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Somos puentes de Luz que unen la Tierra con el Cielo

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martes, 27 de septiembre de 2022

SEPTIEMBRE

 

Septiembre

Llega septiembre y como es un mes que me inspira, no puedo dejarlo pasar sin dedicarle unos pensamientos que llevan macerando en mí unas semanas.

Me gustan esos meses en los que se produce un cambio de estación porque observar a la Madre Tierra hacer sus transiciones con sencillez, humildad y sutileza siempre es un gran aprendizaje y una infinita delectación.

Si además se me permite elegir entre esos meses en particular, sin ninguna duda, me quedo con aquellos en los que tienen lugar los equinoccios, especialmente con septiembre.

Todo comienza con el cambio de color y posición de la luz y del Sol como su transmisor. La luz va perdiendo potencia y ese brillo intenso que lució durante el verano para tornarse más cálida, adquiere tonalidades ocres, doradas, tierra, siena, más dulces y acarameladas. La luz va menguando cediendo paso a la oscuridad que se cierne tintando los cielos con pinceladas añiles y violetas a media tarde. Este cambio que se produce en la luz del sol es una invitación que nos hace la propia vida a iniciar ese camino hacia dentro, para volvernos más contemplativos y observadores de todo cuanto nos rodea y, principalmente, de nosotros mismos. Es como si la luz externa se diluyera para que centremos nuestra atención en esa llama interna prendida en nuestro corazón y la alimentemos y avivemos para que su fulgor titilante no decaiga, sino que se active hasta alcanzar la consciencia y poder acariciarla con las yemas de su llama.

Si hay algo que no me gusta de este equinoccio en particular es que la luz disminuye drásticamente, la energía excelsa del verano se calma dando paso a un estado de sosiego, paz y quietud, tan necesario para iniciar el proceso de integración de todo lo aprendido. Es una etapa de “pre-muerte” en la que tanto la luz como la energía eximia del estío comienzan a decaer acercándonos a ese invierno oscuro y lúgubre en el que todo parece haber perdido la vida hasta que vuelve a despertar con la llegada de la luz y la nueva primavera. Concluyen los excesos y comienza un período de cambio que nos ayuda a hacer el camino más liviano. Soltamos no solo cosas físicas, sino también ideas, pensamientos, proyectos, personas… dejando así espacio suficiente para el vacío, para el silencio, para que lo nuevo nos sorprenda.



Las hojas tornasoladas de variopintos tonos ocres, dorados, naranjas y rojos, cuando están preparadas, se sueltan de su peciolo y caen de las ramas de los árboles en una perfecta coreografía llena de magia y elegancia dejándolas desnudas para su regeneración. Sin embargo, no terminan ahí su ciclo, al caer, alfombran el suelo dejándolo aterciopelado y crujiente y continúan su transformación para convertirse en abono orgánico que contribuirá a dar nutrientes al árbol del que cayeron para que prosiga el ciclo de la naturaleza y en primavera verán brotar nuevas hojas que poblarán de nuevo al árbol con generosa abundancia. Y todo lo hacen sin ningún esfuerzo, sin sentirse aisladas, solas u hojas, sino siendo parte del mismo proceso. No necesitan identificarse, no necesitan competir, no necesitan ser más que lo que son, parte de un proceso que sigue siendo UNO. La hoja sigue siendo árbol, el árbol sigue siendo bosque, el bosque sigue siendo Tierra, la Tierra sigue siendo universo, el universo sigue siendo consciencia expandida y así, la hoja es consciencia.

Me embelesa la paleta de colores que nos regala el otoño, observar el cambio de coloración de las hojas es fascinante.

A propósito, ¿sabes por qué las hojas cambian de color? Las hojas son verdes debido a la clorofila, pigmento que participa en la fotosíntesis, al reducirse las horas de sol la savia que llega a las hojas disminuye y se produce menos clorofila y una menor transpiración. Por otro lado los carotenoides, que también son un pigmento que forman parte de la fotosíntesis, son más estables que la clorofila y es por ello que ganan protagonismo durante el otoño tiñendo las hojas de tonos amarillos. Los tonos ocres, rojos y marrones provienen de las antocianinas que son unos pigmentos que se producen en otoño, para ello necesitan algo de luz y de los depósitos de azúcar que las hojas fabrican y se acumulan en este momento del año.

Llegados a este punto, tal vez es momento de integrar que las cosas no necesitan de tanto esfuerzo y sacrificio, con el dolor y sufrimiento que conlleva de por sí el esfuerzo, sino más bien de pasión, dedicación y aceptación. De vernos más como un todo que como individuos separados además en diversos “yoes” desconectados entre sí. Tal vez es momento de unión y no de seguir dividiendo, compitiendo e individualizando. Es momento de apoyarnos, de cuidarnos y de trabajar juntos, en equipo, aportando cada uno lo mejor de sí para alcanzar objetivos comunes. Mientras sigamos sintiéndonos separados, seguiremos dificultando el camino de regreso.

Septiembre es el mes donde muchas etapas terminan para dar paso a nuevos comienzos en los que establecer rutinas nuevas, volver a mirar hacia adentro y acompañarnos en la fascinante tarea de mirarnos con honestidad y humildad, de observarnos con respeto, amor y aceptación, de confiar en que todo lo que necesitamos está ya en nosotros y sentir a ese alquimista que llevamos dentro ejercer su magia para nuestra propia autotransformación.

Cuando te permites transformarte, sucede algo maravilloso en ti, se produce un cambio a niveles tan profundos, que ya no vuelves a ser más quien eras, no volverás a pensar más con los límites mentales que pensabas. Tu mente se conectará a nuevos pensamientos, a nuevas energías y te sentirás vibrar de manera diferente, más consciente, más atenta, más amorosa, más sensible, más viva.

Estamos más muertos que vivos porque tenemos miedo a sentir. Probablemente pensamos que si nos permitiéramos sentir nos volveríamos más vulnerables y estaríamos expuestos a tener que experimentar las emociones y todo lo que éstas nos provocarían. Sería como desnudar el alma, sincerarse con uno mismo, quedarse expuesto a nuestro propio pensamiento y eso no todo el mundo está dispuesto a afrontarlo. ¿Sincerarme conmigo misma? ¿Dejar de engañarme con excusas banales para “sentir” y poder elegir dejar de sufrir? ¿Ser capaz de elegir apasionarme por aquello que hago en lugar de esforzarme por conseguir metas porque nos han dicho que “todo esfuerzo tiene su recompensa”? No, no todo el mundo está dispuesto a querer transformarse y seguramente nos digamos a nosotros mismos que es que no queremos “sufrir”, ni “pasarlo mal”. Esas son algunas de las excusas que nos damos, sin apercibirnos que justo es lo que estamos haciendo, “sufrir” y “pasarlo mal” por no querer sentir y vivir la experiencia de ese sentir aceptándola como venga. Si trae lágrimas, lloramos y abrazamos el dolor o la tristeza que nos traiga, si nos despierta alegría, vivimos esa alegría… Eso es vivir, eso sería estar vivo, sentir sin etiquetas y abrazar cualquier estado emocional que ese “sentir” nos aporte.

Vestimos ropa muerta, comemos comida muerta, tenemos trabajos muertos… ¿Y decimos que tenemos miedo a la muerte? Yo creo que a  lo que realmente tememos es a la vida. A vivir de verdad, con emoción, con entusiasmo, con pasión. Todo aquello a lo que no le imprimamos una buena dosis de pasión, entusiasmo y alegría, está muerto a nuestro alrededor.

Seguramente, la mayoría, estamos aún enganchados a ese pensamiento de que si evitamos sentir, todo lo que no nos gusta se va a alejar de nosotros, como si al no querer verlo y rechazarlo pudiera desaparecer, como si pudiéramos huir de aquello que nos asusta, que no nos gusta o que no queremos aceptar. No somos conscientes de que hasta que no aceptemos sentir lo que nos provoca todo ese miedo a sentir, hasta que no nos enfrentemos a ello, y al decir “enfrentar”, me refiero a poner frente a nosotros todo aquello de lo que huimos o de lo que queremos escapar; aquello que queremos evitar irá con nosotros donde quiera que vayamos.

Vamos a poner un ejemplo, por si no llegamos a entender bien lo que quiero expresar.

Imagina que en tu infancia sufriste algún maltrato por parte de las personas encargadas de cuidarte. Para no ir más allá, vamos a suponer que te agredían verbalmente, “no vales para nada”, “eso así no se hace”, “todo lo haces mal”, “eres una inútil”, “nunca vas a conseguir nada en la vida”… y otras perlas del estilo. Imagino que este tipo de comentarios repetidos a lo largo de los años consiguen hacer mella en la persona, seguramente su autoestima y confianza estén gravemente afectadas y mermadas. Bueno, no lo imagino, lo sé.

¿En qué tipo de persona te puedes haber convertido?

Puede que en una persona pasiva, derrotista, deprimida, sin ilusión. Te creíste todo lo que te dijeron, creciste sintiéndote inferior a los demás, sin un ápice de autoestima y en ese camino de insatisfacciones, en algún momento decidiste que nada valía la pena, te rendiste desde el principio, tal vez ni siquiera te rindieras, simplemente ni lo intentaste. Podrías pasarte tu vida culpando a tus padres de tu falta de autoestima y confianza en ti misma y en la vida, ejercitando continuamente el rol de víctima y alimentándolo día a día sin hacer nada para cambiar tu situación. Si lo que duele se sigue escondiendo por temor a lo que nos pueda hacer sentir, si se siegue aplazando el momento de hacerlo presente, nunca conseguirás superarlo. Realmente no has conseguido nada en la vida (o eso crees) porque decidiste “vivir” sin pasión, ni dedicación: “total para qué si soy una inútil y una negada, si ya lo decía mi padre o mi madre…”. Y en apariencia todo te da igual, no sientes ilusión por nada, nada te apasiona ni te entusiasma, ¿o no? ¿Me estás diciendo que hay una vena rebelde en ti, que sí hay algo que te apasiona pero que te da miedo intentarlo por si no lo consigues y verificas así que eres una fracasada, tal como decía tu padre o tu madre? Si es así, todavía hay esperanza, quizá decidas transformarte en algún momento.

 Puede que seas una persona reactiva, que ese dolor que sentías cuando te maltrataban verbalmente se haya transformado en rabia y esa rabia te haya hecho excesivamente reactiva, excesivamente exigente y perfeccionista contigo misma y por ende, con los demás y que igualmente no consigues disfrutar de nada y no sientes ningún tipo de satisfacción cuando consigues aquello que te propones, porque hay una especie de vacío dentro que no se llena con los éxitos que consigues. Tienes lo mejor de lo mejor, porque has puesto en tu vida mucho esfuerzo y sacrificio y en apariencia todo te va genial y todo lo tuyo es lo mejor del mundo mundial, pero si eres sincera contigo misma, hay un vació ahí dentro… y por mucho que quieras llenarlo, taparlo, obviarlo o no mirar para no verlo, sigue estando ahí. Y de vez en cuando, cuando oyes a un progenitor decir a su hijo: “eres un inútil, no sirves para nada, todo lo haces mal, déjame a mí que sí que sé cómo se hacen las cosas”, algo se remueve en tu interior y vuelve esa rabia contenida que muerde y te desgarra por dentro. Sin embargo, cuando llega, respiras profundamente y te dices a ti misma: “Esto no va conmigo, yo lo he conseguido todo en la vida, tengo lo mejor y lo demuestro cada día. Estoy bien, todo está bien en mi vida, esto no ha pasado, pobre niño…, Ommm”. ¿Por qué no?, es una manera tan bonita y respetable como otra de seguir engañándote a ti misma. No pasa nada, es tu vida, tú decides.

Pero puede ser que seas ambas personas y que hayas sido tan inteligente que, en algún momento de tu vida, con tu baja autoestima, tu pasividad y tu carácter rebelde, tu dolor, tus lágrimas y tu sufrimiento, decidieras dejar de esforzarte para empezar a apasionarte y consiguieras transformarte. Cuando escuchaste a ese padre decir a su hijo que era un inútil, que no servía para nada, que todo lo hacía mal, en lugar de decir: “Esto no va conmigo”, te permitiste sentir. Dejaste que todo el dolor, el sufrimiento, la rabia, el rencor y las lágrimas brotaran de tu interior, que sí te reconocieras en ese niño, que ese padre y ese niño te hicieron el regalo de recordarte que tienes una herida abierta sangrante y dolorosa dentro de ti y que seguir engañándote a ti misma no era la solución. Cogiste a esa niña temblorosa y llena de miedo, te reconociste en ella, la abrazaste y la tranquilizaste haciéndole saber que ya no estaba sola, que tú, como adulta, ya estabas en disposición de hacerte cargo de la situación, que esos padres que te desprestigiaban y mataban tu alegría, tu entusiasmo y tu pasión con sus comentarios desafortunados, lo hicieron lo mejor que pudieron, que no sabían hacerlo mejor porque seguramente ellos escucharon todavía cosas peores de quienes les criaron. Era su estado consciencial en ese momento, era lo que sabían hacer, no sabían del daño ni el dolor que sus comentarios provocaban en ti, incluso puede ser que te hablaran así para motivarte, sí quizá no era la mejor manera de conseguirlo, pero era la que ellos tenían.

Que emocionante saberte dueña de ti misma por primera vez en tu vida, de aceptar tus sentimientos, tus miedos, de poder abrazar a esa niña y calmarla, pero con la verdad, con honestidad, no con más mentiras o acciones encubiertas para seguir eludiendo la vida. Que maravilloso perdonar y perdonarte, sentirte libre, permitirte sentir y darte cuenta de que ese vacío, aunque sigue ahí, ya no está tan vacío.

Cada día nos brinda situaciones, personas o momentos en los que hacernos conscientes de nuestro dolor y tenemos dos opciones, empujarlo al fondo de nuestra mente y obviarlo como si no hubiera pasado. O coger el regalo que nos trae el presente y darnos la oportunidad de sanar. ¿Cómo? Sintiendo, simplemente sintiendo sin juzgar las emociones que nos provoque, sentir el dolor y el sufrimiento, acompañarse en ese dolor, abrazarse en el dolor y aceptar el sufrimiento. Dejarlo fluir, dejarlo salir todo en el presente, desde el presente. Se tiene que vivir ese dolor una vez más para poder comprenderlo, asimilarlo, aceptarlo, perdonarlo y dejarlo ir. Y entonces ¿qué va a pasar?, ¿qué va a ser lo siguiente? No lo sé. Solo sé que es ahora, que la vida me está ofreciendo una oportunidad para vivirla de verdad, para ser honesta conmigo misma, para dejar de mentirme, de compadecerme… para conocerme, asumirme, transformarme y amarme. Y elijo decir sí, quiero vivir de verdad.

Quiero vivir mi propia vida, no la del vecino, del amigo, del hermano, del hijo… porque ellos sí son felices, tienen esto y lo otro… No me interesa seguir estando presente en la vida de los demás para vivir a través de ellos o de lo que yo imagino de ellos, no quiero seguir viviendo en el afuera, o seguir muerta en vida. Es momento de dedicarme tiempo de calidad a mí misma para descubrirme, para conocerme, para aceptarme, para amarme. Es momento de ser honesta conmigo misma, de dejar de mentirme, de vivir como si fuera una víctima… Quiero darme la oportunidad de hacerme consciente que soy humana y tengo una vida propia por delante para vivirla conectada con todo cuanto existe.

Entiendo que aquello de lo que huyo es justo la experiencia que necesito integrar en mi vida para completarme, al menos mi mente o mis pensamientos limitantes lo creen, porque yo ya sé que estoy completa en mí misma, es más, que no soy yo como individuo, sino que formo parte de un todo. Soy como esa hoja que se desprendía de su peciolo unas cuantas líneas hacia arriba sabiéndose no hoja, ni árbol, ni bosque, ni Tierra, ni universo, sino consciencia expandida. O esa gota de agua que se sabe océano sin identidad que la defina, ni separación que la haga especial o diferente.

Quizá no siempre sepa vivir mi vida como mi consciencia sabe que debe ser vivida, pero tampoco estaría viviendo aquí si no generara experiencias que me hicieran crecer y atisbar estadios de esa consciencia que todos somos y que me ayudan a recordar. A veces soy capaz de traspasar el velo de la inconsciencia y entonces me doy cuenta de que no existe un “yo” y por un segundo, desaparece el vacío.

Y me pregunto ¿cuántas mentiras nos han contado y cuántas seguirán intentando hacernos creer? ¿Hasta dónde va a ser capaz de llegar esta humanidad deshumanizada?

Y cuando pierdo la identidad, soy consciencia expandida y me río, sí, me regocijo en la alegría porque me doy cuenta de que todo esto es un cuento que nos hemos inventado y que algunos capítulos están muy mal contados, otros causan espanto y temor, pero también hay algunos que son absolutamente maravillosos.

No te creas nada de lo que te estoy contando, no dejan de ser mis ideas conectadas a mis pensamientos. O tal vez consigas descubrir alguna frase que no sea producto de mis pensamientos, sino de la verdad universal, de la consciencia que se ha filtrado por aquí… Eso sí, conéctate con tu ser y despierta. Permítete momentos de pérdida de identidad y disfruta de lo que verdaderamente eres, tráelo a la consciencia y acompáñate en tu propia transformación.

¡Deja que suceda!

Despréndete del miedo que te provoca la incertidumbre de no saber responder a la pregunta: “¿Qué va a pasar ahora?”, confía y ríndete a vivir cada experiencia como llega, sin oponer resistencia, siendo honesta contigo misma, sintiendo y abrazando tu sentir sea cual sea.

No permitas que te venza el miedo, ni que otros intenten controlarte, dominarte o coartar tu libertad con miedo.

Sé inmensamente feliz en cada uno de tus estados de ánimo, todos son perfectos, solo tienes que respetarlos y aceptarlos.

Con Amor,

©Paqui Sánchez

©Paqui Sánchez

domingo, 21 de marzo de 2021

OSTARA, EL DESPERTAR A LA VIDA


Ostara, el despertar a la vida

El renacer de la vida, que comenzó a despertar en Imbolc (entre el 31 de enero y el 2 de febrero) ya está aquí.

Esas semillas alojadas en el útero de la Madre Tierra han sentido el llamado del despertar a una nueva vida. Semillas que fueron parte de un fruto, ahora tienen la oportunidad de convertirse en el propio árbol, de prolongar de algún modo la vida de sus antepasados y a la vez crear una nueva existencia. Esas semillas que comenzaron a moverse en mitad del invierno, cuando la tierra dejó de estar helada para vivir también su proceso de transformación, han conseguido eclosionar. Sus tallos crecen con sabiduría ancestral en busca de la luz del Sol, a la vez que sus raíces profundizan aún más la tierra en búsqueda de la oscuridad, donde todo se gesta. Todo esto ocurrió sin que nos diéramos a penas cuenta, hasta que de repente, el gélido ambiente invernal, el fuerte viento, la nieve y el hielo, la escasez de alimentos fueron transformándose gracias al calor del sol.

Con el equinoccio de primavera, los campos se llenan de flores de todos los colores, y los árboles de hojas caducas se cubren de nuevos brotes que los visten de colores verdes de distintos tonos y matices llenándolos de hojas nuevas, recién nacidas.

A la vez que tiene lugar el maravilloso espectáculo del despertar a la vida de la Naturaleza, los animales también despiertan de su letargo y dejan atrás el sueño del invierno para llenarse de actividad y redescubrir la nueva vida. Los bosques y campos se llenan de nuevas camadas, pequeñas patitas preparadas para recorrerlos asombradas y maravilladas por la riqueza y el encanto de su nuevo hogar. Vuelven las aves que habían emigrado hacia el sur, en busca de climas más cálidos, y con ellas también vuelve algo que desde tiempos inmemoriales ha sido considerado mágico, amén del principio de la vida, los huevos. En los árboles, poblados de nuevas hojas, se entretienen los pajarillos construyendo sus nidos para depositar allí los huevitos donde los polluelos esperan para terminar de gestarse.

Y el cielo se llena de trinos y cantos que se asemejan a los celestiales.

¿Y qué ocurre con nosotros, los humanos? Pues que también nos renovamos, la primavera nos da la oportunidad de comenzar de nuevo, de materializar proyectos y de crear una vida nueva. Es una buena oportunidad para cambiar el rumbo si así lo sentimos.

La luz nos da vida, los días comenzaron a crecer el 13 de diciembre, el día de Santa Lucía, que como reza el refranero popular español: “Acorta las noches y alarga los días”. Sin embargo, no es solo que aumenten las horas de luz, es el sutil cambio que se produce en la tonalidad de la luz, es el color que adquiere esa luz, es ese Sol que empieza a calentar la Tierra, a derretir la nieve para volverla a su estado líquido, esa agua que comienza a circular formando cantarinos riachuelos que tanta falta hacen para humedecer la tierra y que el ciclo de la vida siga su curso.

En los equinoccios las horas de sol y de oscuridad se equilibran. Son los dos únicos momentos del año en el que el día tiene la misma duración que la noche.

Los equinoccios son fechas señaladas en las que es conveniente hacer limpiezas. Como hemos dicho tantas veces, cuando organizamos y limpiamos nuestro hogar, todo se acomoda también dentro de nosotros como por arte de magia. Es un buen momento para hacer limpiezas, no solo físicas, sino también energéticas. Invertir un tiempo en echar un vistazo a los armarios, a la ropa, a los objetos que guardamos, a los armarios del baño, la cocina, las estanterías cargadas de libros… ponerlo todo en orden, limpiar y deshacernos de todo aquello con lo que ya no vibramos, que ya no está en condiciones de ser usado o que ya no nos gusta como queda en casa, nos ayudará a crear espacios vacíos, a liberar energías estancadas y hacer hueco para que pueda entrar lo nuevo.

Cuando descartamos algo que ya no queremos seguir teniendo con nosotros, debemos hacer un ritual de despedida y agradecimiento por el tiempo que nos acompañó. No es necesario tirarlo, si está en buen estado, podemos donarlo a otra persona, que al recibirlo deberá hacerle una limpieza energética y darle la bienvenida a su nuevo hogar. Al igual que cuando adquirimos algo nuevo o nos lo regalan, deberíamos limpiar su energía y darle la bienvenida a nuestro hogar. Así, permitimos que la vida fluya, que las energías fluyan y se equilibren a la perfección. Cuando adquirimos plantas nuevas, tenemos que darles la bienvenida a casa, decirles que van a estar bien cuidadas y darles un tiempo para que se acostumbren a la nueva energía que encontrarán junto a nosotros.

Cuando todo esté en orden y sintamos que cada cosa queda perfecta donde la hemos dejado, podemos hacer una limpieza energética. Para hacer las limpiezas energéticas de nuestro hogar, es bueno abrir las ventanas primero. Elegimos un sahumerio que sea de nuestro agrado, preferiblemente de salvia, romero, laurel, que podemos haber hecho nosotros mismos haciendo un atadillo de hierbas. Comenzaremos desde la puerta de entrada de la casa, prendemos el sahumerio y empezando por nuestra derecha, vamos pasando el sahumo por toda la casa, prestando especial atención a los rincones, pues allí suele acumularse la energía que queremos limpiar, vamos entrando en cada estancia y, desde nuestra derecha, vamos pasando el sahumo hasta recorrer la habitación y volver a salir por la puerta hacia la siguiente. Cuando hayamos hecho el recorrido de toda la casa, nos encontraremos de nuevo en la puerta de casa, pero en el lado contrario al que comenzamos. Durante el recorrido podéis recitar algún mantra o frase que ya uséis. Una muy típica, sobre todo si sahumáis con romero es:”romero, romero, que salga lo malo y entre lo bueno”.

Cuando ordenamos y hacemos estas limpiezas, ayudamos inconscientemente a que también nuestros pensamientos se ordenen, descartamos ideas y proyectos antiguos para dar la bienvenida a los nuevos. Y si queremos recuperar algún viejo sueño o proyecto, seguramente sabremos ver otras nuevas maneras de hacerlos florecer.

Para los celtas y otros pueblos antiguos del Norte de Europa, la rueda del año vuelve a girar para celebrar Ostara, uno de los sabbats menores, que conmemora el equinoccio de primavera, era una celebración diurna, en la que se daba la bienvenida a la luz que volvía para reinar de nuevo sobre la parte oscura del año dando lugar al final del invierno. La Diosa despierta de su sueño invernal y cubre la Tierra con su fertilidad recuperando su aspecto de doncella.

El término Ostara es relativamente nuevo, pero no lo es la festividad de la primavera a la que da nombre. Alban Eilir es el nombre druídico que daban a esta festividad. Ostara o Eostre era también el nombre que recibía la Diosa que era venerada en primavera como diosa del amanecer, es la diosa del despertar del ciclo germinativo y de la floración de las plantas, de la fertilidad, del renacer, del retorno de la luz. Se dice que la diosa Eostre iba acompañada de una liebre, animal conocido por su gran capacidad reproductiva, por eso se asocia a este momento del año donde prima la fertilidad y el inicio de la vida. Esta diosa daba nombre al mes anglosajón de Eostremonath, que correspondía al mes de abril.

Símbolos de Ostara:


Los huevos de Pascua

Para muchas civilizaciones antiguas, el huevo era utilizado como símbolo del Sol y del renacimiento de la vida, además de ser un alimento altamente nutritivo e ideal para recuperarse del duro invierno y reponer energías para volver a emprender las labores en el campo. El huevo es una célula llena de vida asociada a la primavera, al renacer e incluso a la resurrección, ya los antiguos egipcios tenían por costumbre ponerlos en sus tumbas.

 La vuelta de las aves al norte de Europa tras el duro invierno, traía también estos huevos, a la vez que las gallinas recuperaban su ciclo y aumentaban su producción, por tanto, los huevos para los antiguos pueblos europeos se convirtieron en el alimento estrella que les ayudaba a recuperar las fuerzas mientras esperaban a que las primeras cosechas dieran su fruto.

Se dice que los celtas tenían la costumbre de teñir los huevos de rojo para simbolizar el ciclo menstrual, también se dice que solían enterrar huevos junto a algunas plantas para que estas crecieran antes y que probablemente este es el motivo por el que en la actualidad muchos países de Europa e incluso en América y Canadá se ha seguido con esta tradición y es habitual en Pascua que los niños decoren huevos y éstos se escondan por los jardines para después buscarlos y recolectarlos en una cesta de mimbre.

Los huevos tenían también para estos pueblos antiguos una simbología mágica, quizá porque paliaban los efectos de la escasez del invierno y eran un gran regalo que se hacían sus gentes.

 

La liebre y el conejo

Como hemos comentado, la diosa Eoste iba acompañada de una liebre, que eran numerosas y conocidas en el Norte de Europa. Tanto la liebre como el conejo son conocidos por ser muy prolíficos, por tanto, no es de extrañar que simbolicen la fertilidad y la prolongación de la vida. Es por ello que se les reconoce como símbolos de la fertilidad y el renacer de la primavera. A demás se las consideraba mágicas.

           El Fuego Nuevo.

Al parecer existía la costumbre en las culturas antiguas de encender una hoguera que simbolizaba el “fuego nuevo” como símbolo de renovación, de vida y de luz. Esta, al contrario que otros fuegos de otras festividades era una hoguera diurna, en honor a esa vuelta a la vida ya  la luz. Esa regeneración del ciclo vegetativo que mostraba una vez más lo que para ellos formaba parte de su cultura y creencias, que la muerte y la vida eran parte del mismo ciclo y que había que morir para poder renacer de nuevo a la vida.

 


La leyenda del huevo y la liebre

Investigando un poquito para escribir este artículo me he encontrado con una leyenda muy bonita sobre el origen del huevo y la liebre que quiero compartir con vosotros. Es del blog de acovadameiga.com.


 “Huevos de los Deseos de Ostara”

 Cuenta la leyenda que la Diosa Madre convocó a todos los animales del bosque para celebrar el final del invierno. Todos quisieron obsequiarla con los mejores regalos, pero la liebre era muy pobre. Buscó y buscó en su madriguera pero lo único que tenía era un huevo. Lo cogió con cuidado, lo vació para preparar un postre que ofrecer a su Diosa. Luego, con todo su cariño lo decoró con los colores de la primavera, llenó su interior de tierra fértil y sembró unas semillas de amaranto.

El día de la fiesta, todos los animales le ofrecieron a la Diosa Madre piedras preciosas, nidos confeccionados con hilos de plata de los telares de las hadas. Sin embargo Hade, que así se llamaba la liebre, se acercó con humildad sujetando en sus patitas su presente de colores brillantes con una flor en su interior.

La Diosa cogió el huevo entre sus manos y sonrió. Su sonrisa iluminó el cielo y cubrió el bosque de colores vivos.

¡La primavera había llegado!

Desde entonces la liebre es su animal favorito y está bendecida con el don de la fertilidad y el huevo de Ostara se convirtió en el símbolo de la prosperidad y el renacimiento. 

 

 

Cómo celebrar Ostara

Ostara nos ofrece un tiempo muy íntimo para conectar con la Tierra y a la vez con nosotros mismos. Es un buen momento para meditar en contacto directo con la Tierra y agradecer por este despertar a la vida y a los nuevos proyectos. También es momento de centrarnos en nosotros mismos y en nuestro propio crecimiento. Saber qué queremos y elaborar nuestras propias estrategias para conseguirlo. Pasar tiempo con nosotros mismos, nos ayuda a centrarnos y si esos momentos pueden ser en la naturaleza, mucho mejor.

Como siempre recomiendo en cada sabbat, porque así lo siento, es pasear por la naturaleza, observar los cambios que se van produciendo a nuestro alrededor. Es muy enriquecedor visitar el mismo lugar en las distintas estaciones para comprender mejor los ciclos de la naturaleza y sus cambios, para poder sincronizarnos con ellos y aceptar de manera más natural esos cambios que se produce con el paso de las estaciones y que también nos afectan a los humanos. Cuanto mejor sepamos aceptar estos cambios e incluirlos en nuestras vidas, antes sentiremos esa comunión con la naturaleza y sus ciclos y viviremos más conectados con ella y ligados a la Madre Tierra.

En este momento en el que la vitalidad vuelve a nosotros, también lo hace a nuestras plantas y es tiempo de dar nueva vida también a nuestras plantas, revisar nuestro jardín, nuestra macetitas, limpiarlas, cuidarlas y nutrirlas e incluso plantar nuevas semillas y que podamos ser testigos directos de ese renacer a la vida, de ese crecimiento, en primera persona.

Para aquellas personas que tengan un altar en casa, la llegada de la primavera nos anuncia que también ha llegado el momento de renovar el altar, de limpiarlo y darle nueva vida con una decoración distinta que esté más acorde con ese cambio de en los matices de la luz, con más color y quizá con símbolos primaverales que nos hagan sentir bien, a mí particularmente me gusta poner flores frescas recogidas del campo. Sin olvidarnos de bendecirlo y agradecer por las infinitas posibilidades que nos ofrece la vida y seguir vivos.

Podemos hacer algún ritual de protección, algún hechizo brujil para celebrar este tiempo que simboliza el final del invierno y la vuelta a la luz, a la calidez del Sol, al renacer, a la resurrección, a la explosión de color de esa nuevas flores que tapizan los campos con sus variopintos colores y sus almizcleños aromas. Nuestros cuerpos se renuevan, se llenan de vitalidad y energía indicándonos que es momento de celebrar la vida.

Para mí todas las celebraciones de las de la Rueda del Año Celta van acompañadas de velas, son un símbolo imprescindible, tal vez porque me gustan las velas, me aportan paz, serenidad, luz, claridad mental,… En los últimos años las fabrico yo misma. Hago mis velas con cera de soja, que personalizo con flores, cristales, aceites esenciales… y ritualizo poniéndoles una energía determinada dependiendo de para qué sean y también hago velas de miel con cera de abeja, que suelo utilizar los 11 y 22 de cada mes a modo de agradecimiento por todas las bendiciones que hay en mi vida y que llegan a ella continuamente.

 


Hay muchas actividades que podemos hacer con huevos, sobre todo si tenemos niños en casa.

* Se pueden hervir y decorar de forma personalizada al estilo tradicional.

* Se puede vaciar haciendo pequeños agujeros en la parte superior e inferior y rellenarlo con plantas mágicas y papelitos donde hayamos escrito nuestras intenciones o peticiones. Después podemos decorar el huevo con runas, símbolos mágicos y colores que sean relevantes para nosotros. Ponemos en el huevo todas intenciones y visualizamos que todas ellas están en camino de convertirse en realidad llegado su momento. Entonces, tras el ritual, enterramos el huevo para dejar que esas intenciones se nutran y crezcan.

* Se puede hacer un semillero con las cáscaras de los huevos, para ello, vaciamos los huevos con cuidado, podemos escribir una petición en la cáscara o bien en un papelito que pondremos en su interior. Se llena de tierra fértil y se siembra amaranto o cualquier otra semillita que sintamos y deseemos ver crecer. Después se cuida de esa semilla, del mismo modo que se cuidan los sueños, con amor, con cariño, con dedicación, con palabras y gestos bonitos, con buenos sentimientos, con unas gotitas de magia cada día. Y veremos como esas semillitas crecerán día a día.

* Otra idea es hacer huevos de chocolate para compartir en familia. Mucho mejor que comprarlos, pues el tiempo que compartimos haciendo actividades juntos es lo más valioso que existe.

* Se pueden vaciar abriéndolos por arriba y hacer velas, bien utilizando la cáscara de molde para quitarla después, o utilizando la cáscara como recipiente para la vela. Podemos colorear la cera y también decorar la cáscara si decidimos dejar la cera en ella.

La fecha de la celebración suele coincidir con el equinoccio de primavera, entre el 20 y el 23 de abril en el hemisferio norte y el 20 y 23 de septiembre en el hemisferio sur.

Celebréis lo que decidáis celebrar, divertíos mucho y disfrutar de ello.

¡Feliz Renacer!

©Paqui Sánchez

 

 ©Paqui Sánchez


lunes, 23 de septiembre de 2019

MABON, EL ÚLTIMO SABBAT. EQUINOCCIO DE OTOÑO



Mabon, el último Sabbat.
Equinoccio de otoño

Estos días no estoy muy inspirada, por eso no he escrito nada antes, pero como en estos últimos sabbats he hecho alguna publicación para explicaros algo de la celebración celta y cosas que poder hacer, vamos a ver si consigo que la musa de la inspiración me visite y se quede un rato conmigo. Tal vez la invitaré a un té de jengibre, que mi garganta comienza a presentar los primeros síntomas del cambio estacional y también necesita renovarse sacando fuera todo lo que se le quedó atorado para poder seguir avanzando.

Para mí Mabon es uno de los sabbats celtas más especiales, es en el que se celebra la segunda cosecha y coincide con el equinoccio de otoño, momento en el que el día y la noche tienen la misma duración, aunque la luz sabe que ha sido vencida por la oscuridad y a partir de ese momento la noche irá siendo cada vez más duradera en detrimento del día, en el que las horas de sol irán disminuyendo invitándonos a la meditación, el recogimiento y el descanso. Astrológicamente el sol entra en el signo de Libra, equilibrando la duración entre el día y la noche, pero como hemos dicho, la balanza se inclinará inexorablemente hacia la parte oscura del año, que triunfará sobre la luz.

Con el tiempo he apreciado que también se produce un cambio en el color de la luz del día, ya no es tan brillante y vibrante como en verano, se hace más sutil, más opaca, quizá más apagada, dulce y acaramelada. Es como cuando regulamos la luz de la lamparita para que no nos moleste tanto y sentimos mayor intimidad y calidez. Esa luz que se va menguando en intensidad nos da la oportunidad de ir quitándonos capas, nos invita a desnudarnos y a desprendernos no solo de la ropa para ponernos frente al espejo y observarnos intensamente, sino también de todo aquello que nos sobra y nos está molestando. Todo aquello que en cierto sentido nos pesa y no nos está permitiendo avanzar al ritmo que queremos, o entorpece de algún modo nuestro caminar por esta vida.



Mabon, es además el sabbat de cierre de ciclo, con él la Rueda del Año termina, puesto que como hemos comentado en otras ocasiones, el año celta daba comienzo a principios de noviembre, en Samhain y terminaba a finales de octubre. Por tanto, el ciclo natural de la vida termina con el último giro de la rueda del año ofreciéndonos la oportunidad de hacer un repaso de nuestra vida para ser conscientes, agradecer y alegrarnos de nuestros progresos y aciertos a la vez que nos brinda la oportunidad de introducir todos los cambios que creamos convenientes y necesarios para seguir teniendo una vida de calidad en la que podamos sentirnos cómodos, alegres y entusiasmados por cada nuevo paso que damos y el inicio de cada nuevo día.

El otoño invita al descanso, al recogimiento y a esa vuelta a nosotros mismos. Nos brinda la posibilidad de renovarnos por completo, de agradecer por lo recibido y de crear nuevas metas que queramos alcanzar, sin olvidar que solo es importante alcanzar la meta si aprendemos a disfrutar del camino que esta nos ofrece.

En Mabon, los celtas celebraban la recogida de la segunda cosecha, se terminaba de recoger el cereal y el maíz para almacenarlo y las frutas de invierno, se recolectan manzanas, peras, uva, la oliva, frutos de cáscara como las castañas, las almendras, nueces y avellanas, etc. Se agradecía a la Madre Tierra y al Dios y a la Diosa porque la cosecha hubiera sido abundante, ya que solo una buena cosecha permitía la supervivencia del pueblo durante el largo y duro invierno. La festividad debe su nombre al dios galés que encarna el principio de fertilización masculino. Los Druidas la llamaban Mea’n Fo’mhair (la segunda cosecha) y honraban al Dios del Bosque representado como un hombre verde, ofreciendo libaciones de sidra y vino a los árboles. Esta festividad es también conocida como “Cosecha del Vino” y “Festival de Ávalon”. El Cornucopia o “cuerno de la abundancia” es el símbolo de Mabon por excelencia.

Algunas de las tradiciones incluían la vendimia, cosechar y pisar la uva para hacer el vino y el mosto, también la sidra con las manzanas. Se recolectaban hierbas para el botiquín casero, se hacían coronas de hiedra y avellano para el dios anciano. Se hacían muñecos y se cubrían con mazorcas de maíz que representan la fertilidad de la diosa, su protección y su generosidad y auguraban que la siguiente cosecha fuera buena. Adornos en forma de Cornucopias como símbolo de la abundancia de las cosechas. Los colores de esta festividad son los colores otoñales, los rojos, anaranjados, dorados, marrones y violetas, que permiten sintonizar con las energías de la celebración.

Se veneraba a Mabon y su madre Modron, a Thor, Hermes, Deméter, Perséfora, Hades, Baco, Cernunnus… Además de todas las figuras de la Diosa Madre, que en este momento tomará forma de Anciana, pero ya lleva en su vientre la semilla que germinará dando a luz al nuevo Dios en Yule. 

La celebración de Mabon tiene lugar entre el 21 y el 29 de septiembre.



Las hojas maduran y cambian de color ofreciéndonos uno de los espectáculos más fascinantes, coloridos y mágicos de la naturaleza. Cuando están preparadas, se desprenden de su pecíolo y se precipitan hacia el suelo en una prefecta y armónica danza, para algunas, su último viaje, otras serán arrastradas por el viento para abonar y fertilizar otros suelos, otras tierras. A los pies de los árboles, un mullido colchón de variopintos tonos amarillos, rojizos, ocres, marrones y verdes, reposa para seguir su transformación hasta convertirse en alimento, mientras tanto, pone música a los paseos y pisadas con su bendito crujir anunciando que el ciclo se acaba, que la muerte está cerca, porque solo a través de la muerte seremos capaces de volver a renacer.

Y si estamos atentos a este ciclo, y observamos el comportamiento de los árboles, fijándonos en su paciente y pacífica transformación y lo extrapolamos a nuestras vidas, nos daremos cuenta que soltar es mucho más fácil de lo que pensamos, que transformarnos no tiene el porqué doler y que a veces duele mucho más seguir sosteniendo lo insostenible que soltando, liberando y dejando ir situaciones, pensamientos, tradiciones o personas tóxicas de nuestra vida que lo único que hacen es impedirnos ser nosotros mismos, liberarnos, avanzar y ser felices. Soltar es un arte que está relacionado con el desapego. Cuando suelto algo lo libero, pero principalmente también me libero a mí misma porque aquello que sostenía deja de hacerme daño y de obstaculizar mi camino, ofreciéndome la posibilidad de un cambio, una posibilidad de transformación y sanación. Y si descubro que todavía duele es porque realmente aún no he soltado aquella situación, pensamiento, creencia o persona que me estaba produciendo el dolor. Es porque me quedo apegada a ella, quizá porque temo lo que pueda ocurrir si libero. Sin embargo, el riesgo forma parte de nuestra vida, tenemos que atrevernos a hacer cambios, de lo contrario seguiremos viviendo siempre las mismas situaciones sin posibilidad de que algo nuevo y diferente entre en nuestras vidas para ofrecernos un cambio.



¿Qué podemos hacer para celebrar Mabon o el equinoccio de otoño?

* Los sabbats son fiestas de la naturaleza, por tanto lo primero que recomendaré será dar un paseo por ella, lo ideal sería un bosque, pero si no hay posibilidad, pues un parque, un lugar con árboles o plantas. Pasear sin prisas, dándote tiempo para respirar, sentir y contemplar desde el silencio. Observa los árboles, los colores y tonos de sus hojas, observa cuando estas se desprenden y su danza al caer. Fíjate en las raíces, las raíces siempre nos cuentan la historia del principio de los tiempos. Recoge hojas, palos, piñas, plumas, etc. Pueden servirte cuando tu creatividad se active y qué mejor que crear con parte de la naturaleza. Quizá puedas hacer una rueda o corona de otoño, algunos adornos, una guirnalda de hojas o un móvil con palitos de canela, piñas, rodajas de naranja y hojas. Una muñeca de otoño o un espantapájaros o tal vez te sirvan para añadir a tu altar algunos elementos que representen a los cuatro elementos. Y por supuesto, abrázate a los árboles para agradecerles y para pedirles que te obsequien con su energía y te ayuden a recargarte.

* Durante ese mismo paseo, si es posible, toma asiento en algún lugar tranquilo que llame especialmente tu atención, haz unas cuantas respiraciones conscientes y profundas y toma conciencia de ti misma, de tu cuerpo. Conviértete en una observadora de ti misma, sin juicio, simplemente observa y siente. Así se hace el camino interior. Haz este ejercicio con frecuencia durante todo el equinoccio, aprende a verte, a escucharte y a sentirte y en base a cómo sientas y las conclusiones que vayas sacando, haz tus peticiones en los esbats para ir centrándote y sabiendo lo que quieres conseguir en la vida o más concretamente en el momento actual que estás viviendo.

* Encuentra un momento para agradecer por tus logros y para escribir una lista de deseos de otoño. Parecerá una tontería pero tiene una gran finalidad, muchas veces ya no sabes lo que quieres en la vida o de la vida y simplemente vas “pasando el tiempo”, pero sin vivir realmente. Un modo de volver a conectarte con la Fuente es conocerte a ti misma, de hecho conocerte a ti misma es la verdadera tarea o el fin verdadero de tu vida. Si has estado huyendo de ti, cuando te “obligas” a hacer esta lista de deseos, tienes que entrar en contacto contigo misma, eso te ayuda a conocerte y a volver a integrarte en ti, a alinearte con tu propósito de vida y a cumplirlo con mayor ilusión. Muchas veces este reconectar de nuevo te activa y te pone otra vez en el camino, del que probablemente te fuiste saliendo sin darte cuenta y al que agradecerás volver.



* Como actividades te propongo hacer alguna vela de miel, de soja o parafina, como más te guste, de utilizar aceites esenciales para perfumarlas de canela, naranja, mandarina, bergamota, incienso, nerolí… aquel que más te llame o sea de tu gusto, para bendecirla y utilizarla cuando lo necesites. Puedes también decorarlas con canela, anís estrellado, piel de mandarina o naranja y alguna gema, para elegirla piensa antes para qué vas a programarla, si es para la prosperidad un cuarzo citrino te iría muy bien, si es para el amor (tanto para atraerlo como para trabajar con el amor propio) un cuarzo rosa, si es para mejorar la salud algún cuarzo verde, por ejemplo la venturina, si es para enraizar el jaspe rojo sería ideal, para ayudarte a expresarte y perder el miedo a hablar en público o utilizar las palabras correctas sin que se queden atoradas en la garganta podrías poner una piedrecita de lapislázuli o de sodalita, etc. Quizá también es momento de hacer tus jabones personales, bombas de baño para este tiempo más fresco, tus bordados o iniciar proyectos para tus jerséis, ponchos, etc. Prepárate tus labores y permite que nuevas ideas de creación lleguen a ti. Yo en este momento voy a hacer por primera vez unos inciensos caseros y naturales con hierbas. Cuando tenga todos los ingredientes y sienta que ha llegado el momento los elaboraré. Cualquier manualidad será una maravillosa creación.

* También puedes hornear algún pan o algún dulce con manzana, calabaza o boniato. Una simple tarta de manzana sería exquisita. Hacer alguna comida especial más elaborada. Pero si no tienes tiempo y quieres hacer algo que sea otoñal, pela una manzana, córtala a dados, añádele unas gotitas de limón para que no se oxide al estar en contacto con el aire, añádele una cucharadita de miel, unas pasas, algún piñón y espolvorea con canela. Y si quieres hacerlo más completo, pon en un bol un yogurt natural y después añades el resto de ingredientes sobre él. Podría servirte de desayuno o merienda y tan solo necesitas un par de minutos para elaborarlo.

* Limpia tus herramientas mágicas con sahúmos naturales y agua florida si dispones de ella. Reordena tu espacio. Crea el altar de otoño con elementos de la estación que representen a los cuatro elementos y donde puedan estar tus cositas preferidas y tus imprescindibles.



* Importantísima la limpieza de tu hogar, de sus energías, de tus armarios. Puedes usar sahumerios para eliminar las malas energías que suelen gustar sobre todo de las esquinas de las estancias, purifica cada habitación y friega el suelo con un chorrito de agua florida o en su defecto con infusión de romero. Si no tienes romero, ruda o salvia, echa en el agua un chorro de vinagre para desinfectar y arrastrar las malas energías. Haz la limpieza de tu hogar desde dentro hacia fuera hasta llegar a la puerta de entrada y mientras pasas la fregona piensa que tu casa está quedando limpia y las malas energías están siendo eliminadas. Dedica un rato a ordenar tu armario, tu ropa y a retirar todo aquello que ya no utilizas. Haz lo mismo en el baño y en los armarios de la cocina, la galería y resto de espacios. Ordena los papeles, ponlos e su lugar y quítalos de encima de bancadas, mesas, estanterías de libros, etc. Quita los adornos que estén rotos o ya no te gusten. Quita todo aquello que no te haga sentir cómoda, que cree desarmonía en tu hogar. Aligera el ambiente, dale un agua a las cortinas, al sofá y a los cojines. Ordena tus espacios sagrados, dedica un tiempo a tus cuarzos y a revisar tus cosas personales por si hay algo que ya no vibre contigo. Todo lo que retires de tu hogar que esté en condiciones, puedes regalarlo o donarlo, lo que no lo esté tíralo directamente a la basura. Si recibes algo de otro casa, hazle una limpieza energética para que armonice con tu hogar y con sus energías limpias y equilibradas. Da la bienvenida a las plantas nuevas, diles que están en un nuevo hogar y que ahora serás tú quien las cuide, así les será más fácil adaptarse a las nuevas energías.

* Dedícate siempre un rato del día, para escribir tus cosas, para leer, para sentirte y estar contigo, para tomarte un té, para tus labores, para tu altar, para danzar, para reír, para soñar. No es necesario en absoluto que todo lo que hagas tenga que ser productivo, el ocio es necesario y lo importante es que aquello en lo que decidas invertir tu tiempo te haga feliz y sentir bien. Y date también unos minutos al día para no hacer “nada”, a veces lo que parece una pérdida de tiempo, es la mayor riqueza que podemos disfrutar. Porque en ese “no hacer” está justo el motor de la vida.

* Y todo aquello que se te ocurra que te haga feliz y respete la vida de todos los seres, la tuya incluida.

En definitiva y para concluir haz todo aquello que te haga sentir bien, en paz y en armonía contigo misma y no solo hoy por ser el equinoccio o durante la celebración de Mabon, que te sirva para toda la estación. Y no olvides dedicarte muchos momentos de silencio y escucha, pues en otoño se emprende ese viaje interior hacia uno mismo que es tan necesario para equilibrarnos y ayudarnos a conocernos para saber qué queremos y poder conseguirlo. Es un viaje de recogimiento, solitario y personal en el que meditar, soltar y a la vez sostener aquello que merece la alegría seguir conservando.

Hagas lo que hagas, sé feliz.

No olvidemos que en el hemisferio sur comienza la primavera y la celebración de Ostara en la Rueda del Año.

©Paqui Sánchez

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¡¡¡Gracias!!! ¡¡¡Bendiciones!!!



©Paqui Sánchez