Franqueando Límites y Abriendo Caminos…
Un día
miré mi vida y me di cuenta de que todo lo que había en ella eran límites.
Límites impuestos
desde antes de nacer y durante mi crecimiento. Límites que había aprendido a
crear sin siquiera darme cuenta de ello.
Límites establecidos
por “mi bien”, para “mi seguridad”, para que nada ni nadie me “dañara”, para “protegerme”…
Mis límites
fueron tus miedos disfrazados, encubiertos precisamente de aquello que te
faltaba y anhelabas o que no te permitías para ti.
Tus límites
se convirtieron en “mis límites” y al crecer con ellos se hicieron parte de mí
misma.
Durante mucho
tiempo no cuestioné esos límites, no me daba cuenta que estaban ahí porque me
había criado con ellos, me creía una persona relativamente “feliz”. Sin embargo
mi Alma anhelaba libertad y yo no podía alcanzarla. Sentía que algo tiraba de
mí y no me dejaba alzar el vuelo. Quizá ese fue el catalizador que me ayudó a
darme cuenta de cuántos límites me constreñían… algunos de ellos ancestrales,
heredados, transmitidos de generación en generación, convertidos en creencias,
incluso en decretos. Fui consciente de mi necesidad de romper cadenas, derribar
muros y de construir nuevas creencias en positivo que fueran beneficiosas para
mi vida.
Tuve que
superar tus miedos, que se habían convertido en los míos propios… además tuve
que lidiar con mis propias pesadillas.
¡Qué
miedo da traspasar la barrera que te han dicho desde siempre que no debías
cruzar!
Hasta que
tu consciencia te muestra que al otro lado de ese “miedo” sigue habiendo vida y
más experiencia, nuevos colores, nuevos sabores, texturas, olores, sinfonías…
numerosas e infinitas posibilidades de ti mismo para explorar y experimentar. Un
nuevo tú que conocer, reconocer y mostrar.
Pasamos
la mayor parte de nuestra vida aferrados al dolor, a las cosas que nos hacen
daño y nos lastiman, esas que no nos permiten desarrollarnos como nos gustaría,
ni alcanzar aquello que deseamos, ni ser simplemente aquello que ya somos. Presos
de una paupérrima autoestima, fijándonos y centrándonos en aquello que nos han
dicho que no es suficiente de nosotros mismos, o que no somos capaces de conseguir…
nos pasamos la vida lamentándonos y haciéndonos daño a nosotros mismos y a los
demás porque nos hemos creído la mentira que nos han contado y nos hemos
aferrado a ella como si fuera un salvavidas. Y además no nos sentimos lo
suficientemente buenos como para salir de ella y hacer algo diferente o ser
nosotros mismos.
Una mentira
que pasa de generación en generación hasta que alguien de ese linaje ancestral
decide que no quiere seguir aceptando y transmitiendo esos “límites” a sus
descendientes.
Y cuesta
mucho darse cuenta porque esa “mentira” lleva tanto tiempo formando parte de tu
cotidianeidad y siendo transmitida que está cargada de razones y disfrazada de
verdad… Sin embargo, si te limita, si coarta tu libertad, si no te deja ser, si
no te permite ser verdaderamente feliz… quizá es que ya no es “tu verdad”,
quizá ha llegado el momento de liberarla y dejarla marchar por mucho tiempo que
lleve en la familia o formando parte de tu vida, de tu historia.
Pero no
podemos romper los límites así como así. Para romper tus límites, los que de un
modo u otro te acompañan, has de hacer un importante ejercicio primero, debes
mirar dentro de ti y aprender a conocerte a ti mismo. De ese modo serás
consciente de cuántos de esos límites son heredados de otros y cuántos son tuyos.
Así, podrás decidir conscientemente qué hacer con ellos. Si quieres seguir
manteniéndolos o quieres liberarlos y liberarte de su aprisionamiento.
No hay
nada más importante que la libertad de elegir, de elegir en y con amor aquello
que queremos para nosotros.
No me
importa que tus creencias te limiten si eso es lo que tú eliges para ti, pero
no voy a seguir consintiendo que se sigan convirtiendo en mi propia prisión. No
voy a dejar que tus miedos encubiertos de “decisiones” sigan quitándome la
libertad de elegir por mí misma, de sentir, ni de alcanzar mis metas. Ya no
creo en: “eso es muy difícil”, “no lo vas a conseguir”, “nadie ha llegado allí”,
“nadie lo ha conseguido antes”, “con lo mal que está todo”, “mejor sigue como
estás”, “no es momento de cambiar”… Todo eso que dices “por mi bien”, sigue
siendo la proyección de tus miedos y he sido tan débil, que durante una parte
de mi vida los he convertido en míos, pero ya no. He aprendido que hay magia en
mí, y que si yo creo en mí, soy capaz de co-crear y conseguir superar esos
miedos comunes que ahora son tan míos como tuyos.
Y ahora
mi responsabilidad es romper esos cientos de “decretos” y aprender a no
transmitir esos miedos, esas mentiras, esos límites, esas falsas creencias a
mis descendientes, ni a las personas que se relacionan conmigo, familia,
entorno laboral, amistades…
Lo que
siento ahora es que necesito seguir conociéndome y ser consciente de todo
cuanto me rodea para poder elegir libremente mi camino.
Somos luces
y sombras. Conocer mis sombras y qué las provoca me ayuda a saber quién soy, a
conocerme, aceptarme y a amarme. Me ayuda a darme aquello que necesito para no
cometer el error de exigírselo a los demás.
Paqui Sánchez
©Paqui Sánchez
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