FLORECER
Cuentan que hace mucho,
pero mucho tiempo, en una estrella situada lejos de la Vía Láctea, la atención
de un niño fue cautivada por la amorosa presencia de un anciano de largos
cabellos, que sin mover sus manos creaba en el aire bellísimos dibujos, con
finos granos de arena, que emitían una luz muy especial.
Mientras el niño permanecía
deslumbrado, observando tal despliegue de creatividad y hermosura, el anciano
suavemente se inclinó y escribió, con letra grande y clara: “Potencial”.
En la cara del niño apareció
una expresión de extrañeza, ¿qué significa esa palabra?
- Te estaba esperando –, le
dijo el anciano, mientras hizo una breve señal para que se sentara a su lado, al
tiempo que abrió una bolsa aterciopelada color marrón.
- ¿Qué son? –, preguntó el
niño movido por la curiosidad –. Parecen piedras chiquititas – comentó.
- Son semillas – le
explicó el anciano –, no las conoces porque son creadas para otra realidad. Muy
lejos de este mundo, hay un magnífico planeta escuela, llamado Tierra, a donde
viajan las semillas para manifestar su potencial.
- ¿Qué significa potencial? –,
dijo el niño, con premura, queriendo conocer el significado de la misteriosa
palabra que lo mantenía preso de la duda.
Sin que mediara explicación
alguna, el anciano giró sus manos trazando un círculo dorado. Allí el pequeño
vio aparecer un frondoso árbol frutal, que al instante comenzó a comprimirse
hasta que su esencia quedó dentro de una semilla.
- ¡Guauuuu! –, exclamó el
niño.
Al ver su rostro completamente
fascinado por lo que acababa de presenciar, el anciano le explicó:
- Potencial significa que
tiene la posibilidad de ser o existir, por eso ahora esa semilla potencialmente
es el árbol que recién viste replegarse hasta su mínima expresión.
- Creo que comprendo –contestó
el niño-, la semilla es como si fuese una pequeña maleta que protege al árbol y
le permite viajar hacia otra realidad, ¿no?
- Sí, podríamos decir
que así es –, afirmó el anciano.
Al ver el interés que mostraba
el niño, el anciano continuó explicándole:
- Lo mismo sucede con los
seres que van a la Tierra. Antes de encarnar, sus espíritus visionan aquello en
lo que quieren convertirse, y luego lo repliegan dentro de una semilla roja,
llamada corazón, que al abrirse les permite plasmar lo que potencialmente ya
son.
- ¿Las semillas-corazones de
esos seres se abren solas? –, preguntó el niño.
- Se abren cuando internamente
así lo sienten – aclaró el anciano – pues se trata de un planeta de libre
albedrío al que para ingresar deben jugar a ponerse un velo, que les impide
recordar lo que en espíritu ya conocen.
Un tanto confundido, el
pequeño retomó la palabra y dijo:
- ¿Por qué juegan a olvidar lo
que ya conocen?
- Lo hacen para poder sentir
eso que intuyen que llevan dentro – le explicó –, pues jugando a ignorar lo que
ya conocen pueden nutrirse de innumerables vivencias aleccionadoras, que les
permiten desarrollar nuevas habilidades para continuar viajando, por todo el
universo, en busca de otros desafíos que los impulsen a evolucionar.
El niño hizo una breve pausa,
para asimilar lo escuchando, y nuevamente preguntó:
- ¿Ese velo del olvido no
podría hacer que esos seres se sientan perdidos o confundidos, y quieran buscar
fuera lo que no recuerdan que ya tienen dentro?
- Sí, eso es lo que muchas
veces sucede –, aseveró el anciano. Y al ver que aún perduraba el rostro de
preocupación del niño, sonriendo con dulzura le comentó:
- No te preocupes, todos están
destinados a florecer, pues entre otras cosas cuentan con el sutil auxilio de
las corazonadas, las señales, las sincronicidades y la intuición para poder
hacerlo. Cada uno se transforma y florece, a su debido tiempo, en la medida en
que se anima a respetar aquello que internamente siente que está alineado con
su esencia.
- ¿Te gustaría algún día ir de
paseo a ese mágico planeta escuela? –, le preguntó el anciano.
- ¡Claro que sí! –proclamó con
entusiasmo el niño –, pues ahora sé que simplemente tendré que respetar mi
sentir, para que se abra la semilla de mi corazón y florezca lo que lleve
dentro.
Reafirmando las palabras del
niño, el anciano miró en dirección al cielo y enunció un mensaje, dedicado a
todas las semillas, que el espíritu del viento prometió entregar:
“Nunca nacen rosas de la
semilla del bambú,
pues no están en su esencia interna,
así que no permitas que
marchiten tu potencial con deseos generados para desnaturalizarte.
Confia y
abrete a tu sabiduría interior,
sintiendo lo que potencialmente ya eres,
pues
fuiste destinada a florecer,
para embellecer el jardín de la existencia”.
Cuentan que mientras volvía a contemplar
cómo el anciano creaba nuevamente sus fantásticos mándalas, con los granos de
arena, por lo bajo el niño murmuró:
- Seguramente se llama Tierra
porque es ahí donde las semillas van para abrirse, crecer y florecer.
La luz, hecha fragancia, que
emana esta colorida historia es parte de una ancestral memoria que late en las
estrellas y hoy revive en tu corazón, para que en los momentos más críticos
sigas confiando en tu
floreciente naturaleza interna y continúes esparciendo
sensibles gotas de consciencia, vibrando intensamente en la frecuencia del
amor.
Desconozco el autor
http://programamitoart.blogspot.com/
© Fran S
Mi preciosa Paqui, gracias de todo corazón por este bello relato cielo. Nuevamente lo colgaré en mi blog cielo pues es fantástico y creo que explica de una forma clara y sencilla lo que somos y cómo elegimos lo que queremos hacer aquí y sentir.
ResponderEliminarUn gran abrazo y gracias cielo
Gracias, lo encontré por "casualidad" buscando otra cosa y aquí está. Es bonito.
ResponderEliminarComo siempre, encantada de que lo compartas cuando gustes.
Gracias por venir y comentar.
Un gran abrazo.
Precioso....
ResponderEliminarUna gran verdad...gracias por traerlo
ResponderEliminarGracias María José, encantada de tenerte también aquí en este pequeño espacio donde procuro no dormirme y jugar con la magia de la vida disfrutando de ella a cada instante.
ResponderEliminarUn gran abrazo y cálido abrazo de mi corazón al tuyo.
De nada Paqui, es un placer disfrutar de cosas que son preciosas para el crecimiento, Encantada de estar en tu espacio. Otro abrazo para ti con mi corazón
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