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lunes, 7 de agosto de 2017

FRANQUEANDO LÍMITES Y ABRIENDO CAMINOS...



Franqueando Límites y Abriendo Caminos…
Un día miré mi vida y me di cuenta de que todo lo que había en ella eran límites.

Límites impuestos desde antes de nacer y durante mi crecimiento. Límites que había aprendido a crear sin siquiera darme cuenta de ello.

Límites establecidos por “mi bien”, para “mi seguridad”, para que nada ni nadie me “dañara”, para “protegerme”…

Mis límites fueron tus miedos disfrazados, encubiertos precisamente de aquello que te faltaba y anhelabas o que no te permitías para ti.

Tus límites se convirtieron en “mis límites” y al crecer con ellos se hicieron parte de mí misma.

Durante mucho tiempo no cuestioné esos límites, no me daba cuenta que estaban ahí porque me había criado con ellos, me creía una persona relativamente “feliz”. Sin embargo mi Alma anhelaba libertad y yo no podía alcanzarla. Sentía que algo tiraba de mí y no me dejaba alzar el vuelo. Quizá ese fue el catalizador que me ayudó a darme cuenta de cuántos límites me constreñían… algunos de ellos ancestrales, heredados, transmitidos de generación en generación, convertidos en creencias, incluso en decretos. Fui consciente de mi necesidad de romper cadenas, derribar muros y de construir nuevas creencias en positivo que fueran beneficiosas para mi vida.




Tuve que superar tus miedos, que se habían convertido en los míos propios… además tuve que lidiar con mis propias pesadillas. 

¡Qué miedo da traspasar la barrera que te han dicho desde siempre que no debías cruzar!

Hasta que tu consciencia te muestra que al otro lado de ese “miedo” sigue habiendo vida y más experiencia, nuevos colores, nuevos sabores, texturas, olores, sinfonías… numerosas e infinitas posibilidades de ti mismo para explorar y experimentar. Un nuevo tú que conocer, reconocer y mostrar.

Pasamos la mayor parte de nuestra vida aferrados al dolor, a las cosas que nos hacen daño y nos lastiman, esas que no nos permiten desarrollarnos como nos gustaría, ni alcanzar aquello que deseamos, ni ser simplemente aquello que ya somos. Presos de una paupérrima autoestima, fijándonos y centrándonos en aquello que nos han dicho que no es suficiente de nosotros mismos, o que no somos capaces de conseguir… nos pasamos la vida lamentándonos y haciéndonos daño a nosotros mismos y a los demás porque nos hemos creído la mentira que nos han contado y nos hemos aferrado a ella como si fuera un salvavidas. Y además no nos sentimos lo suficientemente buenos como para salir de ella y hacer algo diferente o ser nosotros mismos.

Una mentira que pasa de generación en generación hasta que alguien de ese linaje ancestral decide que no quiere seguir aceptando y transmitiendo esos “límites” a sus descendientes.

Y cuesta mucho darse cuenta porque esa “mentira” lleva tanto tiempo formando parte de tu cotidianeidad y siendo transmitida que está cargada de razones y disfrazada de verdad… Sin embargo, si te limita, si coarta tu libertad, si no te deja ser, si no te permite ser verdaderamente feliz… quizá es que ya no es “tu verdad”, quizá ha llegado el momento de liberarla y dejarla marchar por mucho tiempo que lleve en la familia o formando parte de tu vida, de tu historia.

Pero no podemos romper los límites así como así. Para romper tus límites, los que de un modo u otro te acompañan, has de hacer un importante ejercicio primero, debes mirar dentro de ti y aprender a conocerte a ti mismo. De ese modo serás consciente de cuántos de esos límites son heredados de otros y cuántos son tuyos. Así, podrás decidir conscientemente qué hacer con ellos. Si quieres seguir manteniéndolos o quieres liberarlos y liberarte de su aprisionamiento.



No hay nada más importante que la libertad de elegir, de elegir en y con amor aquello que queremos para nosotros.

No me importa que tus creencias te limiten si eso es lo que tú eliges para ti, pero no voy a seguir consintiendo que se sigan convirtiendo en mi propia prisión. No voy a dejar que tus miedos encubiertos de “decisiones” sigan quitándome la libertad de elegir por mí misma, de sentir, ni de alcanzar mis metas. Ya no creo en: “eso es muy difícil”, “no lo vas a conseguir”, “nadie ha llegado allí”, “nadie lo ha conseguido antes”, “con lo mal que está todo”, “mejor sigue como estás”, “no es momento de cambiar”… Todo eso que dices “por mi bien”, sigue siendo la proyección de tus miedos y he sido tan débil, que durante una parte de mi vida los he convertido en míos, pero ya no. He aprendido que hay magia en mí, y que si yo creo en mí, soy capaz de co-crear y conseguir superar esos miedos comunes que ahora son tan míos como tuyos.

Y ahora mi responsabilidad es romper esos cientos de “decretos” y aprender a no transmitir esos miedos, esas mentiras, esos límites, esas falsas creencias a mis descendientes, ni a las personas que se relacionan conmigo, familia, entorno laboral, amistades…

Lo que siento ahora es que necesito seguir conociéndome y ser consciente de todo cuanto me rodea para poder elegir libremente mi camino.

Somos luces y sombras. Conocer mis sombras y qué las provoca me ayuda a saber quién soy, a conocerme, aceptarme y a amarme. Me ayuda a darme aquello que necesito para no cometer el error de exigírselo a los demás.

Paqui Sánchez


 ©Paqui Sánchez

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