El trigo, ese "veneno cotidiano" que arruina la salud.
Te hace engordar y sube los niveles de glucosa en sangre.
La producción de cereal se intensificó en los años 60 a partir de los avances genéticos.
Hace unos años,
el prestigioso cardiólogo norteamericano William Davis comenzó
a sospechar de los perjuicios para la salud que provocaba el consumo de trigo y
sus derivados. Entonces, comenzó a recomendar a aquellos pacientes que no
notaban mejorías tras someterse a sus respectivos tratamientos farmacológicos,
que suprimiesen este alimento de sus dietas. Los resultados obtenidos sorprendieron
al propio Davis: “El 70% de los pacientes experimentaron unos
beneficios que ni yo mismo me imaginaba, más allá de una considerable
pérdida de peso. En tan solo tres meses sus niveles de azúcar en sangre se
redujeron notablemente, incluyendo muchos casos de diabéticos o prediabéticos
que dejaron de serlo. Asimismo resultó que aliviaron otras de sus dolencias,
como la artritis, la soriasis, la sinusitis crónica o la irritación
intestinal”, asegura el cardiólogo.
Tras analizar
con sus colegas las historias clínicas de los cientos de pacientes sometidos a
este simple tratamiento dietético, Davis publicó un polémico ensayo,
titulado Wheat Belly: Lose the Wheat, Lose the Weight, and Find your Path Back to
Health (Rodale), en el que apoya sus conclusiones con una
serie de estudios sobre los negativos efectos del trigo genéticamente
modificado, en la salud de los humanos. La publicación ha levando una fuerte
expectación entre el público, teniendo en cuenta de que se trata de un ensayo
científico, y solo dos semanas
después de su salida a la venta Wheat Belly se coló en la
lista los libros más vendidos que elabora el diario New York Times.
Las rotundas
tesis de Davis, en las que se relata mediante casos particulares los
perniciosos efectos para la salud del consumo “del trigo moderno”, han
obligado a los lobistas de la industria alimentaria a mover ficha. La Grain Food Fundation ha lanzado una
campaña para desacreditar los argumentos del cardiólogo norteamericano, mientras
que este les ha devuelto la pelota retándolos a un debate televisivo, aunque
todavía no ha obtenido ninguna respuesta al respecto.
“Para estar
sano hay que comer sano”
En Wheat
Belly Davis establece una relación directa entre el aumento del número
de diabéticos y el consumo de cereales sometidos a modificaciones
genéticas: “Dos rebanadas de pan integral aumentan más los niveles de
azúcar en sangre que dos pasteles debido al alto índice glucémico del trigo que
se cultiva hoy en día. De este modo, estamos desarrollando una peligrosa
resistencia a la insulina y, por ende, la diabetes está adquiriendo
características de pandemia”. Según los cálculos de la OMS y otros organismos
oficiales, en las próximas décadas el número de diabéticos rozará los 350
millones de personas en todo el mundo.
Una de las
mayores satisfacciones de las que hace gala Davis desde la implantación de este
tratamiento estrella en su consulta de cardiología es que “los únicos
ataques al corazón que veo ahora los sufren pacientes nuevos que no conocían la
dieta”. Así, asegura que todas las personas con problemas cardíacos a las
que trata “han dejado de sufrir ataques”, después de eliminar el trigo de sus
dietas, limitar el consumo de carbohidratos, aumentar la ingesta de vitamina D
y compaginar con suplementos de yodo.
El extenso
recorrido de Davis por las historias clínicas de sus pacientes intenta
demostrar que no hay mal que se resista a su tratamiento. “Sobre todo, las
patologías modernas más en boga, como la diabetes o el colesterol”,
añade. Una cura milagrosa para
casi todo tipo de enfermedades que hace desconfiar a buena parte de la
comunidad médica. Sus reacciones han sido de recelo al
señalar la falta de evidencias científicas en el libro. Unas acusaciones a las
que Davis ha respondido exponiendo su propio caso. “Mis niveles de colesterol
en sangre antes de dejar de consumir trigo eran bajos (27 mg/dl), los
triglicéridos eran muy altos (350 mg/dl), los niveles de azúcar en sangre
rozaban la franja de la diabetes (161 mg/dl) y mi presión arterial era también
alta. Todo esto, unido a mi sobrepeso, con una gran acumulación de grasa
alrededor de la cintura. Sin embargo, cuando dejé de comer trigo experimenté
una rápida reducción de peso, los valores de colesterol se elevaron a 63 mg/dl,
los triglicéridos se redujeron a 50 mg/dl, el azúcar en sangre se estabilizó en
84 mg/dl y la presión arterial se situó en una franja normal. Todo ello
sin tomar ni un solo fármaco. En otras palabras, todo cambió para bien”.
“El agronegocio arruina nuestra salud”
La cruzada en
solitario de Davis contra este alimento hace hincapié en que “el auge
de patologías comunes anteriormente estabilizadas se debe al consumo de trigo”,
al que se refiere a lo largo de su libro como el “veneno perfecto”. Para el
cardiólogo, el valor nutricional de los cereales siempre estuvo
sobredimensionado, pero fue a raíz de los avances genéticos iniciados en la
década de los 60 cuando “se convirtieron en perjudiciales para la salud”.
Según defiende este, ahora contienen una nueva proteína llamada gliadina que
actúa como un opiáceo. Esta estimularía el apetito, dice, hasta el punto de que
“nos hace consumir una media diaria de 440 calorías, por lo que si sumas esta
cantidad a los 365 días que tiene un año, el sobrepeso será inevitable”.
Pese a sus
convicciones, el cardiólogo se muestra pesimista sobre la posibilidad de
establecer algún tipo de limitación a la producción industrial del
grano. “Económicamente no sería factible porque el trigo tradicional
produce menos kilos por hectárea que el transgénico”. Sin embargo, apela a
la concienciación de los consumidores para reducir su consumo. Para animar a
dar este paso, Davis sugiere comer “alimentos de verdad”, como frutas, carnes,
pescados y verduras. Es decir, “los menos susceptibles a sufrir modificaciones
genéticas para engordar el agronegocio”, pues dice que el 90% del trigo ya es
transgénico y que en pocos años supondrá el 100% de las cosechas.
En Wheat
Belly, el médico no deja títere con cabeza al criticar también las
lógicas que mueven a los nutricionistas y a los defensores de los alimentos
ecológicos. “Todo lo que se propone es reemplazar la comida basura por
otra menos mala. Esto es como si fumo cigarrillos sin filtro y me paso a
otros que sí los tengan porque se consume menos nicotina. Un error porque no
dejamos de hacer daño a nuestra salud, simplemente aminoramos parcialmente sus
efectos. Lo que yo propongo es modificar radicalmente los hábitos alimenticios
dejando de comer este tipo de productos y ya veremos cómo en un corto periodo
de tiempo nuestra salud experimenta un beneficioso cambio”.
Fuente:
http://hermandadblanca.org/2013/06/09/el-trigo-ese-veneno-cotidiano-que-arruina-nuestra-salud/
© Ahava Iesu
No hay comentarios:
Publicar un comentario
✿•*¨`*•.Déjanos una chispita de tu sabiduría.•*¨`*•✿
༺♥༻ ༺♥༻ Gracias ༺♥༻ ༺♥༻