¿Desde dónde
escribes?
- ¿Desde
dónde escribes? – Me han preguntado alguna vez.
No necesito
pensarlo, la respuesta aparece por sí sola.
- Desde el
silencio, escribo desde el silencio. Todo lo que tengo que contar está escrito
en el silencio.
- ¿Y si
hay ruido?
Sonrío.
- No
importa, yo siempre encuentro la quietud del silencio allá donde esté. No sé
cómo lo hago, pero consigo escuchar el silencio dentro de este mundo de caos, bullicio y
ruidos.
Para que nazcan
las palabras necesito silencio. Para tejerlas necesito la paz que encuentro en el
silencio. Para leerlas en las estrellas, necesito silencio. Para escribirlas en
el viento, necesito silencio. Para inhalarlas y exhalarlas, necesito silencio. Para
engendrarlas, alimentarlas y parirlas, necesito silencio.
Necesito entrar
en el espacio sagrado de mi corazón y conectarme con la sabiduría ancestral. Con
mi verdadero YOSOY. Y para ello, no hago nada, absolutamente nada especial…
…Salvo
cerrar los ojos y respirar, respirarme el alma.
Y así comienzan
a fluir en armonía, sin forzarlas, sin pensarlas.
- ¿De
dónde sale lo que escribes?
- No sé realmente
de dónde sale lo que escribo.
Quizá es
una combinación de mente, corazón y alma conectados a algo que es mucho más grande
que los hombres, que el Universo, que el Cosmos, que el Infinito… y que fluye a
través de mis manos que son las que cogen la pluma o se deslizan revoloteando
como mariposas de colores por el teclado.
Pero sí
sé que a veces siento que no soy yo, no es mío lo que escribo. Yo sólo soy un instrumento que afina el Universo. Lo
que llega, lo que fluye a través de mí, las palabras, lo que escribo... no es mío. Es de todos. Es para todos.
La palabra
es un don y una herramienta de poder. No nos damos cuenta de la importancia de
las palabras, de lo que decretamos con ellas al hablarlas. Hay palabras que
sanan, hay palabras de aliento, hay palabras bellas, hay palabras que construyen,
edifican y crean. Hay palabras de paz y armonía. Hay palabras que salen del corazón para
alcanzar al alma. Hay palabras mágicas de brujas y hadas que curan los corazones y liberan las almas.
También hay
palabras que lastiman, que hieren, que te hacen sangrar, que duelen, que
son feas, groseras, soeces. Palabras que descalifican y humillan. Que destruyen… que matan.
Presta mucha atención a tus palabras. Elígelas bien así como la energía con la que las lanzas, pues puedes crear vida con
ellas y también quitarla.
Escucha cómo hablas, cómo te hablas y desde dónde hablas y te hablas. No te desprecies con tus palabras, ni quieras despreciar a nadie con ellas al pronunciarlas.
Recuerda que cada vez que hablas decretas, que las palabras tienen un enorme poder y su vibración cambia según salgan desde el amor o desde el miedo (que no es más que ausencia de amor).
Deseo que tus palabras nazcan siempre en tu corazón y que antes de pronunciarlas las envuelvas en amor.
Que el
amor sea siempre tu elección.
©Paqui
Sánchez
©Paqui
Sánchez