BARRIENDO IMPUREZAS
Cuento tibetano
Cuentan que un hombre mayor que había recorrido años y kilómetros en la
búsqueda del camino espiritual, se topó un día con un monasterio perdido en las
sierras.
Al llegar allí, tocó a la puerta y pidió a los monjes que le permitieran quedarse a vivir en ese lugar para recibir enseñanzas espirituales.
El hombre era
analfabeto, muy poco ilustrado, y los monjes se dieron cuenta de que ni
siquiera podría leer los textos sagrados, pero al verlo tan motivado decidieron
aceptarlo.
Los monjes
comenzaron a darle, sin embargo, tareas que, en un principio, no parecían muy
espirituales...
- Te encargarás de barrer el claustro todos los días –le dijeron.
El hombre
estaba feliz. Al menos, pensó, podría reconfortarse con el silencio reinante en
el lugar y disfrutar de la paz del monasterio, lejos del mundanal ruido.
Pasaron los
meses, y en el rostro del anciano comenzaron a dibujarse rasgos más serenos, se
lo veía contento, con una expresión luminosa en el rostro y mucha calma.
Los monjes se
dieron cuenta de que el hombre estaba evolucionando en la senda de la paz
espiritual de una manera notable.
Un día le
preguntaron:
- ¿Puedes
decirnos qué práctica sigues para hallar sosiego y tener tanta paz interior?
- Nada en
especial. Todos los días, con mucho amor, barro el patio lo mejor que
puedo.
Y al hacerlo, también
siento que barro de mí todas las impurezas de mi corazón, borro los malos
sentimientos y elimino totalmente la suciedad de mi alma.
De este modo el
hombre se fue tornando un ejemplo para los monjes, quienes comenzaron a
admirarlo y a ofrecerles tareas más importantes, pero el anciano prefirió
seguir barriendo las impurezas.
Y cuentan que
un día su corazón quedó tan limpio y puro que despertó a la conciencia
universal, y aún así, continuó barriendo.
*****
“Hay dos
maneras de difundir la luz, ser la lámpara que la emite, o el espejo que la
refleja".
Lin Yutang
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Este cuento me lo mandó hace unos días Suzzane Powell, también está publicado en su blog, si pincháis aquí podéis acceder a él y a su blog que está lleno de información muy interesante.
Suzzane, te
damos las gracias de nuevo por hacernos partícipes de tus publicaciones.
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Yo también voy
a hacerme con una escoba, pues todavía me queda mucho por limpiar y no hay más
gozo que hallar la paz que brota desde dentro cuando todo lo de fuera está en
su lugar.
Y realmente así
es, os invito a que lo comprobéis por vosotros mismos, cuando hay orden en el
exterior y todo está en su sitio y muy limpito, también se da ese orden en
nuestro interior. Somos un reflejo constante de lo que llevamos dentro y para
alcanzar la iluminación no es necesario seguir a ningún gurú o maestro externo,
sino al maestro interior que cada uno lleva dentro de sí que será el que nos
dará la paz, la sabiduría y el sosiego necesarios para alcanzar el Cielo en la
Tierra.
Para que
nuestra luz interior brille y nos ilumine a nosotros mismos y a todo aquel que
se deje impregnar de nuestra esencia divina y le ayude a despertar la suya
propia.
Cuando sientas “caos”
externo, ponte a arreglar armarios, deshazte de todo aquello que ya no sirve en
tu vida, regálalo a quien pueda necesitarlo si no quieres tirarlo, ordena,
limpia, barre… Y verás como todo vuelve a recobrar su sitio y el caos encuentra
su orden.
© Fran S
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