Tejedoras de sueños
Creemos en un mundo donde quepan muchos mundos, con sus matices, sus
colores, sus diversidades, sus miradas, sus músicas y sus olores.
Creemos en la palabra que convoca los sueños, los trenza, los interpela,
los suma, los transforma. Nos interesan las semillas que germinan las ideas y
no tanto quién las tiene.
Es por eso, que nosotras, Tejedoras de Sueños, podemos ser cualquiera de
ustedes.
Nuestras palabras, canciones, poemas, afirmaciones, presencias,
interrogaciones, no van a tener ni rostro, ni nombre. Porque el anonimato no es
un acto de cobardía sino de afirmación.
Porque el poder ya nos enseñó demasiado a competir, a dirigir, a dividir,
a castigar, a juzgar, a menospreciar, a subyugar, a someter, a odiar, a
violentar, a renunciar, a pensar por las otras y no con las otras.
Porque no necesitamos sentirnos importantes por las ideas que generamos. Porque, como el pasamontañas de ustedes, lo fundamental es que somos mujeres
con capacidades, ideas y palabras que aportar y aportarnos y no qué nombres
tenemos. Y porque las mujeres hemos tenido que vivir demasiado la invisibilidad
de la negación, el rechazo y la exclusión y a pesar de eso y desde la
resistencia cotidiana, nos hemos llenado de sabiduría, estrategias, creatividad
e inteligencia para construir caminando ese mundo donde quepan muchos mundos.
Las mujeres hemos sido siempre y seguiremos siendo imprescindibles para
la lucha. Las mujeres sabemos de resistencias. Y nuestro anonimato quiere
visibilizar esa fuerza que es de todas.
Nos llamamos Tejedoras de Sueños. Como idea que convoca y nos convoca.
Las mujeres sabemos de tejidos. Y no sólo los de algodón. Las mujeres tejemos
afectos, solidaridades, inteligencias, resistencias, comunidades, proyectos,
cuidados, creaciones, mundos, desde la sabiduría de la inclusión, la riqueza
del matiz, el gesto, la diferencia, lo sutil. Y lo hacemos a través de las
herramientas aprendidas de nuestras antepasadas, nuestras abuelas, nuestras
madres, nuestras hermanas: los sueños, los saberes, los abrazos, las risas, las
caricias, las melodías, las ideas, las palabras.
Herramientas que hemos generado y utilizamos a pesar del juicio cotidiano
al que somos sometidas, a pesar de la molestia que genera nuestra originalidad,
capacidad y autonomía. Herramientas que revuelven, nos revuelven, nos modifican
porque sabemos que somos hijas e hijos de un sistema injusto que nos ha
impregnado las pieles y los modos de violencia. Y debemos romperla con la
palabra que sueña, que nos pregunta sobre nosotras y nosotros mismos para
transformarnos.
Tejemos sueños. Porque soñar es alimento de la vida. Esa de la que tanto
sabemos.
Cuando soñamos construimos esos mundos con matices y colores. Soñar es el
alimento necesario como el agua a la milpa, como parte de la tierra y la
naturaleza. Todas las luchas tienen su sueño, todos los sueños tienen su lucha.
Cuando soñamos, somos libres y aprendemos la necesidad de caminar. Cada paso
caminado es un sueño realizado donde es difícil borrar la huella.
Debemos romper el cerco a nuestros sueños que nos quieren imponer los
enemigos de la vida. Porque cuando soñamos nos hacemos fuertes para lanzar
nuestros pasos al esfuerzo colectivo de tejer una realidad donde la alegría, el
baile, el apoyo, la justicia, el amor, la unidad, el respeto, la creación, la
locura sean los pilares fundamentales que sostengan nuestro mundo. Desde ya,
desde ahora, desde nuestro día a día, con nuestras amistades, nuestros/as
compañeros/as, nuestras relaciones, nuestras luchas, nuestros trabajos, nuestro
entorno. Sueños atrevidos y no complacientes para quién no quiera mirarse a
fondo y destruir todo aquello que en su interior mate la vida y los sueños.
Aportaremos nuestra palabra desde nuestras herramientas, nuestro accionar
y todos los medios que nuestro soñar nos diga.
Lanzaremos ideas al viento con la intención de que aporten, agiten,
rompan, generen, fertilicen y penetren en los poros de la piel, limpien y
ayuden a su muda. Como las serpientes. Le apostamos a mudarnos y mudar el
mundo. Transformarnos y transformar el mundo.
A nuestras antepasadas, nuestras abuelas, a pesar de resistir y crear,
las convirtieron en páginas en blanco y su historia, que es la de todas y
todos, nunca fue escrita ni contada; porque después, nuestras palabras ya se
escucharon pero nos convirtieron en un anexo y los anexos no se leen. Porque
nos da coraje tener que insistir en algo ya demostrado a lo largo de los
siglos.
Porque ahora ya no vamos a pedir permiso para ser libres. Seguiremos
caminando sin rumbo escrito y sin fin porque tenemos nuestra brújula y nuestra
brújula es nuestro corazón que nos guía, nos encamina y nos da la fuerza para
caminar.
Un paso hacia delante, Tejedoras de sueños.
Mujeres Mapuche.
©Paqui Sánchez
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