas en tu vida.

* En la numerología egipcia significa autodominio.

* Portal de transporte a los reinos superiores.


¿Qué se puede hacer durante el portal?

1. Meditar. Meditar siempre te reconecta con tu Ser y para cualquier cosa que decidas hacer durante el día, sería muy recomendable que estés en paz y armonía y con tu vibración lo más alta posible.

2. Pasear por la naturaleza o un lugar favorito que te inspire, también es una forma de conectar contigo, con tu propósito de vida, con tus dones y talentos y elevar así tu vibración.

2. Limpiar y ordenar. Cuando limpias y ordenas tu espacio vital, es decir, tu hogar, tu dormitorio, tus efectos personales, tiras las cosas rotas y aquellas que ya no te sirven y que están ocupando sitio… energéticamente ocurre algo mágico y es que también tus ideas y tu mente se liberan y dejan sitio para lo nuevo. Es como si se aliviara un peso que había sobre los hombros y del que no eras consciente.

3. Reflexionar para dejar ir. Para manifestar aquello que queremos en nuestra vida, primero debemos dejar ir lo que ya no nos interesa en ella. Por tanto, dedica tiempo a reflexionar sobre los últimos meses. ¿Qué te ha hecho feliz? ¿Qué cosas has disfrutado y qué cosas no? ¿Qué cambiarías para estar mejor? ¿Qué es lo que ya no quieres en tu vida? Podrías escribir una lista de cosas que quieras dejar ir de tu vida durante este cierre de ciclo. Recuerda que hay que “dejar ir” con gratitud y amor. Finaliza este ejercicio quemando el papel que has escrito prendiéndolo con la llama de una vela.

4. Manifiestar. Ahora que has liberado espacio y has dejado marchar lo que ya no quieres en tu vida, es momento de manifestar o decretar aquello que sí quieres en ella. Escribe una lista con aquello que quieras manifestar para tu vida. Aquello que hace que vuelva a asomar una sonrisa en tu rostro, que desees lograr con todas tus ganas, metas que desees alcanzar, sueños que aún no han llegado. Sé muy claro y conciso a la hora de decretar y créete capaz de alcanzar esas metas que te propones, el portal está aquí para eso, para brindarte la energía y el impulso que necesitas para conseguir tus propósitos. Decreta en positivo y con actitud, como si ya estuvieras disfrutando de aquello que estás pidiendo para tu vida. Cuando tengas tu lista terminada, quema esa lista con la llama de una vela para liberar esas intenciones al universo con la confianza de que aquello que necesitas se manifestará. 

Ritual: Puedes preparar un pequeño altar, en un platito abre un círculo de sal, puedes ayudarte con los dedos para crear un hueco en el centro donde ubicar una velita rosada y escribir tus manifestaciones en una hoja de papel (recuerda en positivo y como si sintieras la alegría de que ya esté en tu vida). Cuando tengas tus manifestaciones y antes de que la vela se consuma por completo, dobla el papel y quémalo con cuidado con la llama de la vela, con la confianza de que al liberar esas intenciones les estás otorgando ese poder de manifestación.

Otro ritual que puedes hacer es coger una hoja de papel y escribir en ella 12 manifestaciones. Manifiesta siempre en positivo y como si ya hubieras logrado aquello que deseas. Léelas en voz alta o para ti durante 12 días y transcurrido ese tiempo puedes preparar tu pequeño altar y quemarlas.

5. Es un buen momento para cambiar malos hábitos alimenticios o de cualquier tipo que tengan que ver con tu salud física o mental. Aliméntate de manera saludable, haz ejercicio de forma regular para estar sano y ágil. Revisa si beber y fumar te beneficia en algo. Vigila tus pensamientos, dale espacio a tus emociones, conversa con personas de tu confianza. Cuidar de ti, es una de las mejores formas de amarte y amar al prójimo. Si no puedes hacerlo solo, pide ayuda a tus seres queridos, seguro que te aconsejarán qué hacer y encontrarás buenos profesionales que te ayudarán a encontrar de nuevo tu camino.

6. Decretos. Puedes crear algunos decretos del tipo:

* “Estoy en perfecta conexión y armonía con la divinidad.”

* “Un nuevo ciclo de prosperidad, abundancia y bendiciones llegan para mí y para mis seres queridos.”

* “Me siento en equilibrio y alineado con mi propósito de vida. Disfruto de lo que hago y agradezco por todo lo que tengo.”

Haz tus propios decretos, esos que se sientan en sintonía y armonía contigo y que resuenen con tu propósito de vida.

7. Rituales. Pues hacer los que te indicamos aquí o inventar tu propio ritual si así lo sientes en función de lo que necesites. Recuerda que el elemento fuego es transmutador y dador de vida, pues es el calor del Sol el que sostiene al Planeta con vida y Sagitario, que es el signo en el que nos encontramos en este momento del año, es un signo de fuego.

Hagas lo que hagas, recibe con amor y gratitud esta energía para que te ayude a conectar contigo, cerrar ciclos y abrirte a nuevos paradigmas que te aporten sabiduría, expansión, consciencia y entusiasmo.

Feliz 12 del 12. Disfruta del portal y de este día.

Información recopilada de diferentes fuentes de la red, además de la sabiduría interna procedente de la Fuente. 

Gracias a quienes comparten con generosidad las imágenes que siempre aportan belleza a los post.

©Paqui Sánchez

©Paqui Sánchez


lunes, 4 de diciembre de 2023

LA LEYENDA DEL REY ROBLE Y EL REY ACEBO

 



La leyenda del Rey Roble y el Rey Acebo

Una antiquísima leyenda celta cuenta que el Rey Roble (Oak King) y el Rey Acebo (Holly King) eran hermanos gemelos, totalmente opuestos el uno al otro y enemigos acérrimos. Sin embargo, no se sentían completos el uno sin el otro, era como si fueran la mitad de un todo. De hecho así era, cada uno rigiendo la mitad de un ciclo donde la muerte de la luz daba paso al reinado de la oscuridad y viceversa, completando así un ciclo natural de la naturaleza, un nuevo giro de la Rueda del Año celta. Con cada batalla, la muerte de un ciclo daba paso al renacer del siguiente y así sucesivamente, mostrando que ambos eran necesarios y complementarios.

Se dice que quizá no son dos dioses, sino un solo dios mostrando los aspectos duales del Dios Astado con esas batallas continuas entre la luz y la oscuridad poniendo patente esa parte de luces y sombras que todos tenemos.


La leyenda narra que cuando el sol del verano calienta la tierra, la gente, en especial los niños, se arrimaban alrededor de las anchas ramas del Rey Roble para disfrutar de la sombra que las mismas les proporcionaban. El Rey Roble sonreía con un crujir de corteza y un susurro de hojas mientras disfrutaba de la alegría que desprendían sus súbditos al proporcionarles sombra en esos días tan cálidos.

Un día llegó el cambio de estación y con él, el equinoccio de otoño y las hojas del Rey Roble comenzaron a ponerse amarillas y después marrones, desprendiéndose de sus peciolos para caer a los pies del Roble y acabar secándose en el suelo. Los niños, en busca de cobijo,  se fueron arrimando a su tronco, pero el Rey Roble ya no podía protegerles como antes, pues sus ramas estaban totalmente desnudas.

Con la llegada del solsticio de invierno todo empeoró, una nevada copiosa cubrió el valle por completo con su blanco e impoluto manto. Los niños dormían pegados unos a los otros en busca de calor, pero todos tiritaban de frío, en las retorcidas ramas del viejo roble no quedaba ni una sola hoja que los protegiera.

De repente, uno de los niños se puso de pie y señaló al horizonte:

- M–i-r-a-d – exclamó con dificultad, pues los dientes le castañeaban y le temblaba todo el cuerpo debido al frío que tenía.


Por la colina subía un ser de gran altura y larga barba blanca. Su apariencia era como la de un anciano. Estaba cubierto de hojas de color verde oscuro, cortas, pero muy abundantes, eran hojas dentadas y espinadas. Su cabello enmarañado y la copiosa barba ensortijada se mostraban henchidos de pequeños frutos rojos redondeados que resaltaban sobre su nívea blancura.

- ¿Quién sois? – preguntaron los niños, asombrados de que sus hojas no se hubieran marchitado y caído con la llegada del invierno como le había sucedido al Rey Roble.

- Soy el Rey Acebo, hermano gemelo del Rey Roble – respondió el anciano a la vez que extendía sus manos como si fueran enormes ramas, cubriendo con ellas a todos los niños, procurándoles el cobijo que el Rey Roble ya no podía brindarles.

El Rey Roble, enfadado, quiso atacar al anciano Rey Acebo. No quería que le arrebatasen a sus súbditos. Sin embargo, el Rey Acebo paró el golpe con su lustroso follaje de hojas verdes y sujetó al marchito árbol diciéndole:

- Escúchame bien, ha llegado el momento de tu retirada. Descansa durante el invierno y retorna en primavera, cuando tus ramas vuelvan a estar vestidas de hojas verdes y puedas proteger de nuevo a tus súbditos.

Y aunque apenado y derrotado por su hermano, el Rey Roble comprendió que estaba tan agotado por la falta de luz, que era necesario emprender el viaje hacia su interior hasta recuperar su energía y volver a llenarse de esplendor cuando la luz volviera a vencer a la oscuridad.

Los niños se tumbaron a los pies del Rey Acebo para que este los protegiera de los duros y fríos días invernales. Y precisamente ese es el motivo por el que en los hogares se continúan colgando ramas de acebo durante el invierno, para que el Rey Acebo los siga protegiendo.

Y así, cada solsticio los hermanos se enfrentaban en las batallas de luz y oscuridad, venciendo cada vez uno de ellos mientras el otro se retiraba a las llanuras astrales para servir a la diosa Arianrhod en su rueda de estrella de plata mientras esperaba el momento de su solsticio de reencarnación.


En aquel tiempo, los celtas dividían el año en dos mitades, la parte oscura empezaba en el solsticio de verano, momento en el que la luz comenzaba a disminuir en detrimento de la oscuridad y el Rey Roble era vencido por el Rey Acebo. Sin embargo, durante el solsticio de invierno ocurría lo contrario, la luz comenzaba a ganar terreno a la oscuridad y el Rey Roble vencía al Rey Acebo.

Podéis encontrar variaciones en la fechas de las batallas entre la luz y la oscuridad, hay quienes dicen, y no sin falta de razón, que las batallas entre los dos Reyes tienen lugar en los equinoccios, por lo que el Rey Roble se encuentra mucho más fuerte desde el equinoccio de primavera y sobre todo durante el verano (Litha) y el Rey Acebo empieza a adquirir esa fuerza desde el equinoccio de otoño, para convertirse en dominante durante el invierno (Yule).

Cada final de ciclo se anunciaba con el sacrifico del rey que había estado gobernando esa mitad del año. 


El Rey Roble era el señor del verano, de la parte de año en la que la luz prima sobre la oscuridad, gobernante de la Tierra cuando esta está más cerca del Sol, arrojando luz sobre los días. Se le representa como el dios de la fertilidad y en ocasiones es conocido como el hombre verde  o señor del bosque.

Por otro lado, el Rey Acebo era el señor del invierno, de la parte oscura del año, soberano del frío y del reino blanco y la noche. Se representa como un señor mayor con una espesa y poblada barba blanca, viste de verde y rojo, de mirada afable, gran sabiduría y bondad sin precedentes, sobre todo hacia los más pequeños. A veces conduce un carruaje guiado por ocho ciervos. Es por todo ello que se piensa que podría ser el origen de Santa Claus, ya que se muestra como una versión un tanto boscosa del mismo.

Tanto el Roble como el Acebo están asociados al elemento fuego y manifiestan ese fuego interior que se convierte en la antorcha o la luz que aporta valor y coraje para enfrentar situaciones complicadas, toda vez que la llama danzarina del elemento fuego nos conecta con la alegría de vivir y la fuerza interna que nos ayudará a encontrar nuevos horizontes y vencer nuevos retos por llegar.

Robert Graves y Sir James George Frazer escribieron sobre esta batalla. Graves, en su obra La Diosa Blanca, aseveró que el conflicto entre ambos reyes, se hace eco en otras parejas arquetípicas, poniendo como ejemplo a las peleas entre Sir Gawain y el Caballero Verde, o entre Lugh y Balor en la leyenda Celta. Todas tienen en común que uno debe morir para que el otro triunfe.

Documentado en distintos artículos que he encontrado por la red.

Gracias por llegar hasta aquí, espero que hayas disfrutado de esta lectura, a mí personalmente me encantan las leyendas.

Gracias por las imágenes que acompañan este artículo y a las personas que las comparten.

©Paqui Sánchez


©Paqui Sánchez