¿A qué sabe la lluvia?
La
lluvia sabe a renacimiento, a pureza, a renovación.
Hoy se
convirtió en un dulce despertar cuando en mi adormecida mente comenzó a colarse
el sonido de las gotas de agua acariciando la ventana y golpeando suavemente sobre
el tejado.
Abrí
los ojos lentamente con una sonrisa dibujada en el rostro y el corazón palpitando,
lleno de gozo.
Un día
gris y mojado que me llenó de colores el alma y de sinfonías el corazón.
La
lluvia sabe a romero, a menta, a salvia, a lavanda, a pino y también a eucalipto, a madreselva, a olivos…
Inhalar
es un placer para los sentidos, siento el aire fresco, limpio, nuevo. Y al
exhalar es como si salieran de mí pedacitos de ciudad, de calles, de edificios,
cemento y asfalto.
Huele a
tierra mojada, a hierba fresca, a flores silvestres y árboles alegres llenos de
matices y colores.
La
lluvia sabe a naturaleza viva, a bosques, a montañas, a prados, a campos, a ríos,
a lagos y a mares.
Ese
sonido maravilloso, ese golpeteo constante que sabe a sinfonías y cantos, me
transporta a un pedacito de cielo mientras una bendición de agua alimenta la tierra
y sacia su sed.
Observar
cómo el agua empapa la tierra, cómo despoja a las flores del polvo acumulado
entre sus pétalos y limpia las hojas de los árboles meciendo sus ramas, me emociona
el alma.
La
lluvia sabe a canto, a baile, a danzas y risas.
A
besos y abrazos.
Sentirla
en el rostro es como saborear los besos dulces y jugosos de tu compañero de
juegos.
La
lluvia sabe a colores intensos, a luces brillantes y a aromas puros, profundos
e intensos.
El
bosque se viste de sedas y terciopelos de vivos colores, las pequeñas gotitas
de lluvia nos regalan senderos llenos de perlas nacaradas que danzan en
espirales mecidas por el viento.
Me
encanta ver esas gotitas acariciando las flores, haciendo cosquillas a las
hojas, perfumando los troncos de los árboles y danzando brillantes sobre las
telas de araña.
Lluvia
hermosa que tocas mi corazón y acaricias y reconfortas mi alma.
La
lluvia sabe a viaje cósmico cuando consigue que mi alma traspase los velos
invisibles del olvido y el tiempo y me transporta a otros mundos que me invaden
de recuerdos.
La lluvia
sabe a hogar.
La lluvia
sabe a chocolate caliente y especias de oriente.
La lluvia
sabe a cielo, a sol, a nubes, a luna y a estrellas.
Lluvia
que conviertes mi cordura en locura, mi miedo en valentía y mi conformidad en
sueños llenos de entusiasmo y alegría.
Lluvia
que sabes a mujer salvaje, libre, segura y empoderada.
Tú
equilibras mi fuego y me conectas con el bosque que llevo dentro.
El día
se apaga y la noche llega mojada, bramando, rugiendo y rasgando los cielos con destellos
de relámpagos rabiosos y violentos.
Hoy la
lluvia, me supo a magia.
©Paqui
Sánchez
©Paqui
Sánchez
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