
Celebremos Yule, el
regreso del Sol
Podríamos decir que esta fiesta pagana que actualmente se
celebra como “Navidad” y que coincide con el solsticio de invierno, tiene su
origen en la Escandinavia previa al cristianismo y en los pueblos celtas europeos. Se
celebraba durante 12 días y seguía los ciclos de la naturaleza coincidiendo ésta
con el fin del ciclo agrícola. Los días se hacían más cortos indicando que
tanto el Sol como la naturaleza se tomaban un descanso que también decidieron
adoptar los habitantes de los pueblos nórdicos. Durante este período de reposo,
celebraban la fiesta más importante para ellos, Yule. Era la fiesta de la
fertilidad, la familia, la amistad y la hospitalidad.
El día del solsticio coincide con el día más corto del
año y la noche más larga, marcando el final de la oscuridad y el regreso de la
luz, de hecho a partir de este momento, la luz empieza a ganar la batalla a la
noche y los días se van haciendo más largos a medida que el Sol comienza a
ascender de nuevo por el cielo. Por tanto lo que realmente se celebraba era la
vuelta de la luz, el triunfo de la vida sobre la muerte, de la luz sobre la
oscuridad. Un renacer a lo nuevo.
Las festividades de este tipo comenzaban con una ofrenda
a los dioses, para ello se sacrificaban animales, que después se ingerían con
la celebración de grandes banquetes. En este caso ese sacrificio se ofrecía
para honrar al Dios Frey, dios de la fertilidad en su aspecto masculino y que
era representado por el Sol naciente. Se preparaba una cerveza especial para estas
fechas, se comía el típico jamón de navidad o "juilskinka" y se hacían juegos para celebrar con la familia y
amistades. También se preparaban regalos para agasajar y obsequiar a los seres
queridos. Muchas de estas costumbres han perdurado en el tiempo y siguen
formando parte de nuestra cultura, sobre todo de los países del Norte de Europa
donde quedaron arraigadas con más fuerza por tener allí sus raíces.
Es una celebración de interior, quiero decir con esto,
que a diferencia de otras fiestas o sabbats celtas en las que las hogueras se
prendían en el exterior y las celebraciones eran multitudinarias y en el afuera,
en esta ocasión es una celebración más íntima, más familiar en la que las personas
se reunían en sus casas alrededor del hogar y el calor que éste emitía, y agradecían
por todo aquello que tenían, por estar vivos, a la vez que recordaban a sus
muertos y amigos que ya habían partido. Familia y hospitalidad eran la máxima
de esta celebración.
El Tronco
de Yule
Una de las tradiciones más antiguas era quemar el gran “Tronco
o Leño de Yule” la noche del solsticio, quizá para dar fuerza a ese Sol que
cada vez lucía más tímido y con la intención de hacer durar su luz hasta el
amanecer insuflándole energía extra, luz, color y calor. Recordemos que los pueblos
celtas y nórdicos honraban a la naturaleza y sus ciclos ofreciendo
continuamente rituales en honor a los Dioses y al Sol.
Ese tronco debía ser lo suficientemente grande como para
arder durante los tres días que el Sol permanecía fijo en el Norte hasta que
comenzaba su retorno hacia el Sur. También he encontrado otra información que
dice que el tronco debía de ser lo suficientemente grande como para arder los
12 días que duraba esta festividad y colocarlo de la manera más adecuada para
que estuviera prendido todo este tiempo sin apagarse. El tronco debía ser del
año anterior, se libaba con vino para darle la bienvenida y bendecirlo antes de
prenderlo. La intención era ahuyentar a los malos espíritus y garantizar la
fertilidad de los campos.
A las cenizas de
este tronco se le atribuían cualidades mágicas, pues eran portadoras de fortuna
y prosperidad, según se cuenta eran esparcidas por los campos para hacerlos
fértiles y que las cosechas venideras fueran abundantes. Se guardaba parte de
estas cenizas y carbones para prender el tronco del año siguiente, también se
ponían en saquitos que se portaban como amuletos de buena suerte y protección. Y restos de escollos y carbones se guardaban
para echar a la hoguera del hogar cuando había tormenta, así protegían sus
casas de incendios y rayos, también eran utilizadas estas cenizas en hechizos,
para la sanación y para crear círculos mágicos de protección para el hogar.
La tradición nos invita a salir al bosque en busca de ese
tronco de Yule, debe ser preferiblemente un tronco de roble que llame nuestra
atención y que ya esté caído, pues el roble era el árbol preferido de los
pueblos celtas; pero si no hay roble en la zona donde vives, te sirve
igualmente de pino, olivo, almendro, cerezo, haya, manzano, etc. Ese tronco se recoge
y se guarda durante todo el año, en vísperas del solsticio de invierno, se saca
de nuevo y se decora con esas plantitas perennes que se recogen el día del
solsticio, con frutas del tiempo, cintas, etc. Se dice que el tronco se puede
adornar entre tres días antes del solsticio y tres días después del mismo. De
las cintas se pueden colgar peticiones escritas en papelitos pequeños como si
fueran pergaminos, que enrollaremos y sujetaremos al tronco o bien a tronquitos
de canela en rama y rodajas de naranja desecada que a su vez servirán de
adornos, pueden ser deseos o peticiones personales o hacerlo en familia y que
cada uno escriba las suyas.
Para adornarlo se utilizan las plantas perennes que se hayan
recogido en el bosque y que se conservan en todo su esplendor, entre ellas
todas las coníferas y pináceas (abetos, pinos, cedros, cipreses…), hiedra,
algunas piñas, escaramujo para dar un puntito de color, o bien los mágicos y
sagrados acebo y muérdago, dependiendo del lugar donde vivas. Estas plantas
perennes representan la prosperidad y la vida en un momento del año en el que
todo parece estar en letargo, incluso muerto.

El acebo y el muérdago, son dos plantas mágicas y
sagradas para los druidas. Se dice que representan a la mujer y al hombre y al
fruto de su semilla. La mujer y sus ciclos lunares se reconocen en las bayas
rojas del acebo, mientras que las blancas del muérdago simbolizan el semen del
hombre que, al fecundar a la mujer, dan lugar a una nueva vida y a la perpetuidad
de la especie. Además aportarán protección y amor a nuestro hogar. Las culturas
antiguas hablaron de la sacralidad del acebo diciendo que su verdor perenne
simbolizaba la eternidad, sus bayas rojas la sangre como inicio supremo de la vida
y las espinas de sus hojas al hecho de que alcanzar aquello que es valioso,
cuesta. Del muérdago se dice que es un puente entre el cielo y la tierra, al
ser una planta epífita, es decir, semiparasitaria que crece sobre las ramas de otros árboles,
principalmente del roble, y no toca el suelo. Para los escandinavos, además de
sus propiedades mágicas, era un símbolo de paz y con ella se podía pedir tanto
una tregua en una batalla, como celebrar una boda entre los combatientes. También se dice que la tradición de besarse debajo del muérdago, que nunca debía tocar el suelo o perdería sus propiedades mágicas, es una costumbre que se remonta a los celtas.
La hiedra es una planta mágica muy
protectora, está asociada con el amor, la amistad y la sensualidad. Además de
con la voluntad, la perseverancia y la resistencia. Se la asocia al Mundo
Feérico, se dice que las hadas se esconden en su frondosidad y que se pueden
ver pequeñas luces que se encienden y se apagan en las noches de luna nueva. Su
energía aporta renovación, seguridad, confianza y superación. Su hoja perenne
simboliza la inmortalidad del espíritu, por ello es sagrada para algunas
culturas como la minoica y la celta.
La canela en rama atraerá prosperidad a tu hogar; unas
rodajas de naranja, suerte y buena fortuna además de felicidad conyugal. Las
piñas, por su parte, amén de utilizarse para la protección, fertilidad y
sanación; son símbolo del máximo grado de iluminación espiritual, de
perpetuidad y eternidad.
Hay quienes gustan decorar el tronco haciendo tres
incisiones en el mismo de modo que quedan tres huecos para colocar tres velas, una verde
que representa la perpetuidad ya que indica que la Diosa está en estado de
buena esperanza, también la salud; la amarilla representa al Dios y su nacimiento,
atrae la abundancia y la riqueza y la roja que representa al triunfo del amor y
a la vida, la protección y el éxito. Otras tradiciones utilizan velas de color
blanco, rojo y morado en representación de los tres aspectos arquetípicos de la
Diosa como Doncella, Madre y Anciana, siempre con la connotación de renovación.
Estas velas pueden prenderse el día del solsticio. Como
debemos ser flexibles, podemos adaptarlo a nuestras necesidades, no es
necesario que las velas vayan incrustadas en el tronco porque podría ser
peligroso si no están bien sujetas y el tronco firme sobre la superficie donde
queramos ponerlo. Simplemente podemos ponerlas delante de ese tronco en algún
candelabro o soporte para velas. O encender solo una vela. Recuerda que las velas no deben dejarse sin vigilancia por tanto, si quieres hacer la vigilia de la noche del solsticio y te vas a dormir, es mejor que las apagues y dejes encendida una velita artificial o la luz de un led.
¿Qué hacer hoy en día con el tronco? Depende de cómo lo
sientas y qué significado le quieras dar. Simplemente lo puedes preparar como
te dije y ponerlo en una zona de casa donde se vea bien y quede bonito y al
final del período natalicio o de Yule decides si lo quieres quemar, lo quieres
devolver a la Madre Tierra o lo prefieres guardar para volver a utilizarlo al
año siguiente con una nueva decoración creando así una tradición nueva.
Si por el contrario te sientes más identificada con el
mundo celta, prepáralo igualmente el día del solsticio, pero en este caso lo
puedes ritualizar para bendecirlo y consagrarlo en tu altar, ofreciéndolo a las
cuatro direcciones. Puedes comenzar ungiéndolo con un aceite preparado para
estas fechas, para ello puedes verter en un vasito un poquito de aceite base, de
oliva, almendras dulces… al que añadirás unas gotas de aceite esencial de
canela, naranja, mandarina, romero, clavo, pino, cedro… (haz una sinergia te
tenga sentido para ti), después decóralo a tu gusto. Cuando lo tengas listo,
prepara tu espacio mágico, traza el círculo en torno al tu altar y bendícelo y
conságralo ofreciéndolo a las 4 direcciones como acostumbres a hacerlo.
Ritualiza también las velas si decides acompañarlo con las tres velas. Como el
tronco simboliza un nuevo comienzo, si no has escrito tus peticiones con
antelación, hazlo ahora, despídete de lo negativo y haz espacio para que entre
lo nuevo. Coge un papel tipo pergamino que puedes tener preparado con
antelación y escribe en él tus deseos y peticiones. Cuando hayas terminado
ponlo sobre el tronco y poniendo tus manos sobre él, recita una frase mágica
que nazca de ti del tipo:
“Con este tronco dejo atrás la negatividad y me abro
a su protección y a todo lo nuevo que me quiera aportar”.
Haz una pequeña oración de agradecimiento y cuando
termines cierra el círculo.
Hay quien lo quema en la chimenea al finalizar Yule, hay
quienes lo conservan hasta el 2 de febrero, Imbolc, y lo prenden en esas
fechas. Si no pudieras quemarlo en casa, toma una pequeña muestra de él, un
trocito pequeño del tronco o de su corteza, un poquito de aquello que hayas
utilizado para adornarlo (pino, hiedra, una ramita de canela…) y en un
recipiente refractario lo haces arder de manera simbólica. Cuando las cenizas
estén frías, puedes guardarlas en una bolsita como talismán de protección o
hacer un círculo alrededor de tu hogar para protegerlo.
Realmente este Tronco de Yule me recuerda a esos centros
de navidad que solemos preparar por estas fechas con ramitas de pino, piñas,
flores de pascua, frutas… y que ponemos en el centro de nuestras mesas
navideñas con una vela en el centro encendida.

Además de todo esto, también es tradición en los países
nórdicos preparar un postre para estas fechas que conocemos como “Tronco de
Navidad”, cada vez se está extendiendo más por el resto de Europa. Si no
quieres hacer todo lo demás, es una buena alternativa para tener tu tronco de
Yule y agradecer a la vida con cada bocado que le des. Yo he estado buscando
recetas healthy y he encontrado una que seguramente haré para este año, en la zona donde yo vivo sí que es conocido y típico de estas fechas.
El árbol
de Yule
Otra de las costumbres escandinavas consistía en poner un
árbol de hoja perenne en casa, preferiblemente un fresno, en representación del
árbol de la vida, el Yggdrasil que simbolizaba originariamente el árbol del
Universo que mantenía unidos entre su copa, sus ramas y sus raíces los 9 mundos
de la mitología nórdica: Asgard, Midgard, Helheim, Niflheim, Muspellheim,
Svartalfheim, Alfheim, Vanaheim y Jötunheim.
Los pueblos celtas veneraban los árboles de hojas
perennes, para ellos simbolizaban la eternidad porque no morían cada año como
lo hacían los de hoja caduca, representando así el aspecto eterno de la diosa
que tampoco moría nunca, esa perpetuidad les daba la esperanza del regreso del
Sol. Decoraban sus árboles con todas las imágenes de las cosas que querían para
las estaciones venideras, las frutas para asegurar abundancia en las cosechas,
amuletos de amor para la fertilidad y felicidad conyugal, frutos secos y piñas
como símbolo de fertilidad y monedas para la riqueza.
También son importantes los colores por su simbología, el
rosa está asociado al amor propio y el amor hacia los demás, el rojo a la protección, el
dorado representa al Dios Sol, el blanco a la Diosa, el plateado a la Luna y el
invierno, el verde a la esperanza y la prosperidad, el azul a la salud y el
morado al mundo espiritual.
¿Qué puedes utilizar para adornar tu árbol de Yule?
Elementos de la naturaleza, piñas decoradas o naturales
como símbolos de las hadas, para que los elementales no falten en tu hogar.
Campanitas para llamar a otros mundos como el Feérico. Las esferas como símbolo
de las frutas, en especial de las manzanas (que eran también mágicas y frutas
sagradas para los celtas) para garantizar que no falten los alimentos en nuestro
hogar. Las guirnaldas pueden reflejar la unión de la humanidad y las almas en
la Tierra, las luces el despertar de la conciencia, la vuelta a la luz, el
renacer a un nuevo momento, a una nueva experiencia de vida. Los adornos
dorados como símbolo de prosperidad y riqueza, porque seamos sinceros, ambos nos
hacen falta para vivir en esta dimensión y además las merecemos.
Lo más importante es que cuando estés adornando tu árbol
intenciones cada uno de los adornos que pongas en él. Hoy en día hay infinidad
de figuritas, por ejemplo las de los animales pueden simbolizar a los tótems
que guían nuestra alma. Documentándome para escribir este artículo, he leído que
el petirrojo representa al Rey Roble, que en este momento del año gana la
batalla al Rey Acebo que estaría representado por el reyezuelo, porque la luz
triunfa sobre la oscuridad y los días comienzan a hacerse más largos, al
contrario ocurrirá durante el solsticio de verano que será el Rey Roble quien
gane la batalla venciendo la oscuridad sobre la luz. Y así se van sucediendo
los ciclos de la naturaleza y el transcurso de nuestra vida, que es un ciclo
más.
La cabra
de Yule
Aunque no se ha extendido como otras costumbres por el
resto de Europa de manera tan notable, en los países escandinavos siguen
creando estos bellos adornos de cabras que simbolizan a Thor en representación
sus dos machos cabríos “Tanngnjóstr” y “Tanngrisnir” que tiraban de su carro a
través del cielo. Hasta el siglo XIX para los nórdicos, era una cabra la que
repartía los regalos en las casas, en Finlandia todavía se llama a Papá Nöel,
“Joulupukki”, que literalmente significa, “Cabra de Navidad”. Cuando Thor tenían hambre se alimentaba de
estas cabras y las ofrecía a otros dioses a modo de banquete, después las
volvía a revivir al golpearlas con su martillo “Mjöllnir”.
La imagen de la cabra o Julbock no siempre fue buena. En un
principio era un personaje humanoide con cuernos y pezuñas que representaba al
demonio, que asustaba a la población y pedía que le obsequiaran con regalos, en
el siglo XIX cambió este rol y fue ella quien empezó a llevar regalos a los
hogares, aun así seguía atemorizando a los niños debido a su aspecto poco
amigable.
Hoy en día estos países del Norte de Europa siguen
creando su Julbock de paja o fibra trenzada, que está asociada a la última
cosecha de grano y cuya función es que la casa esté limpia de energías y en
condiciones para la celebración de Yule. Según he leído, las familias suecas
solían pasarse la cabra de Yule de unos a otros, entraban en casa del vecino y,
a escondidas, le dejaban la cabra en la entrada sin que se dieran cuenta y así
la cabra dejaba de incordiarles.
Corona de
Yule
Las coronas de Yule se hacían también con las plantas
perennes que se recogían en el bosque como símbolo de perpetuidad. Se ponían en
las puertas de las casas y su intención primigenia era la de proteger a ese
hogar y a la familia que lo habitaba durante el invierno, que era una época muy
dura y a veces difícil de superar porque no siempre los alimentos regocidos eran suficientes y el frío y la nieve hacían difícil encontrarlos fuera del hogar. A la vez estas coronas traían abundancia para el nuevo ciclo que estaba próximo a
comenzar.
También las coronas, al igual que el tronco de Yule se pueden quemar. Hay gente que las guarda de una año para otro y la queman o entierran en la Madre Tierra en el siguiente Yule simbolizando la transformación de lo viejo en algo nuevo.
Mōdramiht o La Noche
de las Madres
Es otra de las tradiciones nórdicas de los germanos del este, se celebraba la
noche antes del solsticio y era una fiesta dedicada a las Diosas, a las madres
del hogar y a las Isis que eran espíritus femeninos asociados a la familia y el
hogar. Era una veneración a las antiguas madres fundadoras del clan o de la tribu ya desaparecidas. Las Disen eran las encargadas de proteger el campo y el clan y hacer que su fertilidad y bienestar perduraran. Como guardianas del campo, ayudaban a las mujeres a dar a luz y protegían a los hombres durante las batallas y en los arduos trabajos del campo.
Hoy en día lo podemos convertir en un reconocimiento que sirve no solo para honrar a nuestras ancestras,
sino como ejercicio para ayudar a sanar
esa herida del Sagrado Femenino, sanando nuestro propio linaje ancestral
femenino. Si no lo has hecho nunca, te recomiendo que busques tu momento para
hacerlo. Hace ya varios años que lo hice por primera vez en un taller donde
aprendí sobre los ciclos femeninos y cómo respetarlos y honrarlos y fue increíblemente
revelador y sanador para todo mi linaje, no solo para mis ancestras, sino
también para mis sucesores.
Puedes hacerlo preparando un pequeño espacio de tu casa, puede ser en un altar o
en un lugar que sea especial para ti. Limpia primero el espacio tanto energéticamente
como físicamente para armonizarlo y prepararlo. Decóralo a tu gusto con motivos
de la estación, con algunas fotos de tus ancestras, puedes incluir alguna
ofrenda de comida, alguna velita para dar luz y un incienso que te guste,
incluso alguna melodía que te haga sentir bien.
Vas a necesitar una piedra más grande para dibujar una
espiral en ella y otras más pequeñas para ponerlas alrededor. Mientras trazas
el dibujo de la espiral piensa en todas aquellas mujeres de tu linaje femenino
que te precedieron y de las cuales desconoces el nombre y hónralas y
agradéceles por su existencia porque gracias a ellas hoy tú estás aquí. Pon esta
piedra en el centro de tu altar. Alrededor de ella ve poniendo piedrecitas,
cada una de ellas representará a las ancestras que sí conociste o de las que sabes
los nombres y agradéceles igualmente porque gracias a cada una de ellas, tú
estás aquí. La ultima piedrecita que pongas te representará a ti. Haz una especie de meditación en la que puedas abrazar y agradecer
a cada una de tus antecesoras, desde la más cercana, a la más lejana en el
tiempo. Susúrrales que gracias a ellas y sus sacrificios, tú has disfrutado de
muchos más privilegios y de una vida mejor. Recuérdales que ellas viven en ti y
a través de ti. Hazlas partícipes de tus logros, de tu felicidad, de tu alegría
y tus ilusiones. Cuando así lo sientas, despídelas con agradecimiento y mucho
amor. Diles que pueden descansar en paz, que tú estás aquí para aligerar esa mochila
de cargas que pasaron de unas a otras,
que la vida es bella y que el amor sana el dolor y cura todas las
heridas del alma.
Si no tienes piedras, puede sustituirlas por aquello que sientas, no hay problema.
Otras
curiosidades vikingas de las que podrían derivar
algunas de nuestras tradiciones actuales.
Para los vikingos, Yule estaba fuertemente asociado con
Odín que era llamado “Julfather”, el Padre de Jul. En estas fechas solía
cabalgar los cielos con su caballo de 8 patas. Serían los holandeses quienes
adoptaron esta imagen llamando “SinterKlaas” a un personaje que cabalgaba por
los tejados e iba dejando regalos durante estas festividades, los cuervos de
Odín fueron transformados en dos ayudantes negros que le informaban si los
niños habían sido buenos o no. La imagen
de Santa Claus viene representado con un traje rojo y un trineo tirado por 8
renos que simbolizan el caballo de 8 patas de Odín, es del siglo XIX y la hizo
muy famosa una marca de refrescos en los años 30 del siglo XX.
La leyenda celta de El Rey
Roble y el Rey Acebo
Por poner un poco más de la cultura de los pueblos celtas
os voy a contar la historia del el Rey Roble (Oak King) y el Rey Acebo (Holly King). Son dos dioses, o
tal vez un mismo dios que representa los aspectos duales del dios Astado que se turnaban cíclicamente para gobernar las dos
mitades de la rueda del año del calendario Celta, es decir, la parte oscura y la parte clara en la que los celtas dividían
su calendario. En Yule, el rey Roble, que se muestra joven, vigoroso y fuerte,
derrota al anciano rey Acebo con la intención de comenzar su reinado trayendo
la luz y el verano al mundo. Mientras que en el solsticio de verano (Litha),
será el anciano rey Acebo el que derrote al rey Roble para dar paso a la mitad
oscura del año y gobernar sobre ella. Ninguno es mejor que otro, simplemente ambos
son necesarios para completar el ciclo y que la rueda del año siga girando.
Se dice que quizá el origen de Santa Claus esté en este Rey Acebo, ya que se representa como un señor mayor con una barba espesa y muy poblada,
vestido de rojo y verde, de mirada afable, gran sabiduría y una bondad sin
precedentes y que mostraba un cariño especial hacia los niños.

Amén de toda esta información que nos pone en contacto
directo con muchas de las tradiciones actuales y quizá nos aclare conceptos de
procedencia y nos ayude a entender dónde y cómo se originan realmente nuestras
tradiciones y costumbres actuales, vamos a ver qué cositas podemos hacer durante el solsticio.
* Evidentemente como siempre os digo en todas las
celebraciones de la rueda del año, lo primero que debemos hacer es ponernos en
contacto con la naturaleza, salir al bosque, al campo, al parque más cercano y
caminar por él… Estar en contacto con la naturaleza nos llena de paz y energía,
nos oxigena, nos sosiega, nos sana y nos permite asentar los conocimientos que
vamos adquiriendo día a día a través de nuestras experiencias y a
transformarlos en sabiduría. Cuanto más contacto tengas con la naturaleza,
cuanto más permitas que te abrace y te acune, cuanto más la contemples, la
respires y la camines más sano estarás, con más energía, ilusión, creatividad y
consciencia plena.
En tu paseo por la naturaleza, tómate un tiempo para
contemplar los cambios que se han dado desde que estuviste allí por última vez.
Observa cómo ha cambiado la luz, su brillo y su intensidad. Las hojas han caído
y la mayor parte de los árboles se muestran desnudos, para los celtas en este
momento del año estaban “muertos”, la nieve ha cubierto con su manto blanco la
mayor parte de la tierra que está pálida y helada, inhóspita, sin vida
aparente. Todo nos indica que ha llegado el tiempo del silencio, para entrar en
la calma y escuchar al alma. Es muy posible que en tu observación te apercibas
de que algunos árboles conservan sus hojas verdes. Los árboles de hojas
perennes y siempre verdes simbolizaban para los celtas la eternidad y la
perpetuidad.
Si vives en un sitio donde hace verdaderamente frío,
abrígate y sal a jugar con la nieve, la dama blanca que congela todo lo que
toca con sus fríos y letárgicos dedos, nos asegura el regalo del agua que tanta
falta nos hará el resto del año, además de ayudar a conservar los alimentos.
Cuando salgas a pasear puedes recoger algunas de las
plantas perennes de las que ya hemos hablado. Estos regalos de la Madre Tierra
te servirán para decorar tu tronco, hacer tu propia corona y crear magia para
tu árbol y la decoración de tu altar y tu hogar.
* Cuida tu alimentación, para ello procura que en tu
dieta haya muchos vegetales y frutas de estación e ingiere alimentos vivos en crudo, en
ensaladas. Intenta sustituir el azúcar por otros endulzantes naturales como los
dátiles, pasas, plátanos, manzana asada, etc. a la hora de elaborar postres.
Sustituye las harinas blancas refinadas por harinas de espelta, de avena
integrales… Tomemos a Hipócrates, el padre de la medicina, como referente y que “tu alimento sea tu
medicina, y que tu medicina sea tu alimento”.
* Aprovecha para limpiar el espacio de tu altar y darle
una decoración más apropiada para este momento del año, pon símbolos que
representen al Sol, muchas velas para suplir la falta de luz exterior. Limpia
tus instrumentos mágicos y puedes hacer un ritual para volver a consagrarlos y
recargarlos para la nueva estación.
* Haz limpieza física en tu hogar y de objetos que ya no
necesites, haz espacio para dar paso a
lo nuevo. Es muy importante que los cristales de las ventanas estén limpios
para que tu propia visión y claridad mental aumenten.
* Dedica un tiempo a cuidar de tus plantitas, que también
entrarán en un estado de descanso y reposo, pero siguen necesitando atenciones,
palabras bonitas, luz, un poquito de agua, música que armonice. En ese momento
están especialmente bellas la poinsettia o flor de pascua, la schlumbergera,
también conocida como cactus de navidad, el muérdago y el acebo.
* Tras la limpieza y orden en tu hogar, decóralo como más
te guste, tienes ideas de los pueblos antiguos para hacer tu propio tronco de
Yule, montar tu árbol, ahora de manera más consciente y sabiendo qué estás
poniendo y qué significa cada detallito. Puedes poner la corona en la puerta de
entrada a tu casa para que proteja tu hogar. Pon guirnaldas con lucecitas y
velas por doquier. Y si lo tienes y así lo sientes, pon tu propio pesebre y
llénalo de amor.
* Métete en la cocina y atrévete a cocinar un Tronco de
Yule sano para el postre y prepara ricas viandas para celebrar con tu familia.
Es momento de hornear nuestros propios postres tradicionales navideños. Pon
conciencia y agradecimiento en los alimentos cuando estés cocinando.
* Es un buen momento para aprender a bendecir los
alimentos cuando toda la familia se sienta alrededor de la mesa si aún no
habéis adquirido esta costumbre.

* La piña de los deseos, además de crear el tronco y la
corona de Yule, puedes hacer la piña de los deseos. Elige una piña que te guste
y decórala como prefieras, puedes pintar sus puntitas de blanco emulando a la
nieve, mientras se seca, prepara papelitos pequeños en forma de pergamino
(puedes utilizar una vela o un mechero o cerillas para quemar su contorno) y
escribe en ellos tus deseos y peticiones para el año venidero. Piensa bien en
esos deseos y escríbelos de forma clara y concisa. Enrolla los papelitos y
sujétalos con un hilo. Cuando la piña esté seca, átale un cordelito en el
extremo y ve colocando los papelitos entre sus hojitas abiertas. Puedes ponerla
en el árbol de Yule para que esos deseos vayan tomando cuerpo y cuando acabe el
período del solsticio o navideño, lanzarla a la chimenea para que arda. Si no
tienes posibilidad de quemarla junto con los papelitos de tus deseos, coge
todos los papelitos que hayas escrito, ponlos en un utensilio ignífugo y
préndelos hasta que queden totalmente quemados, después puedes soplar sus
cenizas visualizando mientras lo haces que esos deseos ya se están
materializando para ti y que llegarán justo cuando sea su momento.
* Si te sientes pagano y tienes un coven o un grupito de
gente con quien celebrar, hazlo. Podéis hacer algún ritual de agradecimiento
para dar la entrada a esta estación del regreso al Sol. Recuerda que no es
necesario ponerse etiquetas ni pertenecer a un grupo, cada uno celebra lo que siente
y no tiene que dar explicaciones por ello. Hagas lo que hagas, hazlo con
conciencia y por el mayor bien tanto personal como por el de todos aquellos que
están unidos de alguna manera a ti.
* Y enciende velas, muchas velas, siempre que así lo sientas. En este momento del año son muy necesarias para compensar la falta de luz e iluminar tanto el cuerpo como el alma.
Celebra, disfruta y sé inmensamente feliz.
Yo no soy wiccana, simplemente intento transmitir mi manera de comulgar con cada estación y lo que éstas me hacen sentir.
Prefiero no ponerme etiquetas y tampoco ponerlas a los demás, puesto que nos
sentimos identificados con muchas cosas con etiquetas, pero no somos esas
etiquetas, ni la identificación se da al 100% en la mayoría de los casos. Sé que es difícil de entender pero yo me siento pagana y
cristiana a la vez.
Pagana porque en mí se abrió una conciencia hace ya
muchos cientos de lunas, durante un tiempo maravilloso que siempre recordaré en
el que estuve muy en contacto con la naturaleza. Esa conciencia me incita e
invita cada día desde aquel entonces a vivir más en armonía con los ciclos de
la naturaleza, con los cambios estacionales, con las fases lunares y mis
propios ciclos de mujer. Me permito ser en cada una de mis fases lunares cada
una de las mujeres que hay en mí, sin
juzgarme, aceptándome. Quizá por eso hay momentos del mes en el que escribo
poco o nada y otros en los que las palabras fluyen, las creaciones fluyen y
todo fluye de otra manera. Como ahora comprendo esos ciclos, me respeto y no me
obligo a publicar cuando no tengo fuerzas para ello o no estoy inspirada… por poner un ejemplo. Es
quizá por todo esto que consciente o inconscientemente me siento atraída por la
cultura celta y me siento identificada con ella en algunas cosas, porque era
una cultura ligada a la tierra y a los ciclos de la naturaleza o quizá deba
decir fundamentada en ella. Pero por otro lado, también me siento cristiana
porque creo en esa Luz Interior, en esa Luz Crística que reside en nuestro
interior como una semilla dormida y que cuando despierta, ya no volvemos a ser
los mismos porque algo en nosotros y en nuestra consciencia se expande y ya no
puede volver a encogerse de nuevo, instándonos a seguir creciendo y
evolucionando.
Creo firmemente que muchas religiones han amañado los
acontecimientos históricos en su beneficio y cuentan una verdad a medias,
interesada y parcial que es solo su verdad. Muchas de ellas están fundamentas
en otras culturas antiguas y han seguido con sus costumbres adaptándolas en su
propio beneficio y convirtiéndolas en propias eliminando su verdadero origen o
bien han masacrado esas otras culturas porque es lo que les interesaba hacer.
Han abusado de su poder y aún siguen haciéndolo controlando a la gente a través
del miedo. Aquellos principios que podían parecer llenos de valores en un
tiempo, se han vuelto mezquinos, corruptos y carentes de sentido. Por eso en
estos momentos estamos viviendo en un caos continuo, porque todo se ha
confundido y aún quedará un tiempo en el que las cosas estén revueltas en el
afuera. Sin embargo, hoy en día muchos
somos conscientes de ello y por eso podemos ver más allá y no nos conformamos
con lo que nos han contado, si no que necesitamos experimentar por nosotros mismos
e ir limpiando capas de falso maquillaje hasta llegar a la esencia, a aquello
con lo que nuestro corazón y nuestra alma resuenan y entran en un estado de
comunión y paz.
Hay una parte rebelde y salvaje en mí, siempre ha estado
ahí, no tolero bien aquello que quiere hacer doblegar mi espíritu libre. Sigo
bebiendo de la fuente que me sacia la sed, allá donde mi alma se siente
alimentada, sin importar de qué fuente se trate. Si vibra conmigo, si siento alegría, si me entusiasma, si me hace soñar, si me hace emocionarme, si me hace
sentir viva, ahí es. Así de simple, todo lo demás, intento respetarlo sin
entrar en diatrabas ni discusiones. Desde el respeto y el conocimiento de que
nadie tiene una verdad absoluta, pero cada uno tiene su propia verdad, seguimos caminando la belleza de la vida, a
veces de la mano y otras por separado, como cada momento requiera. Sigamos
evolucionando y creciendo en una espiral sin principio ni final. Os dejo dos enlaces que quizá os interese leer si no lo habéis hecho ya relacionados con este tema y que os ayudarán a entender mucho mejor la rueda del año en el que se cree que se basaba el calendario celta.
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¡Sed felices!
¡Celebremos la vida ahora más que nunca y agradezcamos por Ser y Estar!
Gracias a las personas que comparten las preciosas imágenes que hacen más bella y completa esta publicación y a todos aquellos que nos inspiran para crear.
©Paqui Sánchez
©Paqui Sánchez
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