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domingo, 2 de febrero de 2025

PERSONAS MÁGICAS

 

Personas mágicas

En ciertos círculos muy selectos se habla de la existencia de unas personas especiales a las que se les atribuyen cualidades mágicas, de hecho se dice que son personas mágicas disfrazadas de personas “normales”, tratando de disimular así su especialidad (entiéndase lo de especialidad por ser especiales, no por ser especialistas en algo, aunque quizá también lo sean) o su “magicalidad”, fíjate que he buscado esta palabra en el diccionario y me la sustituía por “maRgiNalidad”.

-       Vaya tela -he pensado yo-, una “R” y una “N”, dos consonantes que se cuelan sin permiso y que lo cambian todo y de qué manera. Podría haberme salido “mUSicalidad”, que aunque también cambie dos letras, suena mucho mejor y nunca mejor dicho, porque tener “musicalidad”, igualmente es algo mágico.

Sí, ya sé que “magicalidad”, como palabra, no existe. ¿No has sentido nunca el impulso de comprobar palabras que te suenan bien (quizá por su “musicalidad”), por si el diccionario ha obrado la magia de adoptarlas? Pues eso me pasa con “magicalidad”, estaría bien que la hicieran existir, ¿no te parece?

¿Te has preguntado alguna vez cómo se inventaron las palabras? Esa magia de unir consonantes con vocales para poner nombre a las cosas, a las personas, a los lugares… O mejor dicho, esos sonidos a los que primero se les dibujó creando un sistema de pictogramas, que con el tiempo se simplificó para dar lugar a signos que acabaron convirtiéndose en abecedarios que formaban palabras.

La historia nos cuenta que la primera forma de escritura fue la cuneiforme, esta se desarrolló en Mesopotamia en torno al año 3.500 a.C., siendo los sumerios los primeros en usar pictogramas y dibujos para llevar registros, mientras que sobre el 3.200 a.C. los egipcios desarrollaban los jeroglíficos, otro sistema de escritura que empleaba pictogramas y signos. Sin embargo, si tenemos en cuenta que las primeras palabras para representar sonidos fueron dibujos, quizá debamos remontar el principio del lenguaje y la escritura al inicio de los tiempos, puesto que en la Prehistoria ya se utilizaban dibujos para representar animales, seres humanos y contar historias de cacerías y llevar registros en las paredes de las cuevas. En China, en el año 1.200 a.C., durante la dinastía Shang, aparecen vestigios de huesos y caparazones de tortuga con símbolos, probablemente se trate de un oráculo, tal vez el inicial, o quizás no. Sin embargo, serían los fenicios los primeros en desarrollar un alfabeto, aunque este siguiera representando sonidos. Basados en este alfabeto fenicio, los griegos crearon el suyo propio que ya incluía vocales y los romanos, como hicieron siempre, copiaron el alfabeto griego y lo adaptaron a su propio idioma.

Se comenzó “escribiendo” en las paredes de las cuevas, se continuó dibujando símbolos en las tablillas de arcilla en Mesopotamia, se tallaron símbolos en huesos, en piedra, en papiros y finalmente en papel. Ahora seguimos escribiendo y muchas veces prescindimos hasta del papel, lo hacemos en una hoja de Word que, por supuesto simula ser papel. Un folio en blanco en el que dejarte ir y expresar todo lo que te habita, hilando palabras, conjugando verbos, creando frases y párrafos que se van tejiendo para crear historias de todos los colores, tamaños y géneros.

Seguramente todas las palabras fueron “nuevas” en algún momento de su creación. “Magicalidad” no está mal como nueva palabra inventada.

Sé que llevo un rato divagando, pero no me importa. Hace poco leí que algunos inventos o teoremas, esas cosas importantes que nos hacen entender hoy en día este mundo en el que vivimos y en los que se sustentan grandes principios de la humanidad y de las leyes de la física, surgieron porque aquellos que trabajaban en ellos, dejaron de trabajar para descansar un poco huyendo de la carcoma que suponía seguir con los pensamientos que se sucedían en círculos sin permitirles llegar a nada más. Al darle permiso a sus mentes para descansar, se descubrieron divagando. Y justo en ese momento de descanso, mientras sus mentes divagaban, pudieron ver aquello que no estaban viendo mientras filosofaban sobre ello o desarrollaban fórmulas matemáticas interminables. ¡Cuán importante es la pausa en esta vida y qué poco tiempo le concedemos!

Yo no voy a descubrir ningún principio de la física mientras divago, eso se lo dejo a los genios (si me pudieras escuchar estoy riéndome en este momento). La gravedad ya la descubrió Newton al caerle la manzana en un momento distendido de su día a día, mientras divagaba, igual que le ocurrió a Arquímedes mientras tomaba un baño y vio cómo el agua rebosaba. Sin embargo, sé que cuando divago también pasan cosas, no serán tan relevantes para la humanidad como el Principio de Arquímedes o las Leyes de Newton, pero no por ello son menos significativas. Cuando divago digo cosas, o escribo cosas que tal vez alguien necesita para salir del estado de congelación en el que se encuentra y comienza a entibiarse de nuevo, o toma una decisión importante en su vida, o decide mirarse a sí mismo en lugar de seguir mirando al de enfrente, o entiende el porqué se encuentra en una situación determinada, o recibe respuesta a alguna de sus preguntas… En fin, que sí, que divagar es bueno porque nos ayuda a observar, a centrarnos y a crear. Cuando nos damos permiso para pausarnos ocurren todas estas cosas mágicas que le dan sentido a todo. ¿Qué te ocurre a ti cuando divagas, en qué te descubres pensando?

Retomando el hilo de lo que íbamos diciendo, al parecer estas personas mágicas se encuentran repartidas por todos los rincones del planeta y se pueden presentar o materializar o personar o lo que sea que hagan en cualquier momento a cualquier ser que así lo necesite en cualquier parte del mundo, apareciendo de repente, como de la nada.

Dicen que esa persona mágica se mete en tu mundo y empieza a hablarte de todo y antes de que te des cuenta le estás contando tus miserias y confiándole tu vida. Es lo que tiene ser una persona mágica, entra en tu universo y te ayuda a ver la luz que hay en ti, la luz que eres, sacándote así del pensamiento mediocre sobre ti misma que dominaba y regía tu vida hasta el momento. Como dirían los modernos de hoy en día, te ayuda a “empoderarte”, o algo así, pero en el buen sentido de la palabra, quiero decir, bueno, tú ya me entiendes... Por eso les cuentas tus miserias como si la conocieras de toda la vida, porque antes de sembrar semillas nuevas en ti o descubrir las dádivas que ya tienes, hay que sacar de dentro todo lo que sobra, todo lo que estorba, todo lo que ya no te hace bien, ni te sirve, lo que duele, lo que te daña, lo que no te permite avanzar... Es cuando todo eso está fuera que se puede comenzar a ver la luz, esa que se ha ido empujando hacia lo más profundo de ti con cada pensamiento negativo sobre ti misma, con cada prejuicio nacido de un pensamiento erróneo, con cada rencor sembrado por la estela del dolor, con cada palabra hiriente nacida de un recuerdo o un pensamiento posiblemente mal interpretado de vete tú a saber cuándo o provocado por quién. Esa luz que no alcanzabas a ver por encontrarse opacada por cada decreto y cada carga ancestral y por esos sistemas de creencias obsoletos que se alimentan de memorias de dolor, de autoboicot y de autodesconocimiento de lo que realmente eres.

Dicen que la magia de esos seres es tan fuerte, que si consiguen tocarte el alma una sola vez, te transformas para siempre y no vuelves a ser la misma persona que fuiste nunca más. ¿Sabes por qué? Porque sin darte apenas cuenta, esa persona mágica que se acercó a ti, te ha enseñado a mirar dentro de ti para que puedas conocerte mejor y aprender a satisfacer todas tus necesidades, a saber lo que te hace feliz y a dártelo tú misma. Así, sí que puedes salir al mundo con tu mejor sonrisa, en tu mejor versión (que como ves ya estaba dentro de ti), libre de pensamiento, segura y empoderada. Y simplemente por la ley de reciprocidad (lo que se da vuelve a ti), el mundo te sonreirá, te obsequiará con su mejor versión, te hará sentir libre, segura y empoderada. Y tú sentirás que ha ocurrido un milagro y el milagro ha sido tu propia transformación, tu trabajo contigo y en ti misma, que comenzó con ese pensamiento negativo que cambiaste sin darte cuenta, con esa palabra malsonante hacia ti misma que murió en tus labios antes de ser pronunciada convirtiéndose en tu primer éxito. Cuando te diste cuenta que querías salir de tu propia cárcel, que querías dejar de ser esclava de tantas cosas que te ataban y te atreviste a priorizarte por primera vez sin sentirte culpable. Cuando te escuchaste, cuando fuiste consciente de que tú también eras luz, una diosa con todo su potencial y con infinitas posibilidades de desarrollarse, de dirigirse hacia su propio destino. Cuando decidiste empezar a agradecer cada día por estar viva y seguir respirando…

Esas personas mágicas a veces no necesitan saber nada de ti, quiero decir, que no necesitan que les cuentes nada porque ellas ya saben lo que te ocurre y cómo ayudarte a solucionarlo. Ellas mueven los hilos de su magia y van preparando sutilmente el terreno para que tú empieces a hacer pequeños cambios sobre ti misma, empiezas a descubrirte, vas aceptando partes de ti que antes te disgustaban, vas cambiando otras porque sientes que puedes y debes, hasta darte cuenta de que vas sintiéndote mejor en tu propia piel.

En ocasiones, no necesitan presentarse o tener una relación íntima o de cercana contigo. Aparecen en el lugar más insospechado, dicen cuatro cosas que te hacen pensar y te calan dentro, empiezas a cuestionarte cosas que nunca antes te habrías planteado, te invitan a conocerte, incitándote a que te hables bien utilizando palabras bonitas para referirte a ti, a que te sonrías cada mañana cuando te cruces con tu mirada en el espejo en lugar de eludirla avergonzada. Te animan a que te valores, a que te tengas en cuenta, a que busques unos momentos para ti y solo para ti cada día en los que puedas desarrollar aquella actividad que te haga conectar contigo, te incitan cuidarte, a amarte. Te instigan a que te mires, te observes y te veas realmente, te empujan a tomar decisiones para decidir qué quieres para tu vida e incluso ponen en tu conocimiento herramientas para que consigas iniciar ese nuevo camino que finalmente descubres que quieres seguir o al menos explorar para saber más y descubrir si podría ser por ahí.

Sin embargo, otras veces es algo mucho más efímero, pero no por ello menos efectivo, una simple sonrisa en un momento concreto que ayuda a que vuelvas al aquí y al ahora y te olvides de ese pensamiento negativo que como una nube negra estaba sobre tu cabeza opacando tu día, pues tu rostro se viste con otra sonrisa para devolver ese “afecto” hacia la persona desconocida. En otras ocasiones puede ser un pequeño contacto físico, una mano que sostiene la tuya, o un roce en tu hombro o en tu brazo que sin saber el por qué te cambia el estado de ánimo… O también una palabra generosa que te saca de la telaraña de pensamientos oscuros en los que te estabas imbuyendo.

Con todo esto quiero hacerte saber que no hay una sola manera de sentir, ver o tener la ayuda de una persona mágica. Ella sabe cómo tiene que hacer para llegar a ti, sin que tú te apercibas de ello. A veces el trabajo es de mayor envergadura y en otras ocasiones solo es un ligero toque mágico para sacarte de donde estás y volver a ser consciente de ti.

Dicen que cuando esa persona mágica te ha ayudado a ver de nuevo tu camino, desaparece de tu vida igual que llegó, sin hacer ruido y dejándote el corazón henchido de gratitud y amor. Otras veces  se queda a tu lado para siempre, todo depende de lo que especifique el contrato que habías pactado de antemano, en el lugar del no tiempo. Sí, me refiero a esos contratos anímicos que firmamos antes de venir a la Tierra.

Las personas mágicas a veces saben que lo son y otras no. Suelen quedarse solas con frecuencia, porque cuando han terminado su trabajo, el vínculo suele soltarse para dejar al otro experimentar y volar en la dirección que desee. Quizá ellas hayan venido a este mundo también con trabajo personal, tal vez ellas tengan que aprender a soltar, dejar ir sin aferrarse a nada ni a nadie para que cada uno encuentre su libertad y la experimente a su manera. ¡Quién sabe lo que cada uno viene a trabajar!

Es posible, sí, que hayas tenido alguna persona mágica en tu vida y no hayas sido consciente de ello. Tal vez te hayas dando cuenta con el tiempo o quizá no te hayas apercibido nunca de su presencia. No importa demasiado, si no la has reconocido, no le des más vueltas, seguramente lo importante no era darte cuenta de… sino haber hecho el cambio que necesitabas para que tu vida comenzara a contar de verdad y no solo pasara el tiempo de la mejor forma posible.

Porque de eso se trata, de que tu vida cuente.

Y si te empeñas en querer saber quién fue esa persona mágica en tu vida, intenta recordar esos momentos en los que estabas tan mal: ¿Quién te dio ese empujoncito hacia ti misma para que empezaras a observarte sin juicios y empezaras a tenerte en cuenta, a darte y a amarte? ¿Quién te ayudó a ver de nuevo los colores del arcoíris, quién te enseñó a respirar sintiendo, quién te empujó suavemente para que miraras hacia dentro y descubrieras ese maravilloso mundo que existía dentro de ti, quién te tapó cuando tenías frío (me refiero a ese frío interno que no se pasa abrigándote con una simple manta o ingiriendo una infusión caliente), quién apareció en tu vida como detonador para que empezaras a vivir de verdad?

¿Recuerdas haberte encontrado alguna vez con alguna persona mágica? ¿Sabías que era una persona mágica o te pareció de lo más normal? ¿Has sentido su ayuda de alguna manera o no te has dado cuenta de que su “pr-esencia” hacía magia en tu vida?

¿Sabes cómo reconocer a una persona mágica?

Suelen ser empáticas, ambles, alegres. Desprenden energía positiva, tiene una forma increíble de ver el mundo, pues suelen maravillarse de las pequeñas cosas que encuentran en él, son amantes de lo simple y lo sencillo y practican la escucha activa, es decir, hacen que te sientas valorado porque te escuchan de verdad, por eso te resulta tan sencillo, aun siendo celoso de tu intimidad, contarles tu vida en un momento. Son personas auténticas, luminosas, que al mirarte te ven realmente y te instan a sacar y compartir lo mejor de ti. No se sienten más pequeñas ayudándote a brillar porque piensan que cuanta más luz sea consciente de su luz, más luz estará activa iluminando el mundo. Son sabedoras de que los pequeños cambios que hagas en ti y en tu manera de verte y de mirar el mundo, son los que conseguirán la transformación que necesitas. Por ello gozan con lo pequeño y lo simple, porque saben que el ese pequeño aleteo de una mariposa en ti, puede llegar a transformarte profundamente aunque tú seas inconsciente a ello.

Pues llegados a este punto, que es ya el final, tengo algo más que decirte… No solo todos hemos tenido a alguna persona mágica a nuestro lado alguna vez en nuestra vida, sino que también hemos hecho el papel de persona mágica para alguien más en el mundo.

          Sí, lo has entendido bien, tú has sido, eres y serás una persona mágica para otros seres que hayas conocido, que conozcas o que conocerás en tu vida, tanto si has sido consciente de ello como si no.

          Gracias por haber compartido hoy parte de tu tiempo aquí, conmigo, leyendo sobre ti.

Ahora ya sabes, a seguir brillando y expandiendo sonrisas y magia, mucha magia.

Gracias, a quienes corresponda, por las imágenes.

©Paqui Sánchez

©Paqui Sánchez

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