EL
ENAMORADO
El
joven discípulo corría por los pasillos alocadamente al encuentro de su
Maestro, tenía que comunicarle algo importante. Algo que nunca antes le había
acontecido en su joven vida y se hallaba muy feliz por dicho suceso. Llegó por
fin ante el gran Maestro y le dijo lleno de júbilo, pero con el respeto debido
al anciano sabio:
— Maestro,
estoy enamorado.
— Me
alegro, hijo mío —dijo serenamente el Maestro—; dime, ¿y cómo sabes que estás
enamorado?
— Mi
corazón salta de júbilo, mi razón anda loca, no hago más que pensar en ella, en
su presencia se me olvidan las palabras...
— Bien,
bien, pero aparte de esos signos superficiales, ¿por qué sabes que estás
enamorado?
— ¿Qué
quieres decir, ilustre Maestro? —repuso el discípulo intrigado.
— Supongo
que estarás de acuerdo conmigo en que todo lo que me has narrado, y hubieras
seguido narrándome tan agitadamente si no te llego a interrumpir, son hechos
superficiales, algo accesorio; de hecho no todos los enamorados los tienen, por
lo que no son lo esencial para saber si estás enamorado. Sabrás que la esencia
de algo es lo que hace que una cosa sea exactamente lo que es, y no sea otra
cosa. Por tanto debes decirme que posees la esencia del amor, y eso es lo que
hace que estés enamorado. Y ahora, quitando los signos externos, lo superfluo y
lo accesorio, respóndeme de nuevo, ¿por qué sabes que estás enamorado?
— No lo
sé, Maestro —dijo apenado el joven aprendiz.
— Retírate
a reflexionar y vuelve cuando sepas la respuesta.
El
muchacho se retiró como le indicó su Maestro y después de larga reflexión
volvió a presentarse al Maestro.
— Maestro,
sé que estoy enamorado.
— Excelente;
dime, pues, ¿por qué sabes que estás enamorado?
— No sé
exactamente por qué, simplemente lo sé. Eso es lo que siento.
— Muy
bien, hijo; bien has aprendido que el amor es un estado del alma, tal vez el
más puro y perfecto, y que como cualquier otro sentimiento se tiene o no, no
solamente por sus manifestaciones externas. Pero desgraciadamente no siempre
sabemos cuándo lo poseemos. Me alegró que tú lo sepas, y como estoy feliz por
ti te haré un regalo muy especial.
El
Maestro sacó de un pequeño armario que tenía a su lado una cajita azul con unas
raras inscripciones en su parte superior y se lo entregó al discípulo.
— Toma,
en el interior de esta caja está resumido todo por lo que te aman.
Cuando
alguien lo usa, puede saber, con la suficiente práctica, por qué le aman todos
los demás. Pero ten cuidado, también sirve para ver por qué te odian y puedes
descubrir cosas de ti que a lo mejor no te gustan. Si aprendes a usarlo
inteligentemente, te puede ayudar mucho a lo largo de tu vida.
El
joven lo abrió y contempló con asombro su imagen reflejada en el espejo del
fondo de la caja.
Miriam
Morales Murcia
©
Ahava Iesu
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