Comer bien para
pensar mejor
La calma, la
paz y la alegría surgen de cómo sentimos y nos identificamos con este cuerpo
que somos.
Nuestro aparato digestivo
está situado en el eje central del cuerpo, igual que la mayoría de las
glándulas endocrinas, este detalle nos muestra la importancia que tienen. Según
la Ley de Correspondencia, en la medida que nuestro aparato Digestivo funciona,
así también funciona nuestra capacidad para “digerir” la vida, asimilarla y
aprovechar lo útil, separándolo de lo inútil. Y sacar el mayor provecho a todas
las situaciones. Cuanto mejor sea nuestro proceso de digestión, más claro el
proceso del pensamiento.
En el TAO, desde hace miles
de años, se dice que “todo cuanto existe en el Universo entero es “Conciencia Divina”.
Todas las formas de vida expresan esta verdad profunda e inmarchitable.
Una de las Leyes
Universales que trabaja incansablemente para llevara a cabo este viaje a través
de los tiempos es la Ley de Correspondencia. Esta ley nos enseña que igual que
es abajo –es arriba, que igual que es dentro – es fuera. Y que absolutamente
todos los fenómenos se interrelacionan íntimamente para llevar a Destino este
gigantesco proyecto.
Esta ley, explica también
la cadena existente entre todas las formas de vida y el ser humano. Y el papel
tan importante que representa hasta lo que parece muy insignificante no
irrelevante.
Sabemos que dentro de
nosotros ocurre los mismo, nuestro órganos, glándulas, vísceras, tejidos,
células o fluidos se integran en un todo, y en todo momento participan del
equilibrio que todos buscamos para estar sanos y ser felices.
Si nos fijamos en nuestros
intestinos, podemos observar una cierta analogía con el cerebro. En la Medicina
Tradicional China, se aborda de una manera muy directa y se dice que es nuestro
2º cerebro, y que su buena salud influye poderosamente en el Sistema Nervioso.
Desde un punto de vista más
occidental llegamos a la misma conclusión, al reconocer que ambos se ocupan de
la digestión de diferentes “alimentos”, y para estos procesos utilizan
importantes cantidades de oxígeno.
El cerebro y especialmente
el cortex, que sabemos procesa el discernimiento, la razón, la memoria, la
asociación de ideas y el intelecto…. Es el mayor consumidor de oxígeno del
cuerpo. Le sigue el aparato Digestivo, que es el 2º.
Comprobamos que después de
una copiosa comida, no tenemos grandes recursos para pensar, la mente racional
se vuelve pesada, y hay que dejar que la digestión de la comida finalice y
reponer este precioso combustible que es el oxígeno, antes de abordar la otra
“digestión”.
Esto es una muestra de la
importancia que tiene el alimento en nuestro pensamiento. Lo ideal es escoger
principalmente alimentos fáciles de digerir, de metabolizar, que no gasten más
energía para asimilarlos que la que nos aportan, que no ensucien el medio
interno con los residuos sobrantes, sino que ayuden al tener una sangre limpia
y equilibrada.
Nos alimentamos de otras
formas de vida, vegetal y animal, que forman el medio que nos rodea. Y al
hacerlo, convertimos ese medio externo, en parte de nuestro medio interno, de
nuestros huesos, músculos, fluidos…
Al decidir nuestra comida,
no sólo decidimos que nutrientes y en qué cantidad, también estamos decidiendo
la “información” que vamos a integrar en nosotros. Es fácil imaginar lo
diferente que puede ser una zanahoria, que un alimento procesado a través de
años de la mano de la esclavitud y el dolor de muchos seres humanos.
No sólo comemos vitaminas,
minerales, proteínas y carbohidratos, comemos todo su potencial de vida.
Nos comemos el medio
ambiente y al hacerlo nos ponemos unas gafas muy concretas para percibir ese
medio con el color de esas gafas, y luego lo llamamos Realidad. Si nos fijamos
en la ley de Correspondencia y su entamado, iremos teniendo una visión más
profunda de las cosas y descubriendo como existe una trama, que unifica todo,
desde lo más elevado a lo más profano, pero en el fondo, todo es LUZ, vibrando
en diferentes niveles. Nosotros somos luz, y los alimentos también lo son.
Llegados a este punto,
parece que no hay mucha diferencia en comer una cosa o comer otra. Pero las
apariencias engañan, es una advertencia muy sabia del I Ching.
La luz como esencia de la
materia unifica todo lo que existe y nos remite al UNO, pero mirando a nuestro
alrededor, todos son diferencias. Sabemos que el quid de esta paradoja lo marca
el nivel de frecuencia de esa luz.
El nivel de conciencia no
es propiedad exclusiva del ser humano, afortunadamente todas las formas de vida
y todos los fenómenos energéticos, de fuerza o poder, emocionales, mentales o
de cualquier tipo son una “paquete de conciencia”.
Somos luz y nuestra comida
es luz. Hay alimentos que se nutren de la luz directamente como los productos
de la tierra.
Animales que se alimentan
de vegetales (herbívoros) que cuando los ingerimos nos aportan luz de 2º
categoría. Y animales carnívoros donde la luz es de 3º categoría. Si hablamos
de productos muy industrializados y refinados, ya no sabemos en qué medida esa
luz que es nuestra fuente de vida, ha disminuido o desaparecido, suplantada por
procesos súper elaborados e inventos químicos, para que duren más y sepan más
sabrosos.
Para facilitar la digestión
y evitar residuos putrefactos en los intestinos, que impiden la correcta
absorción de los nutrientes y creen un clima limpio también en la sangre, lo
mejor es una buena combinación de cereales integrales y biológicos, una pequeña
cantidad de legumbres, verduras frescas, semillas y algas.
Los cereales unifican las
energías del Cielo y de la Tierra en una perfecta proporción y equilibran
minerales, proteínas e hidratos de carbono. Representan la unidad de la semilla
y el fruto, llevan en su simiente la inteligencia al servicio de la vida y la
regeneración. En un nivel más metafísico, nos aportan más foco y concentración,
también más disciplina y una mente más clara y situada en el momento presente.
Se les considera ideal para sanas y llegar a ser más autoconscientes.
Las Legumbres son ideales
para los riñones y el apto genital, y todo lo que llamamos Elemento Agua, es
decir, todos los fluidos (más de 70% del cuerpo) y los huesos. Son una rica
fuente de calcio, hierro, potasio y vitaminas del grupo B. Es importante
consumirlas de forma continua y en pequeñas cantidades, en lugar de un gran
plato muy de vez en cuando.
Son ideales para el Sistema
Nervioso, ayudan a regular líquidos en el cuerpo, el exceso de peso y regulan
los valores de azúcar en sangre.
Sus aminoácidos, combinados
con los de los cereales integrales forman proteínas completas que nos aportan
una energía tranquila y calmada, menos agresiva que el producto animal.
Las verduras, además de la
hidratación necesaria para digerir y asimilar el resto de los alimentos, nos
dan frescura y nos relajan. Todos sabemos que en el capítulo de nutrientes,
tienen muchas vitaminas y minerales. En un nivel más sutil crecen con una
energía ascendente desde la Madre Tierra, es la energía femenina de la Gran
Madre, que da sus frutos hacia el cielo, energía imprescindible para el
desarrollo de la dimensión espiritual.
Las algas, las verduras del
mar, son tantas su bondades, que sólo señalaremos las más notables. Nos ofrecen
mejores minerales y más fáciles de digerir y fijar en nuestros huesos. Eliminan
estancamientos físicos y energéticos. Eliminan radiaciones, desintoxican,
alcalinizan la sangre, eliminan grasas (colesterol). Nutren los riñones y
rejuvenecen los pulmones y el intestino grueso. En el nivel más sutil, nos
ayudan a recuperar el equilibrio de todos nuestros fluidos, devolviéndonos la
memoria de salud original del mar primigenio, del cual llevamos una muestra en
nuestra sangre. Si conservamos y mantenemos esa memoria en nosotros, será más
fácil la salud y la armonía con el medio que nos rodea.
Igualmente, las algas son
alimentos que conviene consumir en pequeña cantidad. Dada su concentración tan
elevada de minerales.
Todos estos alimentos, no
sólo son buenos para el cuerpo. La calma, la paz y la alegría surgen de cómo
sentimos y nos identificamos con este cuerpo que somos. Las emociones,
sentimientos y pensamientos ¿De donde surgen? Es difícil sentir confianza en la
vida y en nosotros mismos, agradecimiento por todo lo que se nos da, abrir el
corazón al amor y la alegría y encontrar el camino a la felicidad que no
depende de lo de fuera, sino de nuestra conexión con la vida, mientras el
corazón está cerrado, el hígado irritado, el bazo debilitado, el estómago
sobrecargado, los riñones contraídos y los intestinos sucios. Todos ellos
influyen directamente en la percepción de “Nuestra realidad” en nuestras
emociones y sentimientos.
Hemos de descubrir cómo
crear la armonía en nuestros fluidos y células para que nuestra mente también
la disfrute. La tan frecuente pregunta ¿Es físico o mental? ya no tiene lugar
en nuestro nivel de conciencia. No existe diferencia alguna entre el cuerpo y
la mente. Son UNO, somos UN todo el universo entero es UNO.
Mª Rosa Casal (C)
Directora de Escuela de
Vida
Naturópata y Consultora
Macrobiótica
© Ahava Iesu
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