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miércoles, 6 de abril de 2011

LA CANCIÓN DEL ALMA





La Canción del Alma
 
Cuando una mujer de cierta tribu de África sabe que está embarazada, se interna en la selva con otras mujeres y juntas rezan y meditan hasta que aparece la canción del niño. Saben que cada alma tiene su propia vibración que expresa su particularidad, unicidad y propósito.


Las mujeres entonan la canción y la cantan en voz alta. Luego retornan a la tribu y se la enseñan a todos los demás. Cuando nace el niño, la comunidad se junta y le cantan su canción.

Luego, cuando el niño comienza su educación, el pueblo se junta y le canta su canción. Cuando se inicia como adulto, la gente se junta nuevamente y canta. Cuando llega el momento de su casamiento, la persona escucha su canción.
 
Finalmente, cuando el alma va a irse de este mundo, la familia y amigos se acercan a su cama e igual que para su nacimiento, le cantan su canción para acompañarlo en la transición.
 
En esta tribu de África hay otra ocasión en la cual los pobladores cantan la canción. Si en algún momento durante su vida la persona comete un crimen o un acto social aberrante, se lo lleva al centro del poblado y la gente de la comunidad forma una círculo a su alrededor. Entonces le cantan su canción. La tribu reconoce que el castigo no es la corrección para las conductas antisociales; es el amor y el recuerdo de su verdadera identidad.
 
Cuando reconocemos nuestra propia canción ya no tenemos deseos ni necesidad de hacer nada que pudiera dañar a otros. Tus amigos conocen tu canción y te la cantan cuando la olvidas. Aquellos que te aman no pueden ser engañados por los errores que cometes o las oscuras imágenes que muestras a los demás. Ellos recuerdan tu belleza cuando te sientes feo; tu totalidad cuando estás quebrado; tu inocencia cuando te sientes culpable y tu propósito cuando estás confundido.

 Tolba Phanem


Tengas la edad que tengas, todavía puedes tener tu canción del alma, de hecho todos tenemos una canción, una vibración que entona nuestra alma y que cuando descubrimos cuál es nuestro papel en esta vida y qué hemos venido a hacer, nuestra alma encuentra el camino para mostrárnosla.

La semana pasada asistí y participé en un canto de La Canción del Alma. Entre todos los presentes, entonaron mi canción y mi alma se regocijó en ello. Tengo que decir que para mí fue un regalo que llegó justo en el momento oportuno.

Últimamente siento como si el Universo no dejara de obsequiarme con preciadas dádivas y eso que podría decir que no estoy en el mejor momento de mi vida, pues para mí el equinoccio de primavera siempre es una estación de cambios que intervienen de manera muy sutil sobre mis emociones.

Sin embargo, y aunque esto os pueda confundir un poco, yo siento que todo es perfecto, que todo es como debe ser.

En estas últimas semanas me está pasando una cosa curiosa con mi verdadero nombre. Nunca me gustó mi nombre, lo veía muy grande para alguien tan chiquita como yo (o eso pensaba yo). Nadie me llama “Francisca”, excepto en los papeles oficiales, siempre he sido “Paqui”. Sin embargo me di cuenta de que al no aceptar mi nombre verdadero estaba negando una parte de mí misma. Además para aquellos a los que os guste la numerología o sepáis algo de ella, os diré que mi nombre me ha protegido durante toda la vida puesto que suma 11/2, es decir, es un número maestro con 11 en vocales y 9 en consonantes que al sumarlo vuelve a dar 11.

Este descubrimiento me sorprendió por una lado, pero por otro parecía que mi intuición ya esperaba algo así (suele ocurrir cuando rechazas algo y no sabes realmente porqué lo haces, es como si eso que rechazas te dijera “estoy aquí por algo aunque tú no lo comprendas todavía, ten paciencia que llegará el momento en el que te será desvelado"). Todo el mundo sigue llamándome “Paqui”, es normal y no creo que eso vaya a cambiar, tampoco es mi intención que cambie, lo importante aquí no es cómo me llamen los demás, sino que yo siento que se ha producido una reconciliación interna dentro de mí, una aceptación de quién realmente soy. Es como si hubiera descubierto que estaba viviendo a medias cuando podía vivir completa, era simplemente una elección. Y en ese proceso  de aceptación  y reconciliación me encuentro en este momento.

Si alguno de vosotros o vosotras estáis pasando por algo parecido, o renegáis de vuestro verdadero nombre, aquí os dejo esta reflexión. Si os resuena, solucionarlo, sino, no pasará nada, simplemente no será todavía el momento de tener esto en cuenta. Pero os aseguro que encontraréis una gran paz cuando aceptéis verdaderamente quiénes sois.

Entonces La Canción del Alma toca a mi puerta y sentir mi nombre “real” coreado y cantado por voces entrelazadas en una sola voz fue algo mágico, como un renacer a mi nuevo yo, como un contacto directo con mi más pura esencia. Fue como si el Universo entero me estuviera cantando y ese “Francisca” sonaba a canto celestial y me sentí identificada totalmente con esa persona llamada Francisca que siempre me había parecido ajena y lejana.

Y recuerdo que cuando salí de allí, con la única pena que me quedaba era con no haber asistido a ningún concierto de Francisco Lumbreras. A los pocos días recibí un e-mail, informándome que ayer era el último concierto de la temporada, ya que no volverá a Elche hasta septiembre.

Por supuesto que supe que era otro regalo del cielo y asistí. Y mi hija decidió acompañarme y ese fue un regalo aún mayor, haber compartido ese momento con mi angelito de 9 años, tenerla al lado sonriendo de satisfacción como sólo un niño puede hacerlo, con su carita llena de amor por haberla dejado acompañarme fue también una experiencia encomiable.

Los conciertos de Francisco Lumbreras, son únicos, son conciertos de terapia sanadora a través de la música con canto e instrumentos armónicos. Fue algo muy especial.

Gracias Universo por estos presentes  y estas lecciones que me estás regalando en estos últimos días.
Namasté 



© Fran S


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