AHORA QUIERO
MÁS
Elena camina
rápidamente las pocas cuadras que separan su oficina de su café preferido. Lo
había descubierto algunos meses atrás cuando volvía a su trabajo después de una
consulta al médico y, por el taco y el apuro que llevaba ese día, tuvo que
bajarse unas cuantas cuadras antes. Está lo suficientemente escondido como para
que nadie conocido la interrumpa cuando quiere analizar un sueño propio.
Hoy está
ansiosa, pues su sueño la dejó con una indescriptible sensación de alegría y
libertad. Así es que, luego de sentarse en la mesita habitual, comienza a
escribir.
"Una mujer
me lleva en su moto. Tiene el pelo liso, largo, castaño claro, tomado en parte,
y lleva puesta ropa suelta de color rojo, muy femenina. Me cuenta que su moto
se llama “Amalia”. Yo la siento muy segura de sí misma, muy libre, pero al
mismo tiempo muy mujer, madura, centrada. Voy asombrada sentada atrás en la
moto, maravillada del sentimiento que me regala. Siento tanta libertad y
liviandad. Me encanta la sensación del aire rozando todo mi cuerpo, mi conexión
directa con el viento y el sol, y lo exquisito que es ya no estar tan protegida
por el auto, que si bien da seguridad, quita libertad. No sabía que podía
sentir todo eso. Pasamos junto a una pequeña plaza, como de esas que hay en
Europa, con sus cafés, los adoquines, todo tan lindo, pequeño y juntito. Veo a
unos hombres estacionados en sus motos grandes y me doy cuenta de que ahora
empiezo a entender por qué les gusta tanto."
Y ahora Elena
sigue con el análisis.
Luego de haber
descrito a la mujer, Elena se da cuenta de que la está representando a ella
misma. Cuando niña ella tenía ese pelo liso claro, por lo que se pregunta ¿hay
una parte de mí que se siente muy segura de sí misma, muy libre, pero al mismo
tiempo muy mujer, madura, centrada? Claro que sí, así lo siente, se da cuenta
de que el sueño le muestra a esa mujer segura que tiene en su interior, con la
energía esencial fluyendo desde ella, la
de su niña esencial.
¿Y por qué la
moto? La describe como un vehículo de dos ruedas, un transporte individual más
liviano y ágil que un auto, donde su piloto está en contacto directo con el
ambiente y su única protección es su propio cuerpo. Piensa que es como la
bicicleta, que le da una sensación de poderío, de estar consigo misma, a cargo
de decidir qué rumbo tomar y cambiarlo fácilmente. La del sueño es pequeña.
Se ríe al
pensar que la mujer de su sueño le cuenta que su moto se llama
"Amalia", pues es el nombre que ella le puso a ese jeep que se había
comprado hacía dos años atrás y que ella relaciona con una Elena más
independiente, más segura de sí misma, más autosuficiente.
Entonces se
pregunta: ¿en algún área de mi vida últimamente he tenido un pequeño paseo, una
probadita de algo que me haya hecho sentir menos protegida, pero por eso mismo
más libre, algo que tiene mis colores y que tiene que ver con una parte de mí
misma más segura, más libre, madura? ¡Claro! Ahora entiende su sueño. Es
precisamente lo que ha sentido al haber comenzado a atender gente como
terapeuta holística. En esas sesiones se ha sentido libre, feliz.
Y ya que vio a
esos hombres en su sueño con esas grandes motos, con toda la implementación
para moverse en ellas con seguridad, se pregunta ¿qué sería hacer más
profesional mi labor como terapeuta? Dedicarme más completamente a eso,
estudiar más, ¡quién sabe!
Ahora quiero
eso que creía que ya no era para mí, que veía muy difícil de alcanzar, se dice.
Ahora lo quiero.
Edna Wend-Erdel
© Ahava Iesu
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