Leer, una fantástica aventura
Hoy, 23 de abril es el día del libro. No sé si esta costumbre que se está imponiendo últimamente de “el día de…” es positiva o no, porque todos esos días que nombramos una vez al año, la mayor parte de las veces se quedan en eso, en un recuerdo que llega una vez al año. Y sin embargo, debería ser el pan nuestro de cada día, porque debemos celebrar y cuidar a la Madre Tierra todos los día, no solo el 22 de abril, del mismo modo que deberíamos cultivarnos cada día, leer todos los días, regalar cultura y libros… no solamente el 23 de abril. Hemos de cuidar de nuestra salud todos los días, alimentarnos de forma sana, hacer ejercicio, observar nuestro cuerpo si muestra algún tipo de dolencia o enfermedad para aprender cómo podemos ayudare a estar mejor con los menores químicos posibles, prestar atención a los cambios emocionales que se producen en nosotros y acompañarnos en ellos con aceptación y armonía… Hagámoslo cada día, no porque sea un día particular o concreto.
De cualquier modo, mientras adquirimos la costumbre, diremos que no está de más celebrar el “día de…” y, hoy le toca a algo con lo que yo disfruto mucho y recomiendo siempre encarecidamente. Libros, leer, escribir...
Algo les está pasando a nuestros jóvenes, me da la sensación de que están perdiendo algo muy importante que antaño llamábamos “curiosidad”. Recuerdo que la curiosidad fue una de mis grandes compañeras de juego, sentir curiosidad me instaba a buscar información sobre determinadas cosas y a investigar sobre ellas, a preguntar y a leer. Probablemente la “curiosidad” me indujo a cursar los estudios que elegí, por mi avidez de conocimiento, de saber, de poder contar la historia de la tierra y de la humanidad. Observo en mi entorno que muchos jóvenes con los que tengo relación ya no sienten “curiosidad” más allá que la que les proporcionan los videojuegos con los que se entretienen hoy en día. Niños que podrían pasar 12 horas seguidas (por poner un límite) jugando con sus tabletas, y otras maquinitas electrónicas a juegos donde se aprende sobre violencia, muerte, batallas, lucha, destrucción y otras bondades del estilo. Donde se pierde la vista por no ejercitar el músculo óptico al mantenerla fija sobre la pantalla, se pierden destrezas y movilidad física, se pierden los juegos de antaño, el salir a la calle, el respirar y jugar en el parque al aire libre, el contacto con la naturaleza, el hacer ejercicio… Se pierde, la humanidad se pierde en la tecnología y no siempre de manera positiva…
Hoy más que nunca considero que es fundamental despertar e incentivar el amor por la lectura. Creo que es necesario en estos momentos en este país que les digamos a nuestros pequeños, a nuestros adolescentes, a nuestros jóvenes, a las personas de mediana edad, a los de edad madura y a nuestros mayores que lean más. Es más, digámonoslo a nosotros mismos y prediquemos con el ejemplo. Porque más que lo que decimos, lo que perdura y acaba imitándose es el ejemplo que damos con lo que hacemos.
No tenemos ni idea de lo importantes que son los libros y lo que podemos encontrar en ellos. Con los libros aprendemos a leer, a escribir, a redactar, a recitar, a entonar la voz y proyectarla, a soñar, a imaginar, a visualizar, aprendemos a expresarnos, adquirimos conocimientos, ampliamos vocabulario, mejoramos la ortografía, fomentamos la memoria, nos hacemos más reflexivos, más cultos y creativos. Aprendemos a gestionar nuestras emociones y a aliviar la soledad al ponerla en contacto con la fantasía. Según se dice, leer previene el Alzheimer y reduce considerablemente el estrés. Pero fundamentalmente los libros nos enseñan a ser LIBRES, pues con ellos aprendemos a pensar por nosotros mismos y a no aceptar cualquier cosa que nos digan sin haber buscado información y contrastado antes esa información hasta formarnos nuestra propia idea.
La sociedad en la que vivimos y que todos hemos creado nos quiere analfabetos, así le resulta mucho más fácil manipularnos. Sin embargo, yo prefiero que seamos LIBRES, y una de las mejores maneras de conseguirlo es formándonos y para ello es imprescindible que leamos.
Lee aquello que te guste, lee sobre los temas que más te interesen o llamen tu atención, sobre lo que te despierte curiosidad. No es necesario que sean libros de filosofía, historia, medicina o economía. Lee aquello que te atrape, lo que quieras: historias, novelas, ciencia ficción, aventuras, biografías, cuentos, poesía, novela romántica, histórica, diccionarios, enciclopedias, libros de arte, de informática, de electrónica o mecánica, de psicología, guías de viaje... Lee aquello que desees, lo que te apetezca, pero lee.
No te informan ni te forman los noticieros, ni los programas de televisión. Te informan, te forman y te enriquecen los libros. Te ayudarán además a pensar, a crear tus propias opiniones y a expresarte correctamente. A no creerte todo lo que te dicen por ahí, sino a cuestionarlo e investigar, a cotejar y contrastar la información para poder tener tu propio punto de vista y poder así elegir libremente tu camino y tus creencias.
Leer abre tu mente y tu corazón. Una mente abierta y cultivada se hace universal y no puede ser fácilmente manipulada ni controlada por agentes externos. Porque sabe lo que quiere y cómo conseguirlo. Es capaz de pensar por sí misma y de poner límites. Una persona que lee está en continua evolución y crecimiento. Además la lectura, al incrementar tu imaginación, puede incluso animarte a escribir y escribir es una gran terapia de sanación y una maravillosa aventura.
Cuando tengas que hacer un regalo y no sepas qué regalar, regala un libro, porque un libro no es tan solo un libro, es mucho más. Estarás regalando abono para la mente y proporcionando las claves para el desarrollo y la formación de la persona, además de entregándole su propia LIBERTAD.
Cultiva tu mente para que puedas ser LIBRE cada día de tu vida.
¡Feliz día del Libro!
¡Feliz día del Libro!
©Paqui Sánchez
©Paqui Sánchez