Limpieza y renovación de energías en los equinoccios
Los
equinoccios marcan la entrada de las estaciones del año que se corresponden con
la primavera y el otoño y se inician entre el 19 y 22 de marzo y el 21 y 24 de
septiembre respectivamente. En el hemisferio norte se celebra el inicio de la
primavera en marzo y el comienzo del verano en septiembre, en el hemisferio sur
sería al contrario. Durante los equinoccios, la noche y el día tienen la misma
duración, de hecho la palabra equinoccio, aequinoctium, proviene etimológicamente
del latín y significa “noche igual”. En los equinoccios el Sol se encuentra
sobre la línea del ecuador, es por ello que la noche y el día tienen la misma
duración.
Por
otro lado, los solsticios marcan la entrada de las estaciones del año que se
corresponden con el verano y el invierno y se inician entre los días 20 y 21 de
junio y 20 y 21 de diciembre respectivamente en el hemisferio norte, sería al
contrario en el hemisferio sur. La palabra solsticio, solstitium, también tiene
su origen etimológico en el latín y significa “sol quieto”. Los solsticios se dan
cuando el Sol se encuentra más cercano o más alejado de los hemisferios de la
Tierra. Por tanto, mientras que durante el solsticio de verano el día es más
largo que la noche, de hecho el de mayor duración del año, debido a que el Polo
Norte está inclinado más cerca del Sol y sus rayos caen directamente sobre el
Trópico de Cáncer. Durante el solsticio de invierno ocurre lo contrario, la
noche es más larga que el día precisamente porque el Polo Sur está inclinado
más cerca del Sol y sus rayos inciden sobre el Trópico de Capricornio.
Y
de este modo se dan las cuatro estaciones del año, que vienen determinadas por
las cuatro posiciones principales que tienen lugar en la órbita terrestre en su
giro anual alrededor del Sol, nuestro Astro Rey. Estos cambios de estación se
deben a que la Tierra está ligeramente inclinada sobre su eje mientras viaja
alrededor del Sol provocando que en cada momento la Tierra reciba más o menos
luz del Sol.
Los
antiguos, celebraban estos momentos como las festividades de la Madre Tierra y
aprovechaban para honrarla, venerarla y agradecerle por todo lo que la Madre
les proporcionaba, por lo que les daba y lo que les quitaba para que el
intercambio entre el dar y el recibir fuera justo. Inequívocamente, la estación
más celebrada de los más antiguos era el verano, momento en el que se reencontraban
con otras tribus y compartían momentos, conocimientos, sabiduría, cacerías, banquetes, bailes,
risas, historias…
Los
equinoccios para mí son estaciones especiales llenas de colores, aromas,
sabores, texturas, sonidos, música y vida. Son generadoras de nuevas
oportunidades puesto que nos permiten analizar nuestras vidas para hacer
cambios de rumbo, tomar decisiones, valorar lo que tenemos y cambiar de opinión
sobre determinados comportamientos o acciones o decisiones previas… En
definitiva, nos ofrecen la oportunidad de reconducir nuestras vidas hacia donde
sentimos que debemos ir, a reconocer si hemos de cambiar de trayectoria o hacer
mejoras en el camino que estamos recorriendo. Yo los defino como portales
mágicos que nos conectan con una energía especial, esa energía impulsa y propicia
que podamos introducir esos cambios necesarios que nuestra vida necesita para
seguir avanzando, desarrollándonos y creciendo de forma personal de manera más
fácil, sin resistencia y con mayor aceptación.
Dicen
que no es más inteligente el que más sabe, sino aquel que se adapta mejor a los
cambios con facilidad, brevedad y sin resistencia, pues entiende que cada
cambio o nuevo comienzo es una oportunidad de infinitas posibilidades de
crecimiento en lugar de un nuevo obstáculo
en el camino y lo aprovecha poniéndolo a trabajar a su favor en lugar de
malgastar energías en lamentarse por el hecho de que el Universo le ha sacado
de su zona de confort y le da una pequeña sacudida para continuar creciendo,
sanar heridas del pasado (incluso de otras vidas) y superar miedos.
Vamos
a dedicarle unos segundos a los miedos. Los miedos son uno de los mayores
obstáculos que encuentra el ser humano para crecer y desarrollarse en todos los
sentidos y aspectos posibles. Nos impiden crecer, nos impiden disfrutar de la
vida, nos impiden ser nosotros mismos, nos impiden ser LIBRES. De hecho, si
echamos un vistazo a la historia de la humanidad, comprobaremos con facilidad
que una minoría siempre ha controlado a la gran masa de la población del
planeta Tierra a través del miedo. Esos miedos han ido cambiando a lo largo de
la historia, o quizá ni tan siquiera han variado tanto, pero indiscutiblemente
han coartado, coaccionado y privado de libertad al ser humano y lo sigue haciendo.
Puede
ser que haya más formas de vencer al miedo, de transformarlo para conseguir
vencerlo y ser libre de nuevo, yo solo conozco una y es invitándolo a sentarse
a mi lado y prestándole atención. Cuando la vida me empuja a enfrentar un miedo
le hablo y cuando ya le he dicho todo lo que tengo que decirle, me quedo en
silencio para escuchar su respuesta. Lo irónico es que, la mayor parte de las
veces, me dice que he sido yo misma la que lo he creado, que solo existe en mi
mente y que depende exclusiva y únicamente de mí superarlo para que él se vaya.
¿Cómo? Confiando más en mí, creyendo más en mí, teniendo más fe en mí misma. A veces
tardo más en entender los motivos que me cuenta por los que lo generé, otras lo
hago de forma más rápida. A veces lo supero sin más, otras me sigue costando,
noto que sigue estando ahí, pero ya no me impide hacer lo que tengo que hacer.
Me doy cuenta de que la mayor parte de las veces esos miedos los he creado debido
a mi sistema de creencias heredado, a lo que se esperaba de mí, a las expectativas
que otros tenían o tienen en mí, a no estar a la altura de lo que se espera de
mí, a mis propias exigencias fomentadas y sustentadas por esas creencias, por
lo que me decían de pequeña, por lo que yo entendía de lo que escucha (que no
siempre es coincidente). Últimamente la vida me ha puesto algunos miedos
delante y lo ha hecho para que siga aprendiendo a quererme más. No todos están
vencidos, hay momentos que vuelven y sigo escuchándolos y prestándoles atención
para comprenderme mejor, para conocerme mejor, para superarme a mí misma.
Yo
creo que el miedo es una proyección mental, muchas veces no sabemos ni cómo, ni
cuándo se originó, sin embargo está ahí, impidiéndonos vivir plenamente,
impidiéndonos ser felices, impidiéndonos desarrollarnos plenamente,
impidiéndonos disfrutar de esas oportunidades que la vida nos da y que
estaríamos dispuestos a experimentar y de las cuales nos enriqueceríamos muchísimo
si no fuera porque el miedo nos impide ver lo que hay más allá de él mismo. Ya lo
he comentado otras veces: “Y si no tuvieras miedo ¿qué harías?”, probablemente
todo lo que no te permites hacer inventándote cientos de excusas para justificarte.
Pues yo te digo: “Hazlo, y si tienes miedo, es perfecto, no pasa nada. Hazlo
con miedo, pero hazlo. Te darás cuenta que eres capaz de hacerlo y lo que
sentirás, no tiene precio, solo hay que sentirlo y agradecerlo.”
¿Qué
tal si cambiamos nuestro sistema de creencias, qué tal si dejamos de exigirnos,
de compararnos con los demás, de querer gustar o caer bien a otros…? ¿Qué tal
si decidimos que somos válidos por nosotros mismos, que no tenemos nada que
demostrar a nadie y empezamos a amarnos, a amarnos de verdad, a celebrar cada
triunfo, cada pequeño paso que nos ayude y aproxime a estar mejor, a ser
mejores personas, a ser en cada momento la mejor versión de nosotros mismos?
Pues
bien, el equinoccio es un buen momento para esto, ya sea en otoño o en primavera.
La
energía que aparece en los equinoccios es una energía que nos ayuda a
comprender mejor lo que está funcionando en nuestra vida y lo que no, son
estaciones en las que podemos reconducirnos y tomar decisiones importantes para
nuestra vida y nuestro crecimiento personal y como la energía es propicia para
el cambio, nos ayuda a ser conscientes de ello y a tomar nuestras propias
decisiones en función de nuestro momento actual y lo que pensamos que
necesitamos ahora.
Si hay algo que recomiendo hacer en los equinoccios son limpiezas, limpiezas de hogar, de cuerpo y de mente.
Empiezo por las de hogar, porque cuando ponemos orden a nuestro alrededor, en los espacios externos por los que nos rodeamos y donde habitamos, parece que ese caos que muchas veces está dentro de nuestra cabeza y que nos impide tomar decisiones porque no sabemos dilucidar lo que nos conviene y lo que no, también empieza a ordenarse y todo se va colocando en su lugar adquiriendo claridad mental y facilitando la toma de decisiones sobre lo que es mejor para nosotros en cada momento. La vida está para experimentarla, para hacer cosas nuevas, no para vivirla o sufrirla con miedo y sin libertad.
¿Cómo
hacemos esa limpieza externa en nuestro hogar, lugar de trabajo, etc.? Pues muy
fácil, poniendo en orden todo aquello que no esté en su sitio, revisando
armarios, cajones, estanterías, roperos, habitaciones cargadas de cosas que no
sabemos dónde meter. Tirar o regalar ropa ya sea nueva o vieja que nadie
utilice, libros, juguetes, utensilios de cocina, decoración… cosas que ya no
nos sirven o no utilizamos desde hace tiempo. Ordenando nuestra biblioteca y espacio
de trabajo o personal en casa. Quitando todo aquello que acumulamos en mesas, mesitas,
bancadas… y poniéndolo en su lugar intentando mantener siempre el orden para
que no vuelva a estar todo de nuevo por en medio con el paso de los días. Trasplantando
nuestras plantas y ubicándolas en el lugar de la casa donde sea más conveniente
para ellas. Hacer pequeños cambios en casa para tener más espacio, más luz, más
armonía. Todo aquello que tenemos en casa y no usamos se convierte en un “trasto”
o un “enredo” y por ende, en una energía estancada que nos bloquea y dificulta
nuestro día a día y nuestro crecimiento, incluso pone en peligro nuestra salud
física y mental. No guardes cosas “rotas” que ya no uses, tíralas, no estanques
la energía de tu hogar, ni la de las personas que lo habitan. Deshazte de todos
los “por si acaso…”, si acaso lo vuelves a necesitar confía en que la vida te
lo volverá a poner delante. Si no confías en el Universo y en su infinita
abundancia, vivirás en la carencia y eso será lo que atraigas a tu vida. Haz espacio
para que entre lo nuevo, dale una oportunidad a lo que aún está por venir,
puesto que no llegará hasta que le hagas sitio en tu hogar, en tu mente, en tu
corazón… y para eso tienes que soltar dependencias y desprenderte de todo lo
que sea innecesario con amor, armonía y agradecimiento.
No
te olvides de agradecer a todo lo que dejas atrás por lo útil que te fue en su
momento, por el tiempo que lo disfrutaste y que compartisteis, por las alegrías
que te proporcionó y esos momentos únicos e inolvidables. La gratitud es la
puerta que abre la abundancia, siempre lo ha sido y siempre lo será, no lo
olvides nunca.
Y
después de haber tomado decisiones para tu hogar, tu lugar de trabajo, tu
espacio personal y ordenado todo, haz una buena limpieza física de paredes, azulejos,
cristales, ventanas, persianas, polvo y suelo. Mientras limpias, piensa que se
están desprendiendo de tu hogar, de tus cosas, toda energía estancada y negativa
que ya no tiene que estar contigo. A la hora de pasar el mocho y limpiar el
suelo, podrías hacer una infusión de romero y añadirla al agua de fregar y/o
añadir unas gotas de aceite esencial de romero al cubo de agua. Friega desde la
habitación que esté más al interior de la casa hacia el exterior hasta llegar a
la puerta de entrada. Y mientras vas limpiando el suelo puedes ir diciendo este
mantra tanto verbal como mentalmente, lo que prefieras: “Romero, romero, que
salga lo malo y entre lo bueno”.
Poner
orden y limpiar tus espacios ayudará a que tu mente también se ordene, podrás
desechar relaciones tóxicas, ideas y sueños que no se cumplieron y que han
dejado de ser una prioridad para ti, hasta que no los despidas con amor serán
una energía que esté ahí, bloqueando tu camino e impidiéndote focalizarte en lo
que realmente te está esperando para hacerte crecer y evolucionar. Verás como
notas que tu mente se clarifica, suelta todo aquello que no le conviene y
empieza a centrarse en lo que sí quiere. Ya sabes que para conseguir metas y
cumplir sueños, tienes que saber qué quieres exactamente y cómo lo quieres y
poner tu energía en ello, visualizarlo, sentirlo como una realidad, tu realidad
y demostrarle al Universo que eso es lo que realmente quieres conseguir.
Además de esa limpieza física tan necesaria, ya que con el paso del tiempo vamos acumulando “cosas” que realmente no necesitamos y que no hemos usado en años, o bien que están rotas o ya no son funcionales, podemos y debemos hacer una limpieza energética.
Después
de fregar el suelo desde dentro de la casa hacia la puerta de entrada, puedes
pasar un sahumerio, yo los suelo preparar con romero fresco, salvia blanca y
alguna hoja de laurel, los dejo secar y después los utilizo para hacer
limpiezas energéticas en casa o cuando así lo siento. En este caso empezaríamos
al contrario de la limpieza del suelo, es decir, por la puerta de entrada de la
casa, negocio o espacio personal. Iríamos pasando el sahumo o incienso a lo
largo de toda la casa, habitación por habitación siempre por la derecha,
pondremos especial hincapié en los rincones que es donde se suele acumular la
energía estancada que aún está por evolucionar. Así hasta llegar de nuevo a la
puerta de entrada de la casa, pero por el lado contrario por el que hemos
empezado, que sería el izquierdo. La música también ayuda a desprender las
energías estancadas y a hacer limpiezas de hogar, música de alta frecuencia
vibratoria, cuencos tibetanos y/o cuarzo, tambores, campanas, crótalos…
cualquier instrumento musical, tu propia voz…
Una vez
que hayas terminado con la limpieza de tu hogar, lugar de trabajo o de
descanso, es justo y necesario que te dediques un poco de tiempo para ti misma.
Prepárate un baño con plantas medicinales y flores, echa unas gotitas de ese
aceite esencial que te calma y relaja (como puede ser la lavanda), enciende
unas velas, pon unos cuarzos, un poco de incienso de tu preferencia, pon música…
y date un merecido respiro y unos minutos de descanso y desconexión. A mí me
encanta sumergir la cabeza debajo del agua y quedarme ahí durante un segundo
eterno, escuchándome.
Cuando
tanto tu casa como tú estéis ordenadas y limpias, es momento de volver a la
mente. Seguramente ya te sentirás mucho más centrada y con las ideas más
claras, probablemente ya habrás tomado algunas decisiones sobre tu vida y las
situaciones que estés viviendo. Si aún crees que lo necesitas coge un papel,
divídelo en dos trazando una línea en el centro y haz una lista sobre las cosas
que quieras descartar de tu vida (ya sean ideas, pensamientos, personas,
situaciones, dificultades…) y otra con las que te haría ilusión y te proporcionaría
felicidad hacer, tener o disfrutar. Si te gustan los minerales, seguro que
tener cerca una amatista te ayudará en estos momentos. Cuando quieras tomar
decisiones y llenarte de energía también viene bien ponerte un par de gotas de
aceite esencial de romero en las muñecas e inhalar su aroma por unos segundos.
El romero nos ayuda a concretar, a tomar decisiones, a centrarnos, a despertar
nuestra mente y nuestro intelecto. Deja a un lado lo que ya no tiene cabida en
tu vida y céntrate en conseguir tus nuevas metas o en darle un cariz diferente
a las que ya tuvieras para poder alcanzarlas. Ya sabes que si no cambias la
forma de hacer las cosas, las cosas nunca cambiarán para ti.
Otro
aspecto que debes tener en cuenta es cómo te estás cuidado. Sí, me refiero a
cómo te alimentas, si haces ejercicio, si cuidas tus pensamientos. Tu cuerpo es
algo más que un cuerpo, es tu templo, la casa donde habita tu alma, la parte
más sagrada que tienes, lo que realmente eres. Si cuidas tu cuerpo, lo nutres
correctamente, con frutas y verduras de estación, eliminando las harinas
refinadas, los azúcares y las comidas procesadas de tu dieta, tu alma te lo
agradecerá, se sentirá feliz y plena y tú estarás mejor físicamente, sana y sin
dolores. Si hay dolores, hay que escuchar al cuerpo para saber qué está pasando
y cómo podemos subsanarlo. El ejercicio siempre te ayudará a estar mejor
físicamente y a mantener a tu mente positiva y en equilibrio. Ya sabes la
importancia de mantener tu pensamiento positivo, hasta la ciencia comienza a
tenerlo en cuenta tanto para la salud mental como para la física. Eso no quiere
decir que no puedas tener días mediocres o malos, simplemente acompaña tu
estado de ánimo cuando te sientas alicaída, reconocer tus emociones te ayuda a
comprender el porqué de ese estado y a recuperarte lo antes posible. Recuerda prestar
atención a la glándula timo cuando sientas que te faltan fuerzas y energía para
pasar el día. Ya lo comenté en una ocasión, pero dejo por aquí un repaso de lo
que ya publiqué.
La
glándula timo, en griego "thýmos" (energía vital), también conocida como “la glándula de la felicidad” o "llave de la
energía vital", se encuentra situada en la entrada del tórax, en el centro del pecho
detrás del esternón. Tiene un papel fundamental en la formación y en el
desarrollo de los linfocitos T o células linfáticas y a su vez de la producción
de glóbulos blancos, esenciales para fortalecer el sistema inmunológico ante
cualquier enfermedad viral como los resfriados y la gripe. A pesar de que
contiene tejido glandular y se encarga de producción de varias hormonas, está
estrechamente relacionada con el sistema inmune, mucho más que con el sistema
endocrino.
La
glándula timo cambia de tamaño según nuestro estado emocional, crece cuando
estamos contentos y encoje cuando estamos enfermos o estresados. El timo además
de ser una glándula muy sensible está conectado directamente a los sentidos, la
conciencia y el lenguaje.
Es
por ello que es de vital importancia mantener esta glándula activa.
Estimular
la glándula timo de la siguiente manera te aportará muchos beneficios:
1.
Siéntate con la espalda recta en una posición cómoda.
2.
Coloca las yemas de tus dedos índice, corazón y anular de forma suave sobre el
timo. Es justo el punto en el pecho en el que nos solemos tocar al decir “YO ”.
3.
Cierra los ojos.
4.
Centra tu atención en tu respiración, que sea lenta, pausada y profunda. Respira por la nariz.
5.
Date pequeños golpecitos suaves con los dedos creando una cadencia de un golpe
más fuerte, pausa, y otros dos golpes más suaves con una pequeña pausa entre
ellos. Después masajea la zona con la yema de los dedos unos segundos y repite
los golpecitos y así durante unos 5 minutos más o menos. Sería bueno hacer el
ejercicio un par de veces al día, por la mañana y por la noche.
6.
Como está asociada al chakra del corazón, puedes ayudar a su buen
funcionamiento poniendo durante unos minutos un cuarzo rosa sobre el cuarto
chakra.
Y
por supuesto, sal a caminar, siempre que tengas oportunidad, sal de casa y date
un paseo, sobre todo y si es posible, hazlo por la naturaleza, deja la mente en
casa y sal simplemente a disfrutar de lo sencillo y lo simple. No juzgues, no
critiques, no cuestiones, solo camina, respira profundamente, sonríe, agradece
y disfruta.
©Paqui Sánchez