¿ES AMOR LO QUE SIENTO?
Observa tus relaciones de pareja, con tus hijos, con tus padres, hermanos, amigos... y decide si son relaciones que se han convertido en adiciones, en apegos, en dependencias, ilusiones o tal vez costumbres... o si por el contrario son relaciones de amor verdadero, de amor incondicional.
Si
quieres ir un poco más allá, conviértete en espectador o espectadora de ti
mismo e investiga quién depende de quién, o bien si existe un equilibrio de
dependencias, o tal vez éstas no tengan lugar. Recuerda que cuando somos espectadores de nosotros mismos, no
juzgamos ni entramos en la crítica, simplemente nos limitamos a observar, nada
más.
Si te has
dado cuenta de que las cosas no son como a ti te gustaría, de que estás
dejándote invadir por alguna relación o eres tú quien está invadiendo a otros
dominando la relación, controlándola, exigiendo lo que no te corresponde... y
deseas solucionarlo, te aconsejo que leas el artículo hasta el final aunque te
resulte un poco largo, si no quieres hacerlo de una vez, léelo en varias veces,
pero hazlo.
Si tienes
dudas y no sabes interpretar cómo son tus relaciones, quizá necesites un poco
de ayuda para descubrirlo, a continuación dejo unas claves para que resulte más
fácil averiguarlo.
Pertenece
al capítulo 8 llamado "Relaciones Iluminadas" del libro El Poder del
Ahora, de Eckhart Tolle. Es la parte que he considerado más importante para abarcar
esta cuestión de amor/odio o amor/apego. De cualquier modo, si podéis conseguir
el libro, os recomiendo su lectura íntegra pues es una gran guía para
enseñarnos a vivir en el Aquí y el Ahora, que es el único momento real que
existe.
También
podéis echarle un vistazo al post sobre el Amor y el Apego sustraído del libro
de Las Leyes Espirituales de Vicent Guillem (pinchando sobre el título os llevará directamente al artículo).
RELACIONES
DE AMOR/ODIO
Hasta que no entre en
la frecuencia de conciencia de la presencia, todas las relaciones y
particularmente las relaciones íntimas serán profundamente defectuosas y en
últimas disfuncionales. Pueden parecer perfectas por un tiempo, como cuando
está "enamorado", pero invariablemente esta perfección aparente se
interrumpe cuando las discusiones, los conflictos, la insatisfacción y la
violencia emocional o incluso física ocurren cada vez con mayor frecuencia.
Parece ser que la mayoría de las "relaciones amorosas" se convierten
en relaciones de amor/odio muy pronto. El amor puede convertirse entonces en un
ataque salvaje, en sentimientos de hostilidad o en el abandono completo del
afecto en un abrir y cerrar de ojos. Esto se considera normal. La relación
entonces oscila por un tiempo, unos meses o unos años, entre las polaridades
del "amor" y el odio, y le proporciona tanto placer como dolor. No es
poco común que las parejas se vuelvan adictas a esos ciclos. Su drama los hace
sentir vivos. Cuando se pierde el equilibrio entre las polaridades positiva y
negativa y los ciclos negativos, destructivos, ocurren con frecuencia e
intensidad crecientes, lo que tiende a ocurrir tarde o temprano, no pasará
mucho tiempo antes de que la relación finalmente fracase.
Puede parecer que si
usted simplemente pudiera eliminar los ciclos negativos o destructivos, todo
iría bien y la relación florecería hermosamente, pero esto no es posible. Las
polaridades son mutuamente interdependientes. Usted no puede tener una sin la
otra. Lo positivo ya contiene en sí mismo, aunque todavía sin manifestar, lo
negativo. Los dos son de hecho aspectos diferentes de la misma disfunción.
Estoy hablando aquí de lo que se llama comúnmente relaciones románticas, no del
verdadero amor, que no tiene contrario porque surge de un lugar más allá de la
mente. El amor como un estado continuo es todavía bastante raro, tan raro como
los seres humanos conscientes. Sin embargo son posibles breves y elusivos
atisbos de amor, siempre que hay una ruptura en la corriente de la mente.
El lado negativo de
una relación es, por supuesto, más fácilmente reconocible como disfuncional que
el positivo. Y también es más fácil de reconocer la fuente de la negatividad en
su pareja que en usted mismo. Puede manifestarse en muchas formas: posesividad,
celos, control, retraimiento y resentimiento no manifestado, la necesidad de
tener la razón, insensibilidad y enfrascamiento, reclamos emocionales y
manipulación, la necesidad de discutir, criticar, juzgar, culpar o atacar, ira,
revancha inconsciente por el dolor pasado infligido por un padre, rabia y
violencia física. En el lado contrario, usted está "enamorado" de su
pareja. Este es al principio un estado profundamente satisfactorio. Usted se
siente intensamente vivo. Su existencia se ha vuelto repentinamente
significativa porque alguien lo necesita, lo desea y lo hace sentir especial, y
usted siente lo mismo por él o ella. Cuando están juntos, se sienten completos.
El sentimiento puede volverse tan intenso que el resto del mundo se desvanece
en la insignificancia.
Sin embargo, puede
que usted se haya dado cuenta también de que hay una cualidad de carencia y de
apego en esa intensidad. Usted se vuelve adicto a la otra persona. Él o ella
actúa sobre usted como una droga. Usted está en un punto alto cuando la droga
está disponible, pero incluso la posibilidad o el pensamiento de que pueda no
estar ahí para usted puede llevarlo a los celos, la posesividad, los intentos
de manipulación por medio del chantaje emocional, la inculpación y las
acusaciones, el miedo a la pérdida. Si la otra persona lo deja, esto puede
hacer surgir la más intensa hostilidad o la tristeza y la desesperación más
profundas. En un instante, la ternura amorosa puede convertirse en un ataque
salvaje o en una tristeza espantosa. ¿Dónde está el amor ahora? ¿Puede el amor
cambiar en un instante a su contrario? ¿Era amor desde un comienzo o solamente
un apego adictivo?
LA
ADICCIÓN Y LA BÚSQUEDA
DE LA TOTALIDAD
DE LA TOTALIDAD
¿Por qué nos volveríamos adictos a otra persona?
La razón por la que
la relación de amor romántico es una experiencia tan intensa y universalmente
perseguida es que parece ofrecer la liberación de un estado profundamente
arraigado de miedo, necesidad, carencia y falta de plenitud que es parte de la
condición humana en su estado no redimido o iluminado. Hay una dimensión física
y otra psicológica en este estado.
En el nivel físico,
usted obviamente no está completo, ni lo estará nunca: es un hombre o una
mujer, es decir, la mitad del todo. En este nivel, la añoranza de la plenitud
-el retorno a la unidad- se manifiesta como una atracción entre el macho y la
hembra, la necesidad del hombre de una mujer, la necesidad de la mujer de un
hombre. Es un impulso casi irresistible de unión con la polaridad de energía
contraria. La raíz de este impulso es espiritual: la añoranza del fin de la
dualidad, un retorno al estado de plenitud. La unión sexual es lo más cerca que
usted puede estar de este estado en el plano físico. Por eso es la experiencia
más profundamente satisfactoria que puede ofrecer el reino físico. Pero la
unión sexual no es más que un atisbo fugaz de la plenitud, un instante de
bienaventuranza. Mientras se busque inconscientemente como un medio de
salvación, usted está buscando el fin de la dualidad en el nivel de la forma,
donde no puede encontrarse. Usted recibe un atisbo tantálico del cielo, pero no
se le permite habitar allí y se encuentra a sí mismo de nuevo en un cuerpo
separado.
En el nivel
psicológico, la sensación de carencia y de falta de plenitud es, acaso, aún
mayor que en el nivel físico. Mientras esté identificado con la mente, usted
tiene un sentido de sí mismo derivado del exterior. Es decir, usted obtiene el
sentido de quién es de cosas que en últimas no tienen nada que ver con quién es
usted: su papel social, las posesiones, la apariencia externa, los éxitos y
fracasos, los sistemas de creencias, etcétera. Este ser falso, elaborado por la
mente, el ego, se siente vulnerable, inseguro y siempre está buscando cosas
nuevas con las cuales identificarse para que le den una sensación de que
existe. Pero nunca nada es suficiente para darle una realización duradera. Su
miedo y su sentido de carencia y necesidad permanecen.
Pero entonces llega
esta relación especial. Parece ser la respuesta a todos los problemas del ego y
llenar todas sus necesidades. Al menos así parece al principio. Todas las demás
cosas de las que usted derivaba su sentido de sí mismo antes, ahora se vuelven
relativamente insignificantes. Usted tiene ahora un solo punto focal que las
reemplaza a todas, da sentido a su vida, y a través del cual usted define su
identidad: la persona de la que está "enamorado". Ya no es un
fragmento desconectado en un universo carente de afecto, o eso parece. Su mundo
ahora tiene un centro: el amado. El hecho de que el centro esté fuera de usted
y que, por lo tanto, usted todavía tenga un sentido de sí mismo derivado del
exterior, no parece importar al principio. Lo que importa es que los
sentimientos subyacentes de no plenitud, miedo, carencia y falta de
realización, tan característicos del estado egotista, ya no están ahí. ¿O sí?
¿Se han disuelto o continúan existiendo bajo la feliz realidad superficial?
Si en sus relaciones
usted experimenta "amor" y su contrario -ataque, violencia emocional,
etcétera- es probable que esté confundiendo el apego del ego y la dependencia
adictiva con el amor. Usted no puede amar a su pareja un momento y atacarla al
siguiente. El verdadero amor no tiene contrario. Si su "amor" tiene
un contrario, entonces no es amor sino una fuerte necesidad del ego de un
sentido más profundo y completo de sí mismo, una necesidad que la otra persona
llena temporalmente. Es el sustituto del ego para la salvación y por un corto
tiempo casi se siente como la salvación.
Pero llega un punto
en el que su pareja actúa de forma que deja de llenar sus necesidades, o más
bien las de su ego. Los sentimientos de temor, dolor y carencia, que son una
parte intrínseca de la conciencia egotista pero que habían sido ocultados por
la "relación amorosa", ahora salen a la superficie. Igual que con
cualquier otra adicción, usted está en un punto alto cuando la droga está
disponible, pero invariablemente llega un momento en que la droga ya no le hace
efecto. Cuando vuelven a aparecer esos sentimientos dolorosos, usted los siente
incluso con más fuerza que antes, más aún, ahora percibe a su pareja como la
causa de esos sentimientos. Esto quiere decir que los proyecta hacia afuera y
ataca al otro con toda la violencia salvaje que es parte de su dolor. Este
ataque puede despertar el dolor de la pareja y él o ella puede contraatacarlo.
En ese punto el ego todavía espera inconscientemente que su ataque o sus
intentos de manipulación serán suficiente castigo para inducir a su pareja a
cambiar su conducta, de modo que pueda usarla de nuevo como protección de su
dolor.
Toda adicción surge
de una negativa inconsciente a enfrentar el dolor y salir de él. Toda adicción
comienza con dolor y termina con dolor. No importa a qué sustancia sea usted
adicto- alcohol, comida, drogas legales o ilegales, o una persona- usted está
usando algo o a alguien para ocultar su dolor. Por eso, después de que la
euforia inicial ha pasado, hay tanta infelicidad, tanto dolor en las relaciones
íntimas. Ellas no producen dolor o infelicidad. Sacan a la luz el dolor y la
infelicidad que ya hay en usted. Toda adicción hace eso. Toda adicción llega a
un punto en el que ya no funciona para usted y entonces usted siente el dolor
más intensamente que nunca.
Esa es una de las
razones por las que la mayoría de las personas están siempre intentando escapar
del momento presente y buscando algún tipo de salvación en el futuro. Lo
primero que podrían encontrar si enfocaran su atención en el Ahora es su propio
dolor y eso es lo que temen. Si supieran lo fácil que es acceder en el ahora al
poder de la presencia que disuelve el pasado y el dolor, a la realidad que
disuelve la ilusión. Si sólo supieran cuán cerca están de su realidad, cuán
cerca de Dios.
Evadir las relaciones
en un intento por evitar el dolor no es la solución tampoco. El dolor está ahí de
todos modos. Es más probable que tres relaciones fallidas en tres años lo
obliguen a despertar que tres años en una isla desierta o aislado en su
habitación. Pero si pudiera traer intensa presencia a su soledad, eso también
funcionaría para usted.
DE LAS
RELACIONES ADICTIVAS
A LAS RELACIONES ILUMINADAS
A LAS RELACIONES ILUMINADAS
¿Podemos convertir una relación adictiva en una relación
iluminada?
Sí. Estando presentes
e intensificando la presencia al prestar atención más profundamente al Ahora:
sea que usted viva solo o con una pareja, esa sigue siendo la clave. Para que
el amor florezca, la luz de su presencia debe ser lo suficientemente fuerte para
que no vuelva a ser dominado por el pensador o el cuerpo del dolor y los
confunda con quien es usted. Conocerse a sí mismo como el Ser que hay bajo el
pensador, la quietud que hay bajo el ruido mental, el amor y la alegría que hay
bajo el dolor, es libertad, salvación, iluminación. Dejar de identificarse con
el cuerpo del dolor es traer presencia al dolor y así transmutarlo. Dejar de
identificarse con el pensamiento es ser el observador silencioso de sus
pensamientos y su conducta, especialmente los patrones repetitivos de su mente
y los roles representados por el ego.
Si usted deja de
darle "identidad", la mente pierde su calidad compulsiva, que
básicamente es el impulso de juzgar y así resistirse a lo que es, que crea
conflicto, drama y dolor nuevo. De hecho, en el momento en el que el juicio se
detiene por la aceptación de lo que es, usted está libre de la mente. Usted ha
dejado sitio para el amor, para la alegría, para la paz. Primero usted deja de
juzgarse a sí mismo: después deja de juzgar a su pareja. El mayor catalizador
para el cambio en una relación es la aceptación completa de su pareja como es,
sin necesidad de juzgar o de cambiarla de ninguna manera. Esto lo lleva a usted
inmediatamente más allá del ego. Todos los juegos de la mente y todo apego
adictivo se acaban entonces. No hay más víctimas ni victimarios, ni acusadores
y acusados. Este es también el final de toda dependencia mutua, de ser
arrastrado a los patrones inconscientes de otro y por lo tanto hacer posible
que continúen. Ustedes entonces, o bien se separarán -en el amor- o entrarán
juntos más profundamente en el Ahora, en el Ser. ¿Puede ser tan simple? Sí, es
así de simple.
El amor es un estado
del Ser. Su amor no está afuera: está profundamente dentro de usted. Usted
nunca puede perderlo y él no puede dejarlo. No depende de otro cuerpo, de otra
forma externa. En la quietud de su presencia usted puede sentir su propia
realidad sin forma y sin tiempo como la vida no manifestada que anima su forma
física. Usted puede entonces sentir la misma vida en lo profundo de todos los
demás seres humanos y de todas las criaturas. Usted mira más allá del velo de
la forma y la separación. Esa es la realización de la unidad. Ese es el amor.
¿Qué es Dios? La Vida
Una eterna bajo todas las formas de la vida. ¿Qué es el amor? Sentir la
presencia de esta Vida Una en lo profundo de sí mismo y de todas las criaturas.
Ser eso. Por lo tanto, todo amor es el amor de Dios.
El amor no es
selectivo, lo mismo que la luz del sol no es selectiva. No convierte a una persona
en especial. No es exclusivo. La exclusividad no es el amor de Dios sino el
"amor" del ego. Sin embargo, la intensidad con la cual el verdadero
amor se siente puede variar. Puede haber una persona que refleja su amor más
clara e intensamente que las demás y si esa persona siente lo mismo hacia
usted, se puede decir que usted está en una relación amorosa con ella o él. El
lazo que lo conecta con esa persona es el mismo que lo conecta con la persona
que se sienta a su lado en el autobús, o con un pájaro, un árbol, una flor.
Sólo que el grado de intensidad con el cual se siente es diferente.
Incluso en una
relación que es adictiva en otros sentidos, puede haber momentos en los que
algo más real brilla, algo más allá de sus necesidades adictivas mutuas. Esos
son momentos en los que su mente y la de su pareja brevemente se calman y el
cuerpo del dolor está temporalmente en un estado latente. Esto puede ocurrir a
veces durante la intimidad física. O cuando los dos están presenciando el
milagro del nacimiento de un niño, o en presencia de la muerte, o cuando uno de
los dos está gravemente enfermo, cualquier cosa que vuelva la mente carente de
poder. Cuando esto ocurre, su Ser, que está habitualmente enterrado bajo la
mente, se revela y es eso lo que hace posible la verdadera comunicación.
La comunicación es
comunión, la realización de la unidad, que es amor. Habitualmente, esto se
pierde de nuevo muy rápido a menos que usted sea capaz de permanecer
suficientemente presente para mantener fuera la mente y sus patrones. En cuanto
la mente y la identificación con ella retornan, usted ya no es usted mismo sino
una imagen mental de usted mismo, y empieza a representar papeles de nuevo para
llenar las necesidades de su ego. Usted es una mente humana de nuevo que aparenta
ser un ser humano, interactuando con otra mente, representando un drama llamado
"amor".
Aunque son posibles
breves atisbos, el amor no puede florecer a menos que usted esté
permanentemente libre de la identificación con la mente y su presencia sea lo
suficientemente intensa para haber disuelto el cuerpo del dolor, o al menos
pueda permanecer presente como el observador. El cuerpo del dolor no puede
dominarlo entonces y volverse así destructor del amor.
LAS RELACIONES COMO
PRÁCTICA
ESPIRITUAL
Mientras el modo de
conciencia egotista y todas las estructuras sociales, políticas y económicas
que este creó entran en su etapa final y se destruyen, las relaciones entre
hombres y mujeres reflejan el profundo estado de crisis en el que la humanidad
se encuentra ahora. En la medida en que los humanos se han ido identificando
cada vez más con la mente, la mayoría de las relaciones no se arraigan en el
Ser y así se convierten en una fuente de dolor y permanecen dominadas por los
problemas y el conflicto.
Ahora hay millones de
personas que viven solas o como padres solteros, incapaces de establecer una
relación íntima o renuentes a repetir el drama demente de las relaciones
pasadas.
Otros saltan de una
relación a otra, de un ciclo de placer y dolor a otro, en busca de la meta
esquiva de realización a través de la unión con la polaridad de energía
contraria. Otros se comprometen y continúan juntos en una relación disfuncional
-en la que prevalece la negatividad- por el bien de los hijos, por la
seguridad, la fuerza de la costumbre, el miedo a estar solos o algún otro
arreglo "beneficioso", o incluso por la adicción inconsciente a la
excitación del drama emocional y el dolor.
Sin embargo, cada
crisis supone no sólo un peligro sino también una oportunidad. Si las
relaciones energizan y magnifican los patrones de la mente egotista y activan
el cuerpo del dolor, como ocurre en estos tiempos, ¿por qué no aceptar este
hecho más que tratar de escapar de él? ¿Por qué no cooperar con él en lugar de
evitar las relaciones o continuar persiguiendo el fantasma de un compañero
ideal como respuesta a sus problemas o como un medio de sentirse realizado? La
oportunidad que está oculta en cada crisis no se manifiesta hasta que todos los
hechos de una situación dada se reconocen y aceptan completamente. Mientras
usted los niegue, mientras trate de escapar de ellos o desee que las cosas sean
diferentes, la ventana de la oportunidad no se abrirá, y usted permanecerá
atrapado en esa situación, que continuará siendo la misma o se deteriorará más.
El reconocimiento y
la aceptación de los hechos traen consigo un cierto grado de libertad. Por
ejemplo, cuando usted sabe que no hay armonía y se da cuenta de ese hecho, a
través de ese conocimiento ha aparecido un nuevo factor y la falta de armonía
no puede permanecer sin cambiar. Cuando usted sabe que no está en paz, su
conocimiento crea un espacio tranquilo que rodea a su falta de paz en un abrazo
amoroso y tierno que la transmuta y la convierte en paz. En cuanto a la
transformación interior, no hay nada que usted pueda hacer. No puede
transformarse a sí mismo, y ciertamente no puede transformar a su pareja ni a
ninguna otra persona. Todo lo que usted puede hacer es crear un espacio para
que ocurra la transformación, para que entren la gracia y el amor.
Así pues, siempre que
su relación no funcione, siempre que lo "enloquezca" a usted y a su
pareja, alégrese. Lo que era inconsciente está saliendo a la luz. Es una
oportunidad de salvación. Todo el tiempo esté consciente de ese momento,
particularmente de su estado interior. Si hay rabia, sepa que hay rabia. Si hay
celos, actitud defensiva, impulso de discutir, necesidad de tener la razón, una
frialdad interior que pide amor y atención, o dolor emocional de cualquier
tipo, lo que sea, conozca la realidad de ese momento y esté atento a ese
conocimiento. La relación entonces se volverá su sadhana, su práctica
espiritual. Si usted observa una conducta inconsciente en su compañero,
manténgala dentro del abrazo amoroso de su conocimiento para no reaccionar. La
inconsciencia y el conocimiento no pueden coexistir durante mucho tiempo,
incluso si el conocimiento está en la otra persona y no en la que está actuando
llevada por la inconsciencia. La forma de energía que hay tras la hostilidad y
el ataque encuentra la presencia del amor absolutamente intolerable. Si usted
reacciona ante la inconsciencia de su compañero, se vuelve inconsciente
también. Pero si en ese momento se acuerda de conocer su reacción, nada se ha
perdido.
La humanidad está
bajo una gran presión de evolucionar porque es nuestra única oportunidad de
sobrevivir como especie. Esto afecta todos los aspectos de su vida y las
relaciones cercanas en particular. Las relaciones nunca antes han sido tan
problemáticas ni han estado tan cargadas de conflicto como ahora. Como habrá
notado, su objetivo no es hacerlo feliz o realizarlo. Si usted continúa
persiguiendo la meta de la salvación a través de una relación, se desilusionará
una y otra vez. Pero si usted acepta que la relación es para hacerlo consciente
en lugar de feliz, entonces sí le ofrecerá salvación y usted se sintonizará con
la conciencia superior que quiere nacer en este mundo. Para quienes se aferran
a los patrones antiguos, habrá cada vez más dolor, violencia, confusión y
locura.
Supongo que se necesitan dos para
hacer de una relación una práctica espiritual, como usted sugiere. Por ejemplo,
mi pareja todavía actúa según los viejos patrones de celos y control. Se lo he
indicado muchas veces, pero es incapaz de verlo.
¿Cuántas persona se
necesitan para hacer de su vida una práctica espiritual? No importa si su
pareja no quiere cooperar. La salud mental -la conciencia- sólo puede llegar a
este mundo a través de usted. Usted no necesita esperar a que el mundo se
vuelva cuerdo, o a que otro se vuelva consciente, para ser usted un iluminado.
Podría llegar a esperar por siempre. No acuse a los demás de ser inconscientes.
En el momento en que usted comienza a discutir, se ha identificado con una
posición mental y está defendiendo no sólo esa posición sino también su sentido
de sí mismo. El ego entra a la carga. Usted se ha vuelto inconsciente. A veces
puede ser apropiado señalar ciertos aspectos de la conducta de su cónyuge. Si
usted está muy alerta, muy presente, puede hacer eso sin involucrar el ego, sin
culpar, acusar o hacer daño al otro. Cuando su compañero actúa
inconscientemente, abandone todo juicio. El juicio es, o bien confundir la
conducta de alguien con quien es esa persona o proyectar la propia
inconsciencia en otra persona y confundir eso con lo que es ella. Abandonar el
juicio no significa que usted no reconozca la disfunción y la inconsciencia
cuando la vea. Significa ser "el que conoce" en lugar de "ser la
reacción" y el juez. Entonces, o bien usted estará totalmente libre de
reacción o reaccionará y aún será el que conoce, el espacio en el que la
reacción se observa y se le permite ser. En lugar de luchar contra la
oscuridad, usted trae la luz. En lugar de reaccionar al error, usted lo ve y
sin embargo al mismo tiempo mira a través de él. Ser el que conoce crea un
espacio claro de presencia amorosa que permite a todas las cosas y a todas las
personas ser como son. No existe mayor catalizador para la transformación. Si
usted practica esto, su compañero no puede quedarse con usted y permanecer inconsciente.
Si ambos están de
acuerdo en que la relación será su práctica espiritual, mucho mejor. Entonces
pueden expresar sus pensamientos y sentimientos mutuamente tan pronto como
ocurran, o tan pronto como una reacción surja, de modo que no crean una brecha
de tiempo en la que una emoción o una queja se encone y crezca. Aprenda a dar
expresión a lo que siente sin acusar. Aprenda a escuchar a su compañero en una
forma abierta, no defensiva. Dele espacio para expresarse. Esté presente.
Acusar, defenderse, atacar, todos esos patrones diseñados para fortalecer o
proteger el ego o para llenar sus necesidades se volverán inoficiosos. Dar
espacio a los demás -y a usted mismo- es vital. El amor no puede florecer sin
ello. Cuando usted ha suprimido los dos factores que destruyen las relaciones,
cuando el cuerpo del dolor se ha transmutado y usted ya no está identificado
con la mente y con las posiciones mentales, y si su pareja ha hecho lo mismo,
usted experimentará la felicidad del florecimiento de la relación. En lugar de
reflejar el uno en el otro su sufrimiento y su inconsciencia, en lugar de
satisfacer sus mutuas necesidades adictivas del ego, reflejarán mutuamente el
amor que sienten en lo profundo de ustedes, el amor que viene con la
comprensión de su unidad con todo lo que es. Ese es el amor que no tiene
contrario.
Si su compañero está
todavía identificado con la mente y el cuerpo del dolor mientras que usted ya
es libre, esto representará un reto mayor, no para usted sino para su
compañero. No es fácil vivir con una persona iluminada, o más bien, es tan
fácil que el ego lo encuentra extremadamente amenazador. Recuerde que el ego
necesita problemas, conflicto y enemigos para fortalecer la sensación de
separación de la que depende su identidad. La mente del compañero no iluminado
se sentirá profundamente frustrada porque sus posiciones fijas no encuentran
resistencia, lo que significa que se tambalean y se debilitan e incluso corren
"peligro" de derrumbarse completamente, lo que produciría la pérdida
de la identidad. El cuerpo del dolor está pidiendo retroalimentación sin
recibirla. La necesidad de discusión, de drama y de conflicto no se satisface.
Pero atención: algunas personas que no responden, que se encierran, que son
insensibles o están desconectadas de sus sentimientos pueden pensar, y
convencer a los demás, de que son iluminadas, o al menos de que no hay
"nada malo" en ellas y todo lo malo está en su compañero. Los hombres
tienden a hacer eso más que las mujeres. Pueden ver a sus compañeras como
irracionales o emocionales. Pero si usted puede sentir sus emociones, no está
lejos del cuerpo interior radiante que hay bajo ellas. Si usted está
fundamentalmente en su cabeza, la distancia es mucho mayor, y necesita traer la
conciencia a su cuerpo emocional antes de llegar al cuerpo interior.
Si no hay una
emanación de amor y alegría, presencia completa y apertura hacia todos los
seres, entonces no hay iluminación. Otro indicador es cómo actúa una persona en
situaciones difíciles o amenazadoras o cuando las cosas "van mal". Si
su "iluminación" es autoengaño del ego, entonces la vida pronto le
ofrecerá un reto que sacará a flote su falta de conciencia en cualquier forma,
como miedo, ira, actitud defensiva, juicio, depresión, etcétera. Si usted
sostiene una relación, muchos de los retos le llegarán a través de su pareja.
Por ejemplo, una mujer puede tener el reto de un compañero insensible que vive
casi completamente en su cabeza. Se sentirá amenazada por su incapacidad de
oírla, de darle atención y espacio para ser, lo que se debe a su falta de
presencia. La ausencia de amor en la relación, que suele sentirse más
agudamente por parte de la mujer que del hombre, disparará el cuerpo del dolor
de la mujer y a través de él atacará a su compañero, lo culpará, lo criticará,
le hará ver que está equivocado, etcétera. Esto a su vez se convierte en el
reto de él. Para defenderse del ataque del cuerpo del dolor de ella, que ve
como totalmente injustificado, se atrincherará aún más profundamente en sus
posiciones mentales, mientras justifica, se defiende o contraataca.
Eventualmente esto puede activar su propio cuerpo del dolor. Cuando ambos han
sido dominados así, se ha alcanzado un profundo nivel de inconsciencia, de violencia
emocional, de ataque y contraataque salvajes. No disminuirá hasta que ambos
cuerpos del dolor se hayan reaprovisionado y entren en estado latente. Hasta la
siguiente vez.
Esta es sólo una de
un número interminable de posibles situaciones. Se han escrito muchos volúmenes
y se podrían escribir muchos más, sobre las formas en que la inconsciencia sale
a flote en las relaciones entre hombre y mujer. Pero, como dije antes, una vez
que usted entiende la raíz de la disfunción, no necesita explorar sus innumerables
manifestaciones.
Miremos de nuevo
brevemente la situación que acabo de describir. Cada amenaza que contiene es
una oportunidad de salvación. En cada etapa del proceso disfuncional que se
desarrolla, es posible la liberación de la inconsciencia. Por ejemplo, la
hostilidad de la mujer podría ser una señal para que el hombre salga de su
estado de identificación con la mente, despierte al Ahora, se vuelva presente,
en lugar de sentirse aún más identificado, aún más inconsciente. En lugar de
"ser" el cuerpo del dolor, la mujer podría ser el conocedor que
observa el dolor emocional en sí misma, accediendo así al poder del Ahora e
iniciando la transmutación del dolor. Esto suprimiría la proyección compulsiva
y automática del mismo hacia el exterior. Entonces podría expresar sus
sentimientos a su pareja. No hay garantía, por supuesto, de que él escuche,
pero le da una buena oportunidad de volverse presente y desde luego rompe el
círculo malsano de la actuación involuntaria según viejos patrones mentales. Si
la mujer pierde esa oportunidad, el hombre podría mirar su propia reacción
mental-emocional al dolor de ella, su propia actitud defensiva, en lugar de ser
la reacción. Podría entonces observar cómo su propio cuerpo del dolor se
dispara y traer así conciencia a sus emociones. De esta manera, surgiría un
claro y calmado espacio de pura conciencia: el que conoce, el testigo
silencioso, el que observa. Esta conciencia no niega el dolor y sin embargo
está más allá de él. Lo deja ser y sin embargo lo transmuta al mismo tiempo.
Acepta todo y lo transforma todo. Se habría abierto una puerta para ella a
través de la cual podría fácilmente unirse a él en ese espacio.
Si usted está
habitualmente, o al menos la mayoría de las veces, presente en su relación,
este será el mayor reto para su compañero. No podrá tolerar su presencia
durante mucho tiempo y permanecer inconsciente. Si está listo, cruzará la
puerta que usted le abrió y se unirá a usted en ese estado. Si no lo está, se
separarán como el agua y el aceite. La luz es demasiado dolorosa para el que
quiere permanecer en la oscuridad.